Las autoridades ucranianas han dado su visto bueno a la propuesta de Estados Unidos para un alto el fuego provisional de 30 días en el conflicto con Rusia. Este acuerdo, que podría ser prorrogado si ambas partes están de acuerdo, está condicionado a la "aceptación y aplicación simultánea" por parte de Rusia, un factor clave que pone en duda su efectividad.
El alto el fuego propuesto busca abrir una ventana para la desescalada del conflicto, pero la condición de que Rusia también lo respete es un recordatorio claro de la desconfianza entre las partes involucradas. Si bien algunos celebran cualquier paso hacia la paz, es evidente que el régimen de Vladimir Putin ha mostrado en el pasado poca disposición para respetar acuerdos, lo que pone en tela de juicio la viabilidad de esta tregua.
Desde sectores de la política conservadora, se señala que este alto el fuego debe ser visto como una oportunidad para fortalecer la defensa de Ucrania y no como una señal de debilidad. La prioridad debe ser garantizar que Rusia no utilice la tregua para reorganizar sus fuerzas y continuar con sus agresiones una vez finalizado el alto el fuego. En este contexto, la postura del gobierno ucraniano refleja un enfoque pragmático, aunque vigilante, sobre las intenciones de Moscú.