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El 'New York Times' reconoce ahora que EEUU encontró miles de armas químicas en Irak

Años después y coincidiendo con la tímida intervención de Obama en Irak en contra del EI, el New York Times reconoce que había armas químicas en Irak.

Años después y coincidiendo con la tímida intervención de Obama en Irak en contra del EI, el New York Times reconoce que había armas químicas en Irak.

Un larguísimo reportaje de investigación publicado por The New York Times reconoce que Estados Unidos sí encontró armas químicas en Irak: miles de bombas con componentes tan peligrosos como gas mostaza o gas sarín. El texto también refleja que varios soldados –tanto americanos como iraquíes del ejército creado y entrenado por EEUU- resultaron heridos al descubrir arsenales químicos escondidos en el desierto.

Durante años y en varios puntos del país los americanos encontraron al menos 5.000 ojivas de distintos tipos de proyectiles y misiles que contenían agentes químicos. El NYT, sin embargo, señala que estos hallazgos no se corresponden con "un programa activo de armas nucleares" que según el diario americano es lo que el antecesor de Obama había anunciado que había en Irak. Lo cierto es, no obstante, que Bush nunca habló de un programa activo, tal y como han recordado rápidamente algunos analistas.

En cualquier caso, pese a que todas las armas encontradas se correspondían con arsenales de la época de la guerra contra Irán y anteriores a 1991, el NYT reconoce que muchas de ellas sí podían haber sido usadas. Eso sí, todos los arsenales encontrados aparentaban estar abandonados desde muchos años atrás y en algunos casos estaban en mal estado.

¿En manos del EI?

Una de las preocupaciones que muestran los autores del reportaje –y que según algunos analistas explicaría por qué la noticia aparece precisamente ahora- es que la mayor parte de los hallazgos se han producido en zonas de Irak que en estos momentos están bajo el control del Estado Islámico.

Por ejemplo, muchos de los escondites en los que se han encontrado estas armas químicas estaban alrededor de las ruinas del Centro Estatal Muthanna, el organismo creado por Sadam Hussein a mediados de los ochenta para la producción de armas químicas. Desde el pasado mes de junio este centro está en manos de Estado Islámico.

Armas americanas, europeas… y españolas

La mayor parte del arsenal químico descubierto se corresponde con armas que Irak compró en Occidente o que obtuvo con la colaboración de países occidentales, primordialmente EEUU y Alemania, pero también otras naciones europeas que o bien se limitaban a hacer negocio o bien veían a Irak como un eficaz freno al Irán de Jomeini.

Así, por ejemplo, el reportaje cita el descubrimiento de un almacén de cohetes Borak en el que fueron encontrados 2.400 de estos artefactos. Estaban enterrados en el exterior de Camp Taji, un cuartel de la Guardia Republicana.

Probablemente, lo más llamativo para el lector español será saber que estos cohetes quizá eran viejos conocidos: los Borak eran la versión local del M110s norteamericano, un arma que se había licenciado ya para su fabricación en España e Italia y de la que estos países habían vendido unas 85.000 unidades al régimen de Sadam Hussein, con las ojivas vacías para que pudiesen cargar con armas químicas.

Secreto de Estado

Aunque ya se sabía que algunas armas químicas habían sido encontradas por el ejército americano, y de hecho esa fue una de las revelaciones del llamado escándalo de Wikileaks, hasta el momento no se había tenido una visión tan completa de la magnitud de los hallazgos. Tampoco había salido a la luz -al menos en un medio influyente en EEUU- el hecho de que varios soldados hubiesen resultado heridos en las operaciones relacionadas con estos hallazgos.

Esta podría ser, de hecho, una de las razones por la que la administración Bush no habría dado más publicidad a unos hallazgos que vendrían a refrendar su versión de los hechos que llevaron a EEUU a entrar en guerra: que en muchas ocasiones los soldados norteamericanos se habían tenido que enfrentar al manejo de armas que contenían peligrosos gases sin los equipamientos adecuados y sin cumplir los protocolos de seguridad, tal y como varios de los afectados denuncian al NYT.

Por otro lado, el hecho de que en buena parte del arsenal hubiese sido fabricado por Occidente o en colaboración con Occidente podía situar también a las autoridades americanas en una posición incómoda ante su propia opinión pública.

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