Los pequeños ingirieron por accidente fentanilo. Un opiáceo muchísimo más potente que la morfina o que la heroína, y que está causando una de las más graves crisis sanitarias en la historia reciente de Estados Unidos. Pasear por algunos barrios de las grandes ciudades, incluso por el centro de San Francisco, es encontrar una legión de personas moribundas, tiradas en el suelo o arrastrándose. Paralizadas en posiciones imposibles. El fentanilo deja ese rostro hasta que acaba matando. Los traficantes no saben cómo manejar las dosis para que no sean letales. Se atreven además a adulterar con él otras drogas con el objetivo de incrementar la demanda. Lo que ha llevado a que las muertes anuales por sobredosis ya superen las cien mil.
