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La invasión rusa de Ucrania cumple seis meses con los frentes enquistados y a la espera de una gran contraofensiva

La llegada de armamento occidental está permitiendo a Kiev asestar golpes a los rusos que hasta ahora eran impensables, pero necesitan mucho más.

La llegada de armamento occidental está permitiendo a Kiev asestar golpes a los rusos que hasta ahora eran impensables, pero necesitan mucho más.
Seis meses de guerra en Ucrania en seis mapas

El 22 de febrero de 2022, hace exactamente seis meses, aprovechando las primeras horas del día, justo antes del amanecer, convoyes militares rusos penetraron en territorio soberano de Ucrania. Lo hicieron por cinco frentes diferentes y con la intención de hacer una rápida operación que acabase en unos días con la caída del gobierno de Kiev y la instauración de un ejecutivo absolutamente controlado por el Kremlin.

En un primer momento los efectivos rusos avanzaron sin aparente resistencia y se hicieron con amplias zonas del este de Ucrania. Llegaron a situarse a las puertas de Kiev. Pero fueron necesarios pocos días para que quedaran patentes sus problemas en el teatro de operaciones: no consiguieron garantizar la superioridad aérea, la planificación logística era un desastre, la moral de combate de sus efectivos era baja y los ucranianos plantaban mucha más resistencia de la esperada.

Llegado el primer mes de combates, Rusia se dio cuenta de que su estrategia inicial había fracasado y que era necesario reenfocar su invasión de Ucrania. Así lo hizo, retirando los efectivos militares que intentaban rodear Kiev y los que ocupaban el noreste ucraniano. Decidió centrarse en el Dombás –las dos regiones ucranianas que habían servido de pretexto para la invasión– y en las tres regiones que habían empezado a controlar en el sur.

Desde ese cambio de estrategia la guerra ha quedado totalmente enquistada. Las tropas rusas han conseguido avanzar en Donetsk y en Lugansk, pero todavía están muy lejos de controlar las regiones rebeldes que se alzaron en armas contra Kiev en 2014. Han chocado de frente con las defensas ucranianas y les cuesta horrores y muchas pérdidas humanas y materiales avanzar cada kilómetro de terreno.

En las tres provincias ocupadas del sur: Jersón, Melitopol y la parte sur de Zaporiya; tampoco hay gran movimiento en los frentes. Los rusos se han hecho fuertes con la intención de asegurar la fuente de agua a Crimea y el control de la mayor central nuclear de Europa –que busca conectar a su red eléctrica–, además del territorio que sirve para crear un corredor terrestre desde Crimea y Jersón hasta Rusia –más allá del complicado estrecho de Kersch–.

Para cambiar la situación sobre el terreno Rusia necesita movilizar numerosas unidades militares de refresco desde su país, algo que no está claro que pueda o quiera hacer, tras el terrible desgaste al que se ha visto sometido en estos seis meses y que le ha obligado, incluso, a poner sobre el terreno armamento militar –especialmente vehículos blindados– que son auténticas reliquias de la época de la Guerra Fría.

Ucrania, por su parte, es un enfermo con respiración asistida. Ese oxígeno fundamental para seguir sobreviviendo y rechazando al invasor es la ayuda militar que le está facilitando Occidente. Es la que le está permitiendo mantener sus posiciones –además del heroísmo que están demostrando sus militares en el frente de batalla– y acometer algún golpe a los rusos que hace unos meses era totalmente impensable.

Los ucranianos están empezando a hacer daño en los alrededores de Jersón, donde han frenado el intento enemigo de avanzar hacia Odessa y aguantan posiciones en el Donbás. La llegada de sistemas occidentales, como los lanzamisiles múltiples Himars, les está permitiendo golpear a los rusos como no lo habían conseguido hacer hasta ahora. Y además han conseguido en otro golpe maestro reventar la sensación de invulnerabilidad que tenían los rusos en Crimea, introduciendo de lleno este territorio anexionado unilateralmente en 2014 en la guerra.

El Gobierno de Kiev está anunciando públicamente el inicio de una gran contraofensiva cuando haya recibido el suficiente material militar occidental para llevarlo a cabo. La incógnita es cuándo se llevará a cabo o si realmente será posible. El armamento pesado occidental va llegando con cuentagotas debido a la dificultad de moverlo por media Ucrania sin que los rusos lo detecten y lo destruyan antes de estar operativo.

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