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El desastre electoral que amenaza a la izquierda alemana

El candidato del SPD tiene aún muy lejos la cancillería. Excompañero de Merkel en el gobierno de coalición, está hundido en los sondeos. 

Rubalcaba apeló en un acto reciente a una victoria del candidato del SPD, Peer Steinbrück, en las elecciones alemanas de septiembre, para dar la vuelta a la política en Europa. Dejando a un lado que probablemente la situación no cambiaría tanto como al español le gustaría, por el momento ese resultado se ve lejano. Steinbrück, como Rubalcaba, tiene una larga trayectoria, con cargos en el gobierno incluidos, que le resulta un arma de doble filo. Como Rubalcaba, su candidatura no convence a todos en el partido. Y, también como Rubalcaba, está hundido en las encuestas.

Según un sondeo de la revista Stern y la cadena RTL de hace una semana, su partido obtendría un 22% de votos si se celebraran hoy las elecciones mientras la CDU de Angela Merkel conservaría un 42% de los votos. Hace unos meses, estaban prácticamente empatados con los conservadores. Hoy, el porcentaje es inferior al de las elecciones de 2009, cuando lograron un 23%, el peor resultado del SPD desde la posguerra.

Hay aún más datos negativos para Steinbrück. Se trata de su peor resultado en una encuesta desde junio de 2011, cuando todavía no estaba decidido quién sería el candidato. En este sentido, resulta elocuente uno de los datos que arroja el sondeo. Sólo un 17% querría a Steinbrück de canciller. Un abrumador 58% elegiría a Merkel.

Ante esta perspectiva, a Steinbrück le espera una carrera contrarreloj para tratar de darle la vuelta a las encuestas o, al menos, mejorar lo suficiente como para que el juego de alianzas en el Bundestag le permita gobernar. El pasado 14 de abril, en el congreso del partido, proclamó ante los suyos que "sería el próximo canciller de Alemania". Ahora, el objetivo es rehacer la imagen de su partido y reconstruir su ideario, combinando, de un lado, los guiños al sector más izquierdista del SPD y, de otro, moderando el discurso ante unos alemanes que, cada vez más, se consideran los ‘paganos’ de la crisis europea y se alinean con los planteamientos de Merkel.

Precisamente ésta puede ser una de las bazas de Steinbrück. La aparición de un nuevo partido, "Alternativa para Alemania", partidario de la vuelta al marco, podría restar apoyos a la canciller. También confían en el hundimiento definitivo de los socios de Merkel, los liberales del FDP, a los que las encuestas dan tan sólo un 5% de los votos. En cuanto a las alianzas, Steinbrück repite cada vez que tiene ocasión que su objetivo es una alianza con Los Verdes, sus socios naturales, rechazando un gobierno de coalición con la CDU que tan malos resultados electorales les dio en la anterior experiencia. El porcentaje para comenzar a hacer números está, sin embargo, todavía lejos. Para gobernar, los socialistas deberían alcanzar, como mínimo, un 30% de los escaños. Y hay quien sugiere la posibilidad de que Merkel le arrebate en el último momento el socio, con una inédita alianza entre la derecha y los ecologistas.

Entre tanto, Steinbrück, que si ganara se convertiría, a sus 66 años, en uno de los cancilleres de más edad de Alemania, tiene que lidiar con quienes dudan de sus capacidades para dar el empujón que necesita el partido y con conflictos internos como el que destapaba este viernes Der Spiegel: los 26 trabajadores del SPD en la región de Schleswig-Holstein amagan con ir a la huelga a mediados de mayo al considerar que sus sueldos son "injustos", utilizando, precisamente, una de las promesas electorales del candidato.

A Steinbrück también le pesan otros escándalos, como el del aeropuerto inacabable de Berlín, que ha sepultado la imagen del alcalde de la capital, el socialista Klaus Wowereit, y que ha salpicado a todo el partido. Y tiene, además, que relanzar su imagen tras algunos patinazos en la precampaña. Aunque los analistas alaban su capacidad de oratoria y su experiencia, también alertan de su excesiva locuacidad, que le ha llevado, por ejemplo, a levantar ampollas en Italia, cuando lamentó la victoria de "dos payasos" en las elecciones, en alusión a Grillo y Berlusconi. Su baja popularidad y el largo camino que le queda por recorrer hasta las elecciones de septiembre llevaron al Spiegel a referirse a él como el "mejor aliado de Merkel". Tiene 160 días para intentar demostrar lo contrario.

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