
La policía portuguesa busca restos de Madeleine McCann en la presa de Arade, a unos 50 kilómetros del Ocean Club Resort de Praia Da Luz (donde veraneaba con su familia cuando fue secuestrada), a petición de las autoridades alemanas. El lugar era frecuentado por Christian Brueckner, principal sospechoso y único imputado del caso, cuando residía en el Algarve. Éste fue avistado en la zona en los días posteriores a la desaparición de la pequeña y los investigadores creen que pudo haber arrojado allí su cadáver.
El nuevo rastreo se ha iniciado a primera hora de este martes en presencia de agentes británicos. Tiene como objetivo localizar vestigios que pudieran arrojar luz sobre el rapto y probable asesinato de la menor en mayo de 2007 e incluso sus huesos -de confirmarse que su captor acabó con su vida-, aprovechando que ha bajado el nivel de agua acumulada y favorece la búsqueda. Ésta se realizará al 80% en tierra firme, aunque los investigadores cuentan con la ayuda de una embarcación que recorre la orilla.
Basándose en los datos que se conocen hasta el momento y una vez descartada la implicación del entorno cercano de la niña en su desaparición, la hipótesis principal de los agentes que llevan el caso es que alguien entró por la ventana y se llevó a la pequeña. La policía germana está convencida de que esa persona es Christian Brueckner, un depredador sexual alemán que vivía en el Algarve -concretamente a 3 kilómetros del apartamento de los McCann- cuando raptan a la niña británica.
Madeleine y sus hermanos dormían mientras sus padres cenaban en un restaurante cercano a la vivienda. Los menores estaban solos y todo apunta a que quien se llevó a Maddie lo sabía. Según ha explicado su propia madre, este extremo estaba apuntado en el libro de reservas del establecimiento. Ellos solicitaron tener la misma mesa cada noche porque tenía mejores vistas de los apartamentos, para controlar a los niños. Un error que Kate McCann y su marido lamentarán "hasta el final de nuestros días".
Brueckner, el principal sospechoso
El alemán estuvo en el punto de mira desde el principio, pero no era el único pederasta (Brueckner no en exclusiva) que se encontraba en la zona coincidiendo con el periodo estival. No es hasta el año pasado —15 años después de la desaparición de la menor— cuando él es acusado formalmente en el caso de Madeleine. Entre otros delitos, el varón ha sido condenado por violar en 2005 a una mujer estadounidense de 72 años (a la que ató, golpeó, agredió sexualmente y robó) precisamente en Praia da Luz.
El sospechoso residió allí desde 1995 hasta 2007. Se fue a Alemania tras la desaparición de Maddie. Se le investigó como posible responsable de otras desapariciones ocurridas en la costa portuguesa en aquella época. Entre ellas la de René Hesse, un niño de 6 años al que se habrían llevado en 1996 mientras jugaba en la playa. La prensa le puso nombre en 2020, cuando la policía alemana descubrió que tenía un zulo en una parcela de Braunschweig.
El sótano estaba oculta bajo una cabaña que ya había sido derruida. Pero bajo los escombros encontraron un pen drive (dispositivo de almacenamiento portátil) con material pedófilo. En 2016, las autoridades germanas ya habían encontrado 8.000 imágenes de pornografía infantil y grandes cantidades de bañadores de niña en la caravana en la que vivía Brueckner, en una antigua fábrica abandonada.
Admirador del monstruo de Amstetten
Hans Christian Wolters, el fiscal alemán encargado del caso de la desaparición de Madeleine McCann, cree que Brueckner secuestró y mató a Maddie basándose en los hallazgos que se han realizado hasta el momento. El estudio de sus movimientos a través de la localización de sus llamadas —por ejemplo— lo sitúan en la zona del Algarve la noche de la desaparición de la pequeña.
También descubrieron una conversación de chat en la que el sospechoso reconoce que quiere "atrapar a un niño pequeño y usarlo durante días" e incluso grabar en video "cómo lo torturo". Estaba "obsesionado" con los niños, asegura el fiscal. Algo que coincidiría con el testimonio prestado por otra persona de su entorno, a quien le confesó sentir admiración por el austriaco Josef Fritzl, el monstruo de Amstetten.
Su ídolo violó a su hija Elisabteh —con la que tuvo siete hijos/nietos— durante 24 años (de 1984 a 2008). Todo ese tiempo la mantuvo encerrada en un zulo. Una habitación con las ventanas tapiadas en el ático, donde la obligada a vivir aislada del mundo. Así lo había hecho previamente con su mujer, hasta que murió en 1980. Una terrible historia que a Brueckner le fascinaba.
Experto en colarse por la ventana
Las personas con las que Brueckner tuvo contacto durante los años en los que vivió en el Algarve no conservan muy buena opinión de él, a tenor de los testimonios publicados por el diario británico Mirror. Entre ellos el de una de sus ex —que prefirió mantener su anonimato, por miedo a posibles represalias cuando salga de la cárcel— y el que fuera dice él uno de sus mejores amigos.
La primera relató que conoció al alemán en un restaurante en el que trabajaron juntos y todo el mundo le conocía por Chris. Al principio parecía un tipo amable y caballeroso con las mujeres, pero después —una vez avanzó su relación sentimental— convirtió su vida en un infierno. Era celoso, la obligaba a limpiar su apartamento, la agredió en varias ocasiones y la amenazaba con hacerle daño a su familia si no estaba con él.
El pasaje más inquietante se produce una noche en su casa, cuando vuelve del trabajo. Brueckner, con el que ya había roto, entró en la vivienda por una ventana y la estaba esperando debajo de la cama. Cuando la escuchó, salió de su escondite, la saludó con normalidad y se marchó. Ella cree que quería comprobar si llevaba a algún hombre a dormir. Ahora se pregunta qué hubiera ocurrido de haber sido así.
Por su parte, Michael Tatschl —de 46 años— dijo de su examigo: "Sé que lo hizo". El austríaco fue compañero de piso de Brueckner en Praia da Luz y le considera "capaz de arrebatar un niño para forzarlo sexualmente o por dinero". "Él era un pervertido", sentenció en declaraciones al tabloide inglés, "todos sus amigos lo pensaban, tuvo algunos problemas sexuales".
Según explicó, el sospechoso tenía una gran capacidad para colarse en los apartamentos y las habitaciones de los hoteles para robar a los turistas. Él cree que pudo llevarse a Maddie y vendérsela a alguien de su círculo sexual. Está convencido de que vendía pornografía infantil en la dark web. Sus amigos se preguntaban de dónde sacaba tanto dinero, especialmente a raíz de que se comprara la mencionada caravana, con la que se fue a Alemania y en la que la policía germana encontró bañadores infantiles y material pedófilo.