Otro feminismo es posible: una biblioteca

Santiago Navajas nos acerca a obras sustanciales del pensamiento feminista.

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'El feminismo en la literatura española' (Oñate)

Madrid, 1938, final de la guerra civil. Una feminista liberal está perdiendo la vista pero, en un esfuerzo final, publica su investigación sobre el feminismo que tienen en común Alfonso X, la corte de Alfonso V de Aragón, el gran teólogo granadino Suárez, Cervantes....

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'El voto femenino y yo' (Campoamor)

Campoamor será odiada por la izquierda, que le recriminará haber conseguido que las mujeres votasen y, sobre todo, que reivindicase el feminismo como una forma de humanismo en lugar de como una lucha de sexos.

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'La guerra secreta de los sexos' (Laffitte)

Condesa y católica, María Laffitte publica en plena dictadura (1948) este fenomenal panfleto feminista que no gustará ni a reaccionarios como Eugenio D’Ors, demasiado feminista para su gusto, ni a las feministas habituales, demasiado católica y aristocrática.

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'El segundo sexo' (Beauvoir)

En 1949, Beauvoir –y Sartre– todavía no se ha decantado absolutamente por el comunismo estalinista y la justificación del terrorismo de izquierdas. Entonces, esa rara avis que fue Beauvoir publica El segundo sexo, a partir del cual el feminismo liberal –individualista, racionalista y científico– se enfrentará al feminismo de izquierdas –colectivista, radical y sectario–.

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'Vamps & Tramps' (Paglia)

Paglia –atea, libre, racionalista– considera que las mujeres están pasando de ser sojuzgadas por el heteropatriarcado machista a ser alienadas por el lesbomatriarcado de las feministas posmodernas. Ella misma lesbiana, inicia una lucha activista contra el puritanismo, la demagogia y el autoritarismo del feminismo hegemónico en la academia. Su último libro en España: Feminismo pasado y presente.

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'Las mujeres y el desarrollo humano' (Nussbaum)

Tan liberal como Paglia pero más académica, la Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales defiende en este libro un enfoque basado en las capacidades humanas centrales en un contexto de liberalismo político, que tenga en cuenta las diferencias sexuales y de género dentro del marco común de la humanidad.

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'Teoría King Kong' (Despentes)

Ensayo autobiográfico en el que Despentes, a partir de sus experiencias personales, ataca la concepción de la mujer victimizada permanentemente por el feminismo de género. Por el contrario, pretende reivindicar la autonomía de las mujeres sin la condescendencia de las autoridades masculinas de ningún tipo, sean la tradición o el Estado.

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'El derecho de la mujer al porno' (McElroy)

Si en algo están de acuerdo el conservadurismo más rancio y el progresismo más casposo es en que la pornografía es perjudicial y malvada, por lo que hay que censurarla y prohibirla. Por supuesto, por nuestro bien, la excusa perfecta. Sobre todo, el de las mujeres, tan bonitas, como suele decir condescendientemente Carmen Calvo, como pobrecitas. McElroy, por el contrario, reivindica el componente lúdico y el placer del porno, sobre todo como demanda política.

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'El pensamiento heterosexual' (Wittig)

“Las lesbianas no son mujeres”. Con esta frase tan contundente, Wittig hace saltar por los aires la típica dualidad hombre-mujer, creando un nuevo paradigma. Es como si un ornitorrinco defendiese que no es un mamífero, o como si un tomate se sintiese ofendido por ser categorizardo como verdura en los supermercados. Brillantemente equivocada, es un placer leer el talento literario de Wittig, rara avis en este aspecto entre las feministas radicales.

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'El género en disputa' (Butler)

Si uno de los mitos de la epistemología moderna empirista es que somos tablas rasas sin trazas de rasgos innatos, por lo que todo en nosotros en un constructo social, El género en disputa es una traslación de este mito a la perspectiva feminista. Tan simplista en el contenido como retorcido en la expresión, Butler hace llorar tanto a Darwin como a Descartes.

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'Política sexual' (Millett)

"Lo personal es político”. Posiblemente nunca un mantra tan aparentemente inocuo fue tan fascistoide. Millett plagia y vulgariza el concepto de lucha de clases marxista reconvirtiéndolo en una lucha de géneros que sataniza a todos los hombres, al convertirlos en meros ejemplares de una categoría de género, el heteropatriarcado. A partir de ahí, todos los hombres son culpables por defecto y cualquiera de sus acciones, desde ceder el paso a sentarse con las piernas abiertas, un micromachismo. La portavoza Montero es el último eslabón de esta cadena tan ridícula como peligrosa y autoritaria.