Ya no existe el peligro soviético, pero eso no quiere decir que la democracia no esté amenazada por el terrorismo, los narcos, la corrupción rampante y el islamismo radical.
Ahora otra vez con la majomía de las velitas, los peluches, los mensajitos, las florecitas, todos somos no sé qué basureta, mientras llega la próxima masacre.