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La táctica de Rusia para doblegar Azovstal: cercarlos para que se rindan o mueran de hambre y sed

El complejo tiene unos 10 kilómetros cuadrados. Hay múltiples edificios, con plantas subterráneas, túneles que los conectan y refugios nucleares.

El complejo tiene unos 10 kilómetros cuadrados. Hay múltiples edificios, con plantas subterráneas, túneles que los conectan y refugios nucleares.
Complejo industrial de Azovstal, en Mariúpol, Ucrania | Flickr/Dominio público/Just Click's With A Camera

La ciudad de Mariúpol es esencial en la estrategia de Rusia en Ucrania. Los defensores ucranianos han resistido de forma heroica desde hace casi dos meses y, por el momento, se niegan a entregar sus armas a los invasores. Han obligado a los rusos a invertir ingentes esfuerzos en la toma de la ciudad, recursos militares que podrían haber empleado en otros frentes de la ofensiva y que habrían sido importantes para el ejército de Vladimir Putin.

La situación desde hace unos días está bloqueada. Rusia controla toda la ciudad salvo la acerería Azovstal, un enorme complejo siderúrgico levantado en los años treinta del siglo pasado por orden de Joseph Stalin con una extensión aproximada de 10 kilómetros cuadrados. Una instalación que cuenta hasta con su propia estación de ferrocarril y que tiene un número importante de edificios desperdigados por todo el parque industrial.

Los rusos han trabajado durante días en castigar la zona con el objetivo de tomarla al asalto, como han hecho con el resto de la ciudad. Pero la dificultad en este caso en máxima. Los constructores soviéticos crearon varias plantas subterráneas en muchos de los edificios, realizaron túneles para comunicar unos con otros e, incluso, crearon pequeños refugios nucleares en los mismos en previsión de que la Guerra Fría terminará en una contienda nuclear a gran escala.

Las características de la instalación la hacen propicia para que los últimos efectivos de la resistencia ucraniana que están allí puedan crear, mientras tengan fuerza para ello, un auténtico infierno para los invasores rusos. Quedarían unas 1.500-2.000 personas dentro, entre efectivos de la Infantería de Marina ucraniana, miembros del polémico Batallón Azov y familiares de estas fuerzas militares. Allí están también sus últimas bebidas, alimentos y municiones.

Sin embargo, en las últimas horas, el Kremlín ha decidido cambiar de estrategia. No habrá asalto final a la acerería. Por lo menos, si no les entran unas prisas irracionales y cambian de opinión otra vez. Vladimir Putin ha decidido parar esta ofensiva y ha dado por tomada la ciudad. Ha felicito al general que se puso al mando de la misma hace sólo unos días y ha ordenado que no haya esfuerzos extra para hacerse con Azovstal.

La decisión estratégica de los rusos es bloquear los accesos a la instalación y dejar en su interior a los resistentes por tiempo indefinido. Buscan tomar la acerería sin poner más en peligro a sus tropas, ni gastar munición, ni erosionar su cadena logística. De este modo, se abren dos escenarios. El primero, que los resistentes ucranianos se rindan cuando no puedan aguantar más la falta de agua y alimentos. El segundo, que mueran directamente por inanición en el interior del complejo.

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