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La importancia de Mariúpol y la posibilidad de que Putin pueda huir de Ucrania cantando victoria

La culminación del corredor Crimea-Rusia y la derrota del batallón Azov podrían venderse a los rusos como una victoria, pese a la desastrosa invasión.

La culminación del corredor Crimea-Rusia y la derrota del batallón Azov podrían venderse a los rusos como una victoria, pese a la desastrosa invasión.
Destrucción de la ciudad de Mariupol, en Ucrania. | Cordon Press

La batalla por Mariúpol ha sido clave desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania. Esta ciudad es la segunda en importancia de la región de Donetsk, es el décimo municipio más poblado de todo el país y tiene el segundo puerto marítimo más importante de Ucrania, además de un altísimo valor estratégico para los altos cargos rusos. Es por ello que han centrado una parte importante de sus esfuerzos en hacerse con su control.

El Kremlin lo ha tenido tan claro que no ha tenido dudas en arrasar la ciudad casi por completo para doblegar las defensas ucranianas. Las autoridades locales cifran el nivel de destrucción en casi el noventa por ciento de los edificios e infraestructuras. La resistencia ha sido heroica, ha ayudado a elevar la moral del resto del ejército ucraniano y obligado a Rusia a utilizar un número importante de unidades que no ha podido destinar a otros frentes.

Pero la resistencia ha llegado a su límite y la ciudad caerá por completo en breve. Los defensores ucranianos ya solo controlan la acerería de Azovstal, un enorme complejo siderúrgico levantado en los años treinta del siglo pasado por orden de Joseph Stalin con una extensión aproximada de 10 kilómetros cuadrados. Es una cuestión de horas o, como muchos, de días, si las fuerzas dan a los defensores para continuar escribiendo su propia epopeya.

El valor estratégico de Mariúpol es debido a varios factores. No sólo tiene el puerto más importante del Donbás, sino que tiene el segundo puerto marítimo más importante de Ucrania, solo superado en tránsito y negocio por el de Odesa. El control de esa infraestructura permite convertir de facto el Mar de Azov en un mar exclusivamente ruso y no compartirlo, como pasada antes de la invasión, con Ucrania. Facilita un nuevo puerto estratégico a Rusia en el Mar Negro.

Otra razón que da un alto valor a la ciudad es que sirve para finalizar el corredor terrestre que une la península de Crimea con Rusia a través del Donbás. Este corredor ya era operativo con las áreas conquistadas en el sur de Ucrania en las primeras semanas de la ofensiva, pero Mariupol es la guinda de un pastel, es la finalización del proyecto. Rusia tiene una opción de transporte alternativa al siempre complicado y limitado Estrecho de Kerch.

Entre los defensores de Mariúpol se encuentra el polémico batallón Azov, un grupo de unos 1.000-1.500 milicianos ucranianos y extranjeros de extrema derecha, que ha servido a Rusia para crear la narrativa de que Ucrania y su ejército están plagados de nazis. Es más, de que todo ucraniano que no quiere ser ruso es nazi. La derrota de este batallón y el control del área que protegía suponen una importante munición propagandística para el Kremlin.

Vladimir Putin nunca ha especificado cuáles son los objetivos reales de la ofensiva militar contra Ucrania. Habló de desnazificar y desmilitarizar Ucrania –dos conceptos abstractos a los que se pueden amoldar muchas realidades, especialmente cuando el pueblo ruso es proclive a comprar cualquier cosa que les trate de vender su líder–. Por tanto, la derrota del batallón Azov puede ser vendida como esa desnazificación de Ucrania.

La suma de la finalización del corredor terrestre que une Crimea con Rusia a través del Donbás y la manipulación de la desnazificación permitiría al Kremlin tener ya un éxito mínimo para vender a su pueblo y con el que considerar la invasión de Ucrania como un éxito. Un hecho que permitiría a Putin huir de Ucrania y acabar con los serios problemas de credibilidad internacional que le está provocando el desastre militar de su ejército en Ucrania. Y todo ello pese a no controlar todavía todo el Donbás.

Por si fuera poco, la toma de Mariupol puede provocar una nueva redistribución de efectivos en los distintos frentes –después de la generada por la retirada rusa de Kiev y el norte de Ucrania, que todavía está pendiente de concluir–. Esto permitiría al Kremlin reforzar frentes para tratar de desnivelar la balanza a su favor, ya sea para tomar las áreas del Donbás -la nueva ofensiva ha comenzado hace unas horas- que todavía no controla o para mantener territorios ganados con la invasión que Kiev trata de recuperar, como la región de Jersón.

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