
Después de que un cohete matara a dos personas en la frontera polaca con Ucrania, Alemania ofreció ayuda a Polonia para reforzar sus defensas antiaéreas. El Gobierno de Olaf Scholz prometió enviar baterías antimisiles Patriot, capaces de detectar y desviar proyectiles que puedan caer en su territorio. Sin embargo, tras el sí inicial Polonia ha variado su postura: quiere que las baterías Patriot estén en la frontera, pero en el lado ucraniano.
La respuesta polaca, lanzada por el ministro de Defensa, Mariusz Blaszczak y confirmada por el presidente Mateusz Morawiecki, ha provocado desconcierto en el Ejecutivo alemán, que ve imposible acatar la propuesta. Colocar las baterías antimisiles Patriot en territorio ucraniano podría suponer el envío también de militares alemanes al terreno, necesarios para instruir sobre el uso de este equipamiento, algo que considerable inviable un país que enfrentó a duras críticas al comienzo de la invasión por sus titubeos a la hora de enviar armamento pesado a Ucrania.
Desde la OTAN, el ofrecimiento alemán a Polonia ha sido visto con buenos ojos y no ha entrado en los matices y vaivenes de la respuesta polaca: "Las decisiones sobre medios específicos siguen siendo decisiones nacionales".
Desde Alemania, la ministra de Defensa, Christine Lambrecht, ha rechazado de plano la pretensión polaca alegando que los Patriot forman parte del sistema de defensa integrado de la OTAN y deben desplegarse en países de la OTAN.
La oferta de ayuda alemana incluye el respaldo de la Fuerza Aérea del país para proteger el espacio aéreo polaco. En Polonia, el partido en el poder ha señalado que si los Patriot estuvieran en territorio ucraniano servirían también "para salvar vidas" y para salvaguardar las infraestructuras del país que está atacando Rusia a las puertas del invierno.
La reacción polaca ante la oferta alemana entronca con las fuertes críticas que el Gobierno del país ha venido lanzando a Berlín por su actitud ante la guerra de Ucrania y los años de amistad con el régimen ruso. A ello se suma la exigencia del Ejecutivo polaco de que Alemania pague una compensación a Polonia por la Segunda Guerra Mundial, que cifraron hace unas semanas en 1,3 billones de euros.
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