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¿Quién es Frauke Petry, la mujer que aterra a Merkel?

Con un discurso populista está metiéndose en el bolsillo a votantes desencantados con Merkel. Su objetivo, llegar al Parlamento alemán.

Con un discurso populista está metiéndose en el bolsillo a votantes desencantados con Merkel. Su objetivo, llegar al Parlamento alemán.
Frauke Petry este lunes | EFE

Las elecciones celebradas este domingo en Alemania en los estados de Baden Württenberg, Renania Palatinado y Sajonia-Anhalt han supuesto un terremoto político en el país. El populista Alternativa para Alemania ha pasado de ser una amenaza remota a un peligro real: de lograr representación, a duras penas, en algunos parlamentos regionales, ha pasado a convertirse en una fuerza decisiva en tres de ellos. La revolución política es tal que las cuentas no cuadran para hacer las alianzas tradicionales. Entre tanto, los partidos, con la CDU a la cabeza, ya han prometido que no pactarán con la derecha populista en ningún caso.

Los análisis se suceden en un país en estado de shock por la relevancia que ha adquirido un partido que ha pasado de tener un discurso basado en el rechazo a los rescates financieros a basar su estrategia en la crítica a la política migratoria de Merkel. La crisis de los refugiados, el tema más debatido desde hace meses en el país germano, ha acabado pasando factura a la canciller aupando a un partido que se nutre de votantes descontentos con la CDU. Entre tanto, los socialistas continúan en caída libre con una crisis de liderazgo que se agudiza mes tras mes y que dibuja un escenario complicadísimo para las generales que se celebrarán en año y medio.

El partido que lleva camino de convertirse en la peor pesadilla de la canciller nació en 2013, al calor de la crisis del euro. Se presentó a las generales de ese año pero no consiguió representación: obtuvo un 4,6%, por debajo del listón del 5% que establece la Constitución alemana para obtener escaño. Sí logró dos eurodiputados en las elecciones europeas y poco a poco fue ganando terreno político en cinco Länder: Brandenburgo, Turingia, Sajonia, Bremen y Hamburgo.

En su origen, el AfD tuvo como objetivo fundamental reclamar la vuelta al marco y abandonar los rescates financieros cada vez más criticados entre la población alemana y en las filas de la propia canciller, en especial en la CSU. La formación, sin embargo, cambió de rumbo ante la crisis de los refugiados.

Desde pocos meses después de la fundación del partido, en el que convergieron profesores universitarios de diversa tendencia ideológica, se hizo evidente la existencia de dos corrientes muy diferenciadas en el partido: la liberal y euroescéptica representada por, entre otros, Bernhard Lücke y Hans Olaf Henkel y el ala más derechista, dominada por la empresaria Frauke Petry. Tras profundas luchas internas, fue Petry quien se salió con la suya y el discurso contra la inmigración se impuso en el partido, que abandonaron buena parte de sus fundadores y también Lücke, el antiguo portavoz. Ahora son sus más feroces críticos. Entre tanto, Petry, comparada con Marine Le Pen, acapara titulares y fotos en la prensa local e internacional como el rostro del populismo en Alemania.

La trayectoria de Petry

La biografía de Petry, una empresaria nacida en 1975, tiene curiosamente puntos en común con Merkel, su objetivo a batir. Como la canciller, nació en Alemania del Este, en Dresde. Su padre, ingeniero, logró huir al Oeste durante una visita de trabajo y su madre, química de profesión, se le unió tras la caída del muro junto a su hija. Juntos se instalaron en la industrial cuenca del Ruhr, donde ahora ha logrado un espectacular éxito político.

Casada con un pastor al que conoció en la facultad y madre de cuatro hijos, saltó del mundo de la empresa a la política de la mano de la AfD, aunque en su juventud coqueteó con la CDU. En 2014 logró el escaño en Sajonia, donde su partido obtuvo un 9,7% de los votos y se convirtió en la líder del grupo parlamentario.

Curtida en debates televisivos, los retratos sobre la política subrayan su cuidado al elegir su lenguaje en los platós y los ataques a los medios que ha lanzado desde que nació el partido. Siempre ha rechazado las etiquetas de extrema derecha y se ha quejado de que les acusen de extremistas. Sólo persiguen, dice, que los inmigrantes "se integren".

Sus críticos hablan de una mujer de posiciones ultraderechistas y una enorme ambición que le ha llevado a deshacerse de sus adversarios mientras permitía que ex miembros del neonazi NPD continuaran en sus filas. Los suyos, mientras, la definen como inteligente y pragmática.

En una entrevista a Die Zeit hace unos meses, Petry no escondía sus aspiraciones: llegar al Bundestag en 2017, una posibilidad que ahora no parece descabellada. Diez años después, estimaba entonces, se veía "en el Gobierno".

El partido "del pueblo"

En los medios subrayan que es algo que podría llegar a ocurrir y que el fenómeno es mucho más peligroso que otros movimientos de ultraderecha que no sobrevivieron. Ponen como ejemplo que su expansión está siendo mucho más rápida -en unos meses están en ocho parlamentos regionales mientras que los neonazis del NPD lograron entrar en siete cámaras en quince años- y porque se nutren del voto de protesta, de abstencionistas y de ex votantes de la CDU con los que sí logra conectar.

En su programa, deliberadamente ambiguo, continúan pidiendo la salida del euro, el regreso del marco, la defensa de la familia tradicional, bajadas de impuestos, "mejoras en las condiciones sociales" y y una política migratoria mucho más estricta. Son, dicen, el partido del "pueblo alemán".

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