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Tener derecho a que el esfuerzo sea valor

El autor británico George Orwell dijo que "cada generación se imagina más inteligente que las que venían antes y más sabia que las que vendrán después." Parece que por lo menos una parte de esa tendencia sigue viva.

 

 

En los Estados Unidos existe la idea de que los alumnos universitarios hoy en día sienten que tienen derecho a sacar buenas notas. En un artículo reciente del New York Times, el profesor Marshall Grossman de la universidad de Maryland dice que "muchos estudiantes llegan convencidos de que han trabajado duro y merecen una buena nota". Un alumno, Jason Greenword, confirma esta idea, explicando que si hace un gran esfuerzo merece una nota alta.

 

Según quienes investigan este fenómeno, las razones de esta sensación de "tener derecho a triunfar" son varias, desde el aumento de presión por parte de los padres, a la competencia entre alumnos y una gran ansiedad por tener éxito. Pero lo que me llamó la atención no fue que los alumnos no estén de acuerdo con los profesores sobre la calidad de su trabajo, de hecho, esto me parece bastante normal. Lo que no es normal y además viola una teoría económica del valor es la idea de que el esfuerzo determina la calidad. Lo absurdo de esta idea se ve con un ejemplo.

 

Si yo me siento diez horas al día durante dos años para escribir la historia de mi vida en dos mil páginas sin duda habré trabajado duro y hecho un tremendo esfuerzo mental y físico. Y es muy posible que esté contento con el producto final.

 

Ahora bien, que a mí me guste no garantiza que la historia tenga calidad o valor para otras personas. Si intento vender mi libro a dos mil dólares (¿un dólar por página de esfuerzo parece poco no?) el público va a pensar que estoy loco: ¿por qué iban a querer la autobiografía de alguien que ni conocen y ni les importa? Podría seguir bajando el precio hasta cero y todavía no tener a nadie que quiera "comprar" mi esfuerzo, excepto tal vez mi madre.

 

El valor es algo subjetivo. Como explicó el economista austriaco Carl Menger hace un siglo, las cosas tienen valor porque la gente cree que lo tienen. El esfuerzo o el tiempo o el trabajo gastado en producir tal cosa no agregan valor. Si nadie lo valora, no tiene valor.

 

Quizás lo más interesante es que tanto Karl Marx como Adam Smith cometieron el mismo error que los estudiantes universitarios hoy en los Estados Unidos cometen. Los dos intentaron basar sus teorías de valor en la labor necesaria para producir algo. Parece que esta idea del valor resulta intuitiva a los seres humanos. Sin embargo, no explica cómo funciona el mundo y, por tanto, provoca problemas, rencor y malentendidos entre la gente.

 

Si los alumnos conocieran la teoría de valor de Menger, su sentimiento de tener derecho a sacar buenas notas desaparecería. Entenderían que mientras no es posible producir algo de valor sin un gran esfuerzo, el simple esfuerzo no da valor al trabajo hecho. El valor lo da cada individuo según sus impresiones subjetivas. Quizás seguirían enfadados por recibir una nota mala debido a la subjetividad de un profesor, pero por lo menos habrían aprendido una lección muy importante: que cada ser humano percibe y valora el mundo de maneras distintas. Resistir este hecho e intentar imponer valor "objetivo" al esfuerzo convierte a uno en un pequeño dictador. ¿O qué son esos estudiantes que exigen que su esfuerzo sea valorado?

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comentarios
1 jonsy, día

Es un mal muy común, no solo entre los universitarios USeños... coste y valor tienen tanto en común como derecho y justicia. Así va el mundo...

2 iuris, día

Esta teoría es muy válida para explicar el coste de los pisos, ciertos cuadros y otras obras de arte, otra cosa es su valor. Y cuando la economía se estropea se ve que el coste pagado es por su valor "subjetivo". En cuanto a lo del "derecho y justicia" a que alude jonsy, en España tiene mucho que ver con el "coste y el valor " o mejor dicho con lo poco que invierte el estado en algo que para los políticos de turno no tiene valor , salvo si puede ser manipulado.

3 QRM, día

Lo criterios de excelencia son bastante reveladores de la calidad de una sociedad. En América, según veo, el problema es que hay estudiantes atletas que no se resignan a que corriendo con toda su alma no sólo se puede perder la carrera, sino incluso hacer una mala marca. Significa que son malcriados, pero no estan del todo desencaminados: la calidad suele esconderse tras el esfuerzo, aunque sea el publico, los otros, los que han de enjuiciarla, y eso es mucho para la soberbia del caprichoso. Pero en España ese problema parece un chiste. Tanto en el colegio como en la Universidad, los alumnos se creen con derecho a licenciarse sin dar un palo al agua. De hecho, hasta hay tentativas doctrinales para justificarlo desde la constitucion , prostituyendo el principio de igualdad de oportunidades. El derecho a ser vago, y a que Dios, digo el Estado, provea. Eso es virtuosismo totalitario, porque tiene un éxito difícil de explicar. O fácil, según se mire.

4 Vendeano, día

El intercambio libre de la economía de mercado revela (pone en claro) a la sociedad y a cada individuo lo que de verdad "vale". Sin recursos infinitos, sólo podemos obtener lo que más valoramos y no tenemos ofreciendo a los demás lo que relativamente valoramos menos, ajustándonos además a lo que valoran y tienen los demás. De ahí los precios, manifestaciónes objetivas (comunes) del juego de las valoraciones personales y subjetivas. Instancia conciliadora, fulcro, pivote central a través del cual, se clarifica, construyéndola a golpe de infinitas elecciones, nuestra propia escala de valores, haciéndonos responsables de nuestras elecciones, presentes y pasadas, frente a nosotros y los demás. Obligándonos a conocernos frente al mundo, frente a nosotros, a conocernos. Luz, conciencia, libertad.