Pedro Sánchez ha viajado a Cuba para rendir honores al régimen criminal que ha convertido la isla caribeña en una inmensa cárcel desde hace casi seis décadas. Por supuesto, la disidencia democrática ha sido totalmente excluida de la agenda de este viaje, y nadie del Gobierno español se reunirá con ellos.
Lo que más ha llamado la atención en la llegada a Cuba del avión en que viajaba el presidente del Gobierno son los aires de grandeza que han mostrado Sánchez y su esposa Begoña Gómez, que parecen empeñados en ejercer de jefe de Estado y primera dama. Ya en el célebre pasamanos del 12 de octubre trataron de suplantar a los reyes.
La visita de Pedro Sánchez a Cuba es la primera de carácter oficial de un presidente del Gobierno español a la isla en 32 años. Con la disidencia marginada y excluida,
Sánchez y Díaz-Canel, acusado de crímenes de lesa humanidad ante el Tribunal Internacional de La Haya, hablaron de las relaciones bilaterales, de la situación en América Latina, de la presencia de empresas españolas en la isla, de cambio climático y de cooperación en diversos ámbitos, según informa el gobierno español.
A su llegada a La Habana, Sánchez fue recibido en el aeropuerto por el viceministro cubano de Relaciones Exteriores, Rogelio Sierra, junto a quien asistió a continuación a una ofrenda floral al prócer independentista José Martí. En ese lugar, la Plaza de la Revolución, escenario de muchos de los discursos del fallecido dictador cubano, el asesino Fidel Castro, Sánchez escuchó los himnos nacionales de los dos países teniendo a sus espaldas las efigies del terrorista Che Guevara y Camilo Cienfuegos.
Los honores militares se repitieron ya en el interior del Palacio Presidencial y con Díaz-Canel como anfitrión. La jornada de mañana de Sánchez tendrá un marcado carácter económico, ya que asistirá a un foro empresarial organizado con motivo de su visita a Cuba. Una veintena de empresarios asistentes a este evento viajaron con él desde Madrid, que pretende fomentar los negocios con el régimen criminal.