
En las últimas semanas, las imágenes de dos ucranianas embarazadas han dado la vuelta al mundo. Una de ellas falleció junto a su bebé tras el salvaje bombardeo al hospital materno-infantil de Mariúpol. La otra, una conocida bloguera, dio a luz a una niña llamada Veronika no sin antes sufrir el terror en sus propias carnes. Sus respectivas historias han conmovido a todo aquel que las haya seguido, pero especialmente a las miles de mujeres que están a punto de dar a luz en otras ciudades de Ucrania igualmente invadidas por las tropas rusas.
Marina Melnyk es una de ellas: "Tengo un dolor tan intenso que ya no me quedan emociones para expresar lo que siento. Esto es terrible". Desde el búnker de Kiev en el que permanece escondida desde el pasado 24 de febrero, nos cuenta que ya ha superado las 40 semanas de embarazo. "Hoy he estado hablando con la doctora y vamos a intentar esperar hasta el lunes", explica mientras trata de mantener la calma.
Así será el parto
Afortunadamente, el hospital se encuentra muy cerca de su refugio. Sin embargo, nada ni nadie le garantiza que, al igual que ha ocurrido con la maternidad de Mariúpol, éste pueda ser objetivo de los ataques: "Me han explicado que, si llego y no suenan las sirenas, daré a luz en la planta 0, que es donde tienen las salas de parto, pero si las sirenas empiezan a sonar y todavía hay tiempo, hay que bajar al búnker, porque obviamente el parto no dura dos minutos".

En una de sus últimas visitas, esas temidas sirenas que advierten de posibles bombardeos sonaron en mitad de la consulta, así que ella misma tuvo la oportunidad de comprobar en primera persona ese "plan b" que hoy mismo le han vuelto a recordar al detalle. "Dentro está la gente del batallón de defensa, voluntarios que tratan de proteger y ayudarnos a todos -relata Marina-. Los médicos también intentan transmitir tranquilidad, porque, después de tres semanas, ya tienen un plan de acción perfectamente estudiado".
A pesar de ser madre primeriza y de encontrarse en la capital de un país en guerra, esta joven ucraniana transmite una serenidad inaudita. "Siento que no tengo derecho a quejarme -se justifica-. En estos momentos, hay zonas donde la situación está mucho peor. Yo tengo un búnker muy seguro debajo de mi casa y el hospital a 2 minutos en coche. El único problema es ir andando y que te suene la sirena en ese momento".
Su marido, defendiendo la ciudad
A Marina le acompañan su madre y su hermano. Su marido se encuentra a las afueras de Kiev defendiendo la capital, aunque no se olvida ni un solo instante del bonito momento que viven a pesar de la guerra. "Hoy mismo me ha enviado unas flores y unos bombones. Romanticismo de búnker", bromea esta joven a la que todavía le quedan fuerzas para sonreír.
A ninguno de los dos les hubiera gustado vivir el nacimiento de su primera hija de esta manera, pero tratan de llevarlo como pueden para no dejarse llevar por el miedo. "Intentamos hablar de las cosas normales de cualquier padre: lo que hace falta comprar para el bebé y cosas así", explica Marina en un perfecto español gracias a las clases que empezó a recibir cuando apenas tenía 6 años.
Su mensaje a los rusos
Esta joven ucraniana -que, en otros tiempos, llegó a vivir en nuestro país- no duda en aprovechar la llamada que le hacemos para agradecer a España y al resto del mundo todo el apoyo recibido. "Para nosotros es muy importante", subraya antes de despedirse. Su último mensaje, sin embargo, es para los militares rusos que hoy invaden su tierra: "Que se vayan, porque no tienen ninguna oportunidad de salir vivos de aquí". Tan convencida está de ello como de que su pequeña Olga saldrá adelante nazca donde nazca. En apenas unos días, promete, ella misma nos enviará una foto para comprobarlo.