Paul Manafort, uno de los jefes de campaña de Donald Trump en las últimas elecciones presidenciales, ha sido acusado este lunes de doce cargos federales, entre los que figuran conspiración contra Estados Unidos y blanqueo de capitales, según el fiscal especial Mueller, quien investiga la presunta injerencia de Rusia en los comicios de 2016 y cuya posición ha sido criticada duramente tras saberse que el FBI que dirigía su sucesor en el cargo y amigo James Comey estuvo involucrado en la elaboración del dossier que dió el pistoletazo de salida al caso.
Manafort se ha entregado a primera hora de la mañana a la Policía Federal estadounidense (FBI) y un gran jurado ya le ha informado de una imputación con 12 cargos, entre ellos los de conspirar contra Estados Unidos, blanquear dinero, ocultar su labor de agente para un actor extranjero, falsear testimonios y esconder información bancaria. Hay que indicar que el cargo más llamativo, el de conspiración, consistió en no informar al Tesoro norteamericano de las cuentas que supuestamente controlaban en el extranjero.
También está encausado en este proceso Richard Gates, antiguo socio comercial de Manafort y 'número dos' de facto de la campaña. Su nombre aparece en documentos relacionados con empresas que la compañía de Manafort creó en Chipre para recibir pagos de políticos y empresarios de Europa del este, según consta en documentos consultados por The New York Times.
La Fiscalía sospecha que Manafort y Gates generaron decenas de millones de dólares en ingresos a partir de trabajos para partidos políticos y líderes ucranianos y que lavaron dinero mediante entidades extranjeras y estadounidenses para ocultar pagos entre 2006 y 2016.
Los cargos desvelados este lunes no están relacionados directamente con la campaña, algo que Trump ha querido destacar en Twitter. "Lo siento, pero esto es de hace años, antes de que Paul Manafort fuese parte de la campaña de Trump", ha dicho el presidente en las redes sociales. En este sentido, se ha preguntado "por qué no están la deshonesta (Hillary) Clinton y los demócratas en el centro" de la polémica y ha insistido en que "no hay colusión" entre su equipo y Rusia.
Trump contrató a Paul Manafort para que dirigiera su campaña en junio de 2016 tras despedir al populista Corey Lewandowski para asegurarse de que los delegados de la convención republicana lo apoyaran, algo que llegó a estar en duda durante las primarias. Manafort es reconocido como un experto en gestionar convenciones tras su exitoso papel en la campaña de Reagan en 1980. Tras publicarse sus sospechosas conexiones ucranianas en agosto fue sustituido por Kellyanne Conway, quien dirigiría su campaña hasta la victoria sobre Hillary Clinton.