A la espera de la firma mediática de Donald Trump, la decisión ya se la ha comunicado a todos los socios extranjeros que trabajan con la petrolera estatal venezolana. También a la española Repsol que, tras años de bloqueo estadounidense al crudo del régimen chavista, había recibido el permiso para operar con él por el anterior gobierno de Joe Biden, como otras compañías de Estados Unidos, Italia, Francia y la India. Las estimaciones apuntan que de sus pozos Repsol estaba produciendo hasta ahora el 10,6% del total de su crudo mundial. La cancelación de operaciones con el petróleo venezolano era una decisión esperada tras el regreso de Trump a la presidencia y la mayoría de las afectadas ya habían suspendido sus importaciones tras los últimos aranceles sobre Caracas.
La misma amenaza que se cierne también ahora sobre Rusia en un giro de guion inesperado. "Estoy muy cabreado" con Putin, le ha dicho Trump a la NBC en una entrevista telefónica. Asegura que impondrá sanciones del 25 al 50% al petróleo ruso si Moscú no alcanza con él un acuerdo para la paz en Ucrania. Todo el que compre crudo ruso no podrá hacer negocios con Estados Unidos, afirma. Es el planeta de Trump a golpe de aranceles. Y también de bombardeos. Esa es la mezcla, aún más explosiva, con la que responde también a Irán si no detiene su programa nuclear. Desde Teherán, entre murales que piden acabar con Estados Unidos, su presidente rechaza cualquier negociación directa en ese sentido con Washington.