Tal como había advertido este martes, a primera hora de la mañana Ucrania ha cerrado la estación gasista de Sojranovka, uno de los dos principales puntos de entrada de gas ruso al país y, de ahí, a Europa. Se trata de una noticia de gran calado, ya que es la primera vez que la guerra afecta al suministro de gas que nos llega a través de Ucrania.
Según el operador estatal (GTSOU), "causas de fuerza mayor hacen imposible transportar gas a través de la estación de Sojranovka y la estación de compresión de Novopskov, localizadas en los territorios ocupados". Ambas instalaciones están en Lugansk, al norte del área del Donbás y cerca de la frontera entre Rusia y Ucrania. Se calcula que, de los 100.000 metros cúbicos de gas que viajan diariamente a Europa a través de la red ucraniana, aproximadamente, unos 32.600 millones de metros cúbicos pasan por este punto.
En un comunicado hecho público esta mañana, GTSOU se justifica alegando que, el hecho de que la zona esté tomada por Moscú, no sólo les impedía "llevar a cabo el control operacional y tecnológico de la estación", sino que "la interferencia de las fuerzas ocupantes" en los distintos procesos técnicos "ponía en peligro la estabilidad y seguridad de la red"
La empresa recuerda que, de forma reiterada, ha venido advirtiendo a Gazprom de la amenaza que las acciones militares suponían para el tránsito de gas. Sin embargo, asegura que dichas advertencias han sido "ignoradas". Es más, según GTSOU, Ucrania solicitó a Moscú desviar el paso del gas a otra estación por la que pasa el resto del gas -y que se encuentra en una zona controlada por Kiev- y el monopolio gasista ruso respondió que ese cambió de ruta era "tecnológicamente imposible".
Ante la falta de acuerdo, Europa podría tener serios problemas, ya que se perdería más de un tercio del gas que recibe a través de Ucrania. Se trata, en definitiva, de un duro golpe para los mercados europeos, que se sumaría a la decisión de Rusia de cancelar sus suministros a Polonia y Bulgaria por negarse a pagar sus envíos en rublos, una medida impuesta por el Kremlin en respuesta a las sanciones europeas.