Las elecciones legislativas austriacas no sólo trajeron buenas noticias para Herbert Kickl, el líder del ultraderechista FPÖ: la debacle de los partidos tradicionales trajo también subidas para el partido comunista y también para el denominado Partido de la Cerveza. El "Bier Partei", que nació en 2014 prometiendo barriles de cerveza en todos los hogares, una fuente de cerveza en Viena o prohibir que en la capital se sirva cerveza con limón "o cualquier mezcla", sigue haciéndose hueco primero en la política local (ya tienen representación en varios distritos de Viena) y en la nacional.
Los comicios del domingo les concedieron un 2 por ciento de los votos (casi 100.000 sufragios) frente al 0,1 por ciento de las legislativas de 2019, un resultado que llega tras el espectacular tercer puesto que lograron en las presidenciales del año pasado, por detrás de socialistas y del FPÖ, con un 8,3%. El partido se quedará, no obstante, fuera del parlamento: el límite para entrar está situado en el cuatro por ciento.
Su líder es Dominik Wlazny, conocido artísticamente como Marco Pogo. Estudió Medicina, es el cantante del grupo de rock Turbobier y empresario. Con 37 años, cuenta que creó el partido como un "proyecto satírico" pero que cuando en 2020 lograron el hito de lograr representación local decidió tomárselo más "en serio" y convertir en su "objetivo" llevar "diversión" y "aire fresco" al Parlamento austriaco.
Se definen como "apolíticos" y dicen querer ser la "voz del pueblo", de los decepcionados de la política y los hartos de la corrupción. "Rebosamos valentía", "queremos llevar alegría y optimismo al parlamento", dicen. "Austria elige cerveza" es uno de los lemas de sus carteles electorales entre los que también se puede leer "nuevo, independiente, incorruptible" o "un partido sin políticos".
Examen para políticos y "Ministerio del Futuro"
Más allá de las intervenciones de su líder pidiendo una Viena que sólo "beba cerveza pura" y de que en su web pidan donaciones animando a "invitarles a una cerveza", el partido celebra mitines como una formación política más y tiene un programa convencional con propuestas de todo tipo, que oscilan entre la izquierda (reclaman más financiación para la sanidad y más vivienda pública) y el liberalismo (exigen menos obstáculos para crear empresas). Entre los temas que tocan está la sostenibilidad de las pensiones (proponen elevar los complementos para los que tienen pensión más baja e incentivar las aportaciones a planes de pensiones privados) y la despolitización de la justicia. También reclaman reducir los gastos electorales, saber en qué se gasta cada euro destinado a impuestos y proponen someter a los futuros ministros a un examen para garantizar que lleguen ahí "por sus méritos" y no por "haber conseguido medrar en el partido".
Además, dedican buena parte del programa a la inmigración y las políticas de asilo: aunque la ven "necesaria" y una "oportunidad" para Austria, defienden que "las reglas son para todos" y que quien no las cumpla "debe ser castigado". Entre las obligaciones para los inmigrantes incluyen la de hablar alemán, con cursos que también den conocimientos sobre democracia y Constitución, facilitar su acceso a una formación que les permita trabajar, agilizar los trámites para inmigrantes cualificados y repartir los asilados de forma "equitativa". Es llamativa también su petición de un "Ministerio del Futuro", destinado a pensar en "cómo será la Austria de 2040 o 2050", centrado en hacer política pensando en el largo plazo.