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El FBI de Obama usó un informe pagado por Clinton para espiar la campaña de Trump

El memorándum del Congreso sobre la trama rusa deja en muy mal lugar al FBI, que actuó como brazo armado del Partido Demócrata.

El memorándum del Congreso sobre la trama rusa deja en muy mal lugar al FBI, que actuó como brazo armado del Partido Demócrata.
Adam Schiff (demócrata que intentó frenar la publicación del memorándum) y Devin Nunes (republicano y coautor del mismo) | EFE

Cualquiera que haya visto En el nombre del padre recuerda el momento en que la abogada del irlandés acusado falsamente de haber cometido un atentado del IRA descubre una carpeta con información exculpatoria con la etiqueta "No mostrar a la Defensa". Es una de las salvaguardas legales que tienen los ciudadanos en los países con Estado de Derecho: que todo lo que se averigüe mediante el uso de la inmensa maquinaria estatal esté disponible para el ciudadano que se enfrenta a la Justicia, no sólo lo que favorece a la acusación, sino también lo que pueda perjudicarla. Y fue esa salvaguarda la que el FBI y el Departamento de Justicia violaron en sus esfuerzos por investigar la supuesta conexión rusa de la campaña de Donald Trump.

Este viernes el presidente ha desclasificado un memorándum escrito por los congresistas republicanos en el Comité de Inteligencia que resume en cuatro páginas qué han averiguado sobre dicha investigación en los últimos meses a partir de información clasificada. No ha sido el bombazo que algunos pensaban, en especial viendo la extraordinaria resistencia que han presentado los congresistas demócratas a su publicación, ni tampoco puede entenderse bajo qué óptica pone en peligro la seguridad nacional, la excusa de quienes se oponían a que saliera la luz, entre ellos el Washington Post, ese que lleva como lema "La democracia muere en la oscuridad".

Sin saber toda la información que se ha manejado para llegar a este resumen es imposible decir hasta qué grado es un texto partidista, pero lo cierto es que incluye información que favorece tanto a la narrativa de los demócratas –que es una investigación seria sobre un asunto de seguridad nacional– como a la de los republicanos: que se trata de un intento partidista por parte de algunos altos funcionarios de perjudicar a la campaña de Trump. Por ejemplo, los demócratas se alegrarán de saber que la investigación nació a partir de unas palabras que George Papadopoulos, hoy imputado por mentir al FBI, a un diplomático australiano en verano de 2016, no del llamado dossier Steele, manchado de inicio por haber sido encargado por la campaña de Hillary Clinton.

Sin embargo, los republicanos se llevarán las manos a la cabeza con la acusación más grave del informe: no sólo que dicho dossier –que no ha podido ser corroborado jamás y que incluía afirmaciones tan increíbles como que Donald Trump contrató prostitutas para que se mearan en la cama en la que Obama durmió en un viaje oficial a Rusia– se empleó para que el tribunal especializado en operaciones de inteligencia aprobara una orden FISA, que permite emplear métodos de espionaje que en otro caso serían ilegales, para espiar a Carter Page, abogado que formó parte de la campaña de Trump. Eso se sabía. Lo grave y relativamente novedoso es que se empleó sabiendo no sólo que había sido encargado por la campaña de Hillary Clinton sino que el autor del mismo, el antiguo espía británico Christopher Steele, estaba "desesperado" ante la posibilidad de que Trump fuera elegido presidente. Y que esa información no se aportó al tribunal, como era su obligación legal, lo cual no sólo pone en entredicho la imparcialidad de los investigadores sino que podría exponerles a problemas legales. Las órdenes FISA otorgan mucho poder a los funcionarios que las solicitan, de modo que tienen la obligación de ofrecer al tribunal que las concede también la información que podría perjudicarles. Y no lo hicieron.

Pero lo cierto es que el FBI ha sido acusado de abusar rutinariamente de las órdenes FISA y de mentir a los tribunales que las conceden desde hace años. De modo que este memorándum no es el texto que va a acabar con la investigación del fiscal especial Mueller sobre la supuesta colusión de Trump con Rusia, sobre la que a estas alturas no ha descubierto nada, que se sepa. No le da una excusa creíble al presidente para cerrarla, ni ofrece una prueba definitiva de que estuviera manchada desde su origen por motivos partidistas. Pero si hay que evaluar a quien da más munición, sin duda el beneficiado es el Partido Republicano. Normal, dado que han sido los autores.

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