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El palacio y la península de la Magdalena, el tesoro del que se enorgullece Santander

Un lugar que enamora tanto a santanderinos como a extraños, la Península de La Magdalena, que ocupa una extensión aproximada de 25 hectáreas, es uno de los resaltes topográficos del entorno de la Bahía de Santander, el estuario más grande de Cantabria. En su terreno se eleva el palacio de la Magdalena, orgullo de la bonita ciudad de Santander. 

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El extenso lugar natural fue un regalo de la ciudad de Santander al rey Alfonso XIII, que lo utilizó como residencia de veraneo entre 1912 y 1929. La Península de La Magdalena ocupa una extensión aproximada de 25 hectáreas. Es uno de los salientes topográficos del entorno de la Bahía de Santander, el estuario más grande de Cantabria.

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Una media de 60.000 personas recorren cada año el terreno de la península de la Magdalena. En su amplio terreno se eleva un frondoso bosque de pino marino, que ofrece una buena sombra para los días soleados y una bonita estampa para pasear tranquilamente.

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Con posterioridad, la península de La Magdalena volvería a ser propiedad de la ciudad, cuyo Ayuntamiento construyó el palacio para el veraneo de Alfonso XIII mediante suscripción popular entre 1909 y 1911. Este bonito palacio ha sido protagonista de varias series y películas de época, por su gran belleza y emplazamiento perfecto.

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Sin duda, el bonito palacio construido en la parte más alta de la península, junto a los acantilados, presenta un paseo de cine para los visitantes y viandantes que quieran acercase al lugar.

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Entre el ayuntamiento de la ciudad, la Sociedad El Sardinero, la familia Botín y un gran número de familias santanderinas se pagaron las 700.000 pesetas que costó su construcción y, en efecto, la familia de Alfonso XIII pasó allí las vacaciones hasta la llegada de la II República.

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La Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (UIMP), celebra aquí todos los años sus cursos de verano.

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Utilizado hasta 1930 por la Realeza, el Palacio fue destinado para usos de los más variados: actualmente sede de la Universidad Internacional de Verano, también pasó por ser un hospital o residencia temporal para los damnificados por el incendio de 1941.

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En dirección noreste puede contemplarse una de las islas más importantes de la costa cantábrica, la isla de Mouro.

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La isla de Mouro, situada a pocos metros del comienzo de la Bahía, con su faro de Cabo Menor, es un enclave fundamental para navegantes y pescadores.

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La entrada al recinto es libre, en horario de 8 a 22 horas, y no se puede hacer en coche, aunque sí en el turístico trencillo eléctrico.

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Una media de 60.000 personas recorren cada año el terreno de la península de la Magdalena.

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Varios caminos pedestres atraviesan el lugar, que es muy accesible, aunque hay que tener cuidado con las zonas de acantilado. Desde la Península hay acceso a las playas de La Magdalena y Bikini. También encontraremos el zoo marino y el Museo del Hombre y la Mar, en el que se exhiben embarcaciones históricas.

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