El verdadero beneficiario de la maniobra de Bono –porque de eso, y no de un malentendido, se trata- es Alberto Ruiz Gallardón. Claro que la oferta de Zapatero para que Bono se estrellara en la contienda municipal, era todo un “dulce” envenenado.

Es natural que Zapatero se sienta "cómodo" en Cataluña. Es la región española donde existe menos libertad para discrepar del pensamiento único. Es el modelo de la "España plural" con la que sueña el presidente del Gobierno.

Políticos y periodistas han parido la bestia, la equivalencia incendiaria: ser catalán y no nacionalista te convierte en enemigo de Cataluña. Y al enemigo se le atiza. Así están las cosas. No nos vengan con cuentos de condenas.

Que nadie se engañe. Los gritos escuchados en la plaza de Colón representan a mucha gente que, independientemente de su ideología, exige que el presidente del Gobierno gobierne para todos y no sólo para unos pocos.

No estaría mal, vamos, el poder decir, como el clásico inglés, que si alguien llama a tu puerta de madrugada sabes que es el lechero, no los militantes de otro partido.

La desvergüenza con la que el Gobierno de Zapatero trata a los militares ha quedado otra vez patente a tenor de los abucheos que ha tenido que aguantar, eso sí, sonriendo, nuestro presidente. El rey, mientras, saludaba.

"Mi hija es muy pequeña aún; traerla al Rocío es muy premeditao (= precipitado)". (Atribuido a Isabel Pantoja).

Describir lo que está pasando en España conduce directamente a la tristeza. No obstante, los imbéciles nos acusarán de apocalípticos. De poco servirá que les recordemos que los terroristas imponen su agenda al Gobierno.

Cataluña no se puede permitir ni un día más la vileza del fascismo. Digámoslo claro, del fascismo. No es otra cosa la agresión sufrida por el Partido Popular de Cataluña el martes en Martorell.

Tal vez usted jamás donaría su dinero a una organización de transexuales, pues el Estado sí. De una mirada rápida, y sólo este verano, el gobierno de ZP ha donado casi 40.000 euros a este tipo de organizaciones.

El mal regional está volviendo a reinstalarse en Chile, con una bancada parlamentaria que se limita a copiar las leyes mágicas e inútiles de otras latitudes. Las útiles, las de los países emergentes de éxito, no se copian.