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El asalto final de Obama y Romney: bayonetas, corrección y aburrimiento

Obama ganó por la mínima un debate soso y desapasionado, donde no apareció el Romney combativo que prometía batallar con el ataque terrorista de Libia

Era el último cara a cara, el cuerpo a cuerpo en el que los candidatos a la Casa Blanca debían lograr emocionar e imprimir una dosis de urgencia al electorado indeciso entre ambos. Pero el enfrentamiento este lunes entre Obama y Romney ha estado prácticamente exento de tensión. Se mantuvieron firmes dentro del guión marcado, más corteses y correctos que en los anteriores debates, evidenciando que al menos en política exterior, suman más coincidencias que divergencias.

Celebrado en la Universidad de Lynn (Florida) el encuentro televisado se desarrolló dentro de un formato pausado, con Obama y Romney sentados frente al moderador, Bob Schieffer, que en ocasiones pareció escabullirse del plató, brindando demasiado espacio a circunloquios y divagaciones soporíferas. Con pocas interrupciones y prácticamente desprovisto de momentos estelares, el tercer debate se ha llevado el premio al desapasionamiento. Demócrata y republicano parecían conscientes de que se jugaban poco, al abordar asuntos que tradicionalmente interesan mínimamente al americano medio. 

China, Irak, Afganistán, Israel, Libia y América Latina. La agenda de asuntos se cumplió escrupulosamente, salvo quizás, por la reseñable ausencia de referencias a Europa, que pasó inadvertida en el debate. Por el momento, la victoria es para Obama: ganó con un 53% frente al 23% de Romney (según la CBS) y por un 48% según la CNN, que le otorgó el 40% al republicano. 

Bengasi, Siria y la primavera árabe

Tras la oportunidad perdida del segundo debate, Mitt Romney tenía el terreno abonado para atacar a Barack Obama con lo sucedido en el ataque al consulado americano de Bengasi, en lo que se presuponía uno de los asuntos candentes del debate. Pero no fue así.

Romney se instaló en la cautela, y rehuyó el ataque frontal con Obama en este asunto. Aunque mencionó el tema al comienzo del cara a cara, el republicano citó lo sucedido como una muestra del auge del "extremismo", igualándolo con la situación de Mali y otras regiones. "Las esperanzas que teníamos para esa región del mundo se han revertido", señaló, poniendo de manifiesto su descontento con la Primavera árabe que, en su opinión fue una "oportunidad" que ha devenido en "una serie de acontecimientos perturbadores". 

Obama aprovechó la tibieza de su contendiente para presumir de los logros de una administración que, al menos en política exterior, contenta a la mayoría de los estadounidenses: "Acabamos con la guerra en Irak, diezmamos a los líderes de Al Qaeda y encauzamos la transición en Afganistán de forma responsable", resumió. Romney felicitó a Obama por la muerte de Osama Ben Laden, lo que éste agradeció a pesar de que el exgobernador puntualizara que EEUU "no puede ir matando para salir de este desastre". 

No puede decirse que existiera discusión en lo tocante a la situación en Siria. Ambos candidatos pusieron de relieve sus idénticas reservas frente a una intervención militar, sin ahondar en puntos de fricción. Romney se mostró favorable a "armar a los rebeldes", pero Obama venció el asalto aludiendo a la fragmentación existente en la oposición a Bashar Al Asad: "No podemos poner armas pesadas en manos de gente que podría utilizarla en nuestra contra", indicó. 

Israel e Irán: prima la cautela

Por momentos, el debate pareció una batalla por demostrar qué candidato mantendrá una alianza más sólida con Israel. Tanto Obama como Romney dejaron claro que apoyarían militarmente al país en caso de un ataque desde Irán, pero ninguno se la jugó apostando por una intervención conjunta de EEUU e Israel en el país islámico.

Demócrata y republicano también coincidieron en que la vía de la negociación con Mahmud Ahmadineyad aún no está agotada, aunque el exgobernador acusó de "exceso de tibieza" al presidente. Romney marcó la diferencia elevando el nivel de exigencia con Irán ante la peligrosidad de la cuestión nuclear: "Estamos ahora cuatro años más cerca de un Irán nuclear, no deberíamos desperdiciar otros cuatro años", señaló, pidiendo algo más que "sanciones" para un régimen que ha "incitado al genocidio". "Mientras yo sea presidente de Estados Unidos, Irán no tendrá arma nuclear", prometió Obama. 

Chávez, Ahmadineyad y Castro

El ataque más acalorado de Romney a Obama aconteció al abordar la política estadounidense en América Latina. Le reprochó su predisposición al diálogo con las dictaduras, acusándole de "coquetear", "flaquear" y "dialogar" con "las peores figuras del mundo".

El republicano citó ejemplos como Hugo Chávez, Fidel Castro o incluso Ahmadineyad, pero lo que más pareció irritar al demócrata fueron las acusaciones de haber realizado una "gira de la disculpa" por Oriente Medio. "Ésta ha sido probablemente la mayor mentira que se ha dicho durante el curso de esta campaña" dijo un Obama con el semblante más serio de la velada. 

Todo en juego

Al margen de los sondeos, lo cierto es que Obama estuvo más acertado durante los 90 minutos que duró el intercambio dialéctico. Además de una contundencia y firmeza constantes, le benefició la marcha atrás de Romney en el asunto de Bengasi, y también la habilidad de llevar la delantera a la hora de exponer argumentos. A pesar de todo, las diferencias en política exterior entre los candidatos son meros matices, y el demócrata supo ser el primero a la hora de enunciar las líneas generales de la política estadounidense en el exterior. El republicano se adhería a muchos de sus planteamientos, pero cundía la sensación de que llegaba tarde, o que en sus réplicas sólo añadía leves puntualizaciones a lo ya dicho por su rival. No supo presentar una alternativa. 

Romney recuperó terreno con sus atajos para llevarse el debate al terreno de la economía y de la política doméstica, en la que se desenvolvió más cómodo y llegó a llevar la delantera. "Hay dos caminos muy distintos sobre cómo recuperar nuestra economía" dijo en su alegato final, "el del presidente nos lleva a un mayor declive. El mío es crear 12 millones de puestos de trabajo", expuso. 

Como anécdota del debate quedarán los caballos y las bayonetas. Romney le reprochó al presidente que la Armada contaba con menos barcos que en el pasado, aprovechando para anunciar que no reduciría el presupuesto en Defensa porque actualmente "nuestro país está más inseguro". Irónico, Obama aprovechó la oportunidad: "Usted mencionó que tenemos menos barcos que en 1916. También tenemos menos caballos y bayonetas, porque la naturaleza de nuestras Fuerzas Armadas ha cambiado". 

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