
Madeleine McCann desapareció el 3 de mayo de 2007. La menor británica, que estaba a punto de cumplir cuatro años, fue raptada en la habitación del apartamento que habían alquilado sus padres en el complejo turístico Ocean Club de Praia da Luz, en el Algarve portugués. La pequeña y sus hermanos —Sean y Amelie, de 18 meses— dormían mientras sus padres estaban en un restaurante cercano al alojamiento.
Esto motivó que el matrimonio estuviera en el punto de mira de la policía lusa desde el principio. Estadísticamente es muy probable que el culpable de la desaparición de un menor pertenezca al entorno cercano, y -en este caso- el matrimonio había dejado solos a tres niños pequeños para disfrutar de una cena con amigos. Incluso especularon con la idea de que los hubieran drogado para que no se despertaran.
Los investigadores catalogaron a los McCann como malos padres y no confiaban en ellos. El matrimonio explicó que el grupo se rotaba para hacer rondas de vigilancia cada 20-30 minutos y así comprobar que los hijos de todos (un total de ocho) estaban bien, y que en una de esas visitas de control Kate se encontró con que había una ventana abierta y la menor no estaba en su cama.
¿Por qué Maddie?
Lo de dejar a los niños acostados mientras los mayores tomaban algo en el restaurante Tapas del Ocean Club Resort era una práctica habitual del grupo. Y, por eso, solicitaban cada noche la misma mesa: la que tenía mejores vistas hacia los apartamentos donde dormían los menores. Un detalle que la propia Kate apuntaba en su libro 'Madeleine: Our Daughter's Disappearance and the continue search for her', publicado en 2011.
Uno años más tarde, la serie documental ‘The Disappearance of Madeleine McCann’ (que se estrenó en Netflix en 2019) añadía un dato relevante a este respecto: la persona que realizó la reserva en el restaurante tomó nota del motivo por el que el grupo necesitaba que fuese la misma mesa cada noche: vigilar a los pequeños que estaban solos en sus habitaciones. Algo que ahora lamentan los McCann.
"Para mi horror, vi que, sin duda con toda inocencia y simplemente para explicar por qué estaba rompiendo un poco las reglas, la recepcionista había agregado el motivo de nuestra solicitud: queríamos comer cerca de nuestros apartamentos mientras dejábamos a nuestros niños pequeños solos allí y los revisamos de forma intermitente", señalaba Kate.
Con el tiempo, descubrió además que el libro de reservas estaba en la entrada del restaurante, abierto y al alcance de cualquiera. Según publicó recientemente el New York Post, los padres de la pequeña estarían convencidos de que este extremo fue el que convirtió a Madeleine en el objetivo de sus captores, que habrían descubierto que los niños se quedaban solos cada noche y pudieron haberles observado varios días antes de llevarse a Maddie.
Según Robbyn Swan, coautor de ‘Looking for Madeleine’ en 2014, el libro de reservas del restaurante se ha convertido en la "pesadilla" de los McCann. Algo que Kate que confirmaría con esta frase, acerca del error de decir a la persona que hizo la reserva el motivo por el que quería aquella mesa: "Ahora lo lamentamos amargamente y lo haremos hasta el final de nuestros días".
El estado de la investigación
La policía portuguesa presenta su informe final en julio de 2008, momento en el que reconoce que no tienen pruebas que inculpen a los McCann. En ese momento, la investigación contra el matrimonio quedaba archivaba y se les levanta la condición de sospechosos.
A día de hoy, la Policía Metropolitana de Reino Unido sigue considerando que Madeleine se encuentra "desaparecida", dado que no tiene pruebas contundentes sobre su posible fallecimiento. Sin embargo, la Fiscalía de la ciudad de Braunschweig (Alemania) dio a la pequeña por muerta en junio de 2020.
En abril de 2022, el alemán Christian Brueckner fue acusado formalmente de la desaparición de la pequeña, convirtiéndose en el primer y único imputado del caso. Actualmente, cumple condena en su país por tráfico de drogas y violación -a una mujer de 72 años en 2005, precisamente en Praia da Luz-.
A sus espaldas, acumula un largo historial delictivo. El pasado mes de octubre, fue acusado de cinco nuevos delitos sexuales (dos de ellos a menores), que habría cometido entre 2000 y 2017 en Portugal. Sin embargo, podría salir de la cárcel en 2025. El tribunal regional de Brunswick (Alemania) ha decidido que no es "competente" para juzgarle porque la "última dirección conocida" del acusado estaba en otro estado, Sajonia-Anhalt.
El principal sospechoso del caso
Cuando raptan a Maddie, el alemán Christian Brueckner vivía en el Algarve. Aproximadamente a tres kilómetros del complejo en el que veraneaban los McCann. Estuvo en el punto de mira desde el principio, pero no era el único pederasta (este no en exclusiva) que se encontraba en la zona coincidiendo con el periodo estival.
En realidad no es hasta el año pasado —15 años después de la desaparición de la pequeña— cuando éste se convierte en el primer y único imputado del caso. Entre otros delitos, el alemán ha sido condenado por violar en 2005 a una mujer estadounidense de 72 años (a la que ató, golpeó, agredió sexualmente y robó) precisamente en Praia da Luz.
El varón residió allí desde 1995 hasta 2007. Motivo por el que también se le investigó como posible responsable de otras desapariciones ocurridas en la costa portuguesa, como la de René Hesse en 1996. Un niño de 6 años al que se habrían llevado mientras jugaba en la playa.
Hans Christian Wolters, el fiscal alemán encargado del caso de la desaparición de Madeleine McCann, cree que Brueckner la secuestró y la mató. Según afirma, están "casi al 100%" seguros de que él fue es responsable de lo que le ocurrió a la pequeña. El estudio de sus movimientos a través de la localización de sus llamadas —por ejemplo— lo sitúan en la zona la noche de su desaparición.
Brueckner, un depredador sexual
La prensa le puso nombre en 2020. Fue después de que la policía alemana hallara un sótano oculto en una parcela que frecuentaba y que estaba próxima al que fuera el domicilio cuando llegó al país (precisamente en 2007). Estaba en la ciudad de Braunschweig y las autoridades germanas pensaron que podía haber enterrado allí a Maddie.
Hace años que ellos dan por hecho que la pequeña fue asesinada. Los investigadores excavaron en aquel jardín en busca de huesos u otros restos que pudieran pertenecer a la menor. El zulo estaba bajo los cimientos de la construcción, una especie de cabaña que fue demolida en el año 2008.
No encontraron lo que buscaban, pero sí juguetes de niños y un pen drive (dispositivo de almacenamiento portátil) con material pedófilo. Es decir, más de lo mismo. En 2016, las autoridades germanas ya encontraron 8.000 imágenes de pornografía infantil en la caravana en la que vivía, en una antigua fábrica abandonada, junto con grandes cantidades de bañadores de niña en su interior.
El hallazgo se produjo en el marco de la investigación de Inga Gehricke. La pequeña, conocida como la Maddie alemana, tenía 5 años y desapareció en 2015 durante la celebración de una barbacoa en una zona boscosa de Stendal (Alemania). A unos 80 kilómetros del lugar donde se le perdió el rastro a la niña, se encontraba el sótano (o zulo) secreto de Brueckner.