En su obra maestra Camino de Servidumbre, el filósofo y economista Friedrich Hayek sostiene que el comunismo y el fascismo son esencialmente lo mismo por ser dos formas de totalitarismo que acaban con las libertades individuales. En este sentido, la Bulgaria comunista del siglo pasado no es una excepción. Violencia, control y represiones caracterizan en gran medida los 45 años del régimen de "socialismo real" en el país balcánico.
Nikola Dafinov es una de las personas que en aquel entonces sufrió en carne propia el terror comunista. Dafinov, que actualmente tiene 70 años y vive en Sofía, ha decidido contar a Libertad Digital la historia de su vida: los 14 meses de sufrimientos y torturas que tuvo que soportar en el campo de concentración comunista de Lovech.
Dafinov tenía tan sólo 17 años, cuando la policía secreta del régimen le acusó de ser un "enemigo ideológico del socialismo y de la patria". "En aquel entonces estudiaba francés e inglés en un instituto bilingüe. Hablé dos veces en la calle con turistas extranjeros, y por eso me detuvieron. No querían juzgarme en los tribunales, y simplemente un día, a las 5 de la madrugada, dos policías entraron en mi casa, me arrestaron y en los dos años siguientes no volví a ver mis padres".
Nos cuenta Nikola Dafinov que en el tren en que viajaba en dirección al campo de concentración, había otros detenidos, algunos en estado grave por los golpes que habían recibido de los vigilantes. "Recuerdo que entonces, de repente, se me acercó un policía para decirme que lamentaba que un chico tan joven como yo fuera a aquel lugar, porque nadie salía vivo de allí".
Al llegar al campo de concentración, Dafinov fue golpeado con palos y piedras. Cuando entró en el edificio, el joven búlgaro vio a cientos de detenidos, la mayoría de los cuales no llevaban ropa y estaban heridos. "Nos obligaron a trabajar durante 15 horas diarias en una cantera cerca del río Osum, de la cual teníamos que sacar piedras y cargarlas después en un tren. Nos vigilaban más de 100 policías, que asesinaban a todas aquellas personas que no cumplían con la norma diaria de 75 metros cúbicos de piedra."
Nikola Dafinov asegura, además, que en el campo de concentración de Lovech también había más de 150 mujeres, que trabajaban en la cantera junto con los hombres. "Murieron al menos 50 mujeres, bien porque les asesinaban por no cumplir la norma diaria, bien porque sus cuerpos no aguantaban las cargas."
Dafinov recuerda con dolor que primero dejaban los cuerpos de los asesinados en los aseos, mientras que al día siguiente los tiraban al Danubio. "Uno de los peores momentos de mi vida fue cuando vi en el aseo muchos cuerpos envueltos en bolsas. Como les resultó demasiado arriesgado seguir tirándolos luego al río, finalmente los comunistas decidieron usar los cerdos para deshacerse de los cuerpos."
Según Dafinov, el responsable del campo de concentración de Lovech fue Mircho Spasov, la mano derecha del dictador comunista Todor Zhivkov. "Cada mes venía en Lovech el mismo Spasov para dar instrucciones sobre los prisioneros que había que eliminar."
Nikola Dafinov fue liberado en 1961, cuando la cárcel comunista de Lovech fue clausurada para siempre. Todos los presos liberados fueron obligados a firmar un documento, según el cual ellos negaban haber sido secuestrados por la policía secreta del régimen. "Aun así no me dejaron graduarme en el instituto bilingüe. En 1963, los gobernantes decidieron que yo todavía era un enemigo del socialismo y decidieron desterrarme a un pequeño pueblo, lejos de Sofía y de todos mis amigos." Allí, Dafinov se vio obligado a vivir durante 3 años, en los que no le dejaron acceder a ningún tipo de trabajo cualificado por ser un "traidor" y "enemigo ideológico".
"El comunismo es, sin duda, el mayor mal que ha conocido la humanidad" ha concluido Nikola Dafinov, que ha lamentado que gran parte de los crímenes comunistas quedaran impunes.