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Un juez ordena liberar a Lula da Silva, encarcelado por corrupción

Esta decisión llega después del fallo del Tribunal Supremo, que establece que los condenados no empiecen a cumplir la sentencia hasta que sea firme.

Esta decisión llega después del fallo del Tribunal Supremo, que establece que los condenados no empiecen a cumplir la sentencia hasta que sea firme.
El expresidente Lula da Silva en una imagen de archivo. | EFE

Un juez federal ha ordenado este viernes liberar al ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, que purga dos condenas por corrupción, en cumplimiento del reciente fallo del Tribunal Supremo (STF) que establece que los condenados no empiecen a cumplir la sentencia hasta que sea firme.

El STF decidió el jueves, por seis votos a favor y cinco en contra, revocar la ley que establece que los convictos comienzan a cumplir sus sentencias después de perder su primera apelación y, en cambio, que se les permita agotar el largo proceso de apelaciones antes de entrar en prisión. La defensa de Lula, que está encarcelado desde abril de 2018, se había apresurado a solicitar su "liberación inmediata" conforme al fallo del Supremo, petición que el juez federal Danilo Pereira ha concedido, por lo que el líder izquierdista será liberado este mismo viernes.

Simpatizantes del líder izquierdista se han ido acercando a lo largo de todo el día en la Superintendencia de la Policía Federal de Curitiba, donde está encarcelado, para presenciar su salida.

Su excarcelación no significa que haya sido exonerado, sino que esperará en libertad a agotar las vías de recurso en las dos condenas que ha recibido hasta la fecha y que podrían aumentar, ya que tiene ha sido imputado en otros cinco casos derivados de 'Lava Jato' y tiene tres denuncias pendientes.

Lula fue condenado en julio de 2017 a nueve años y medio de cárcel por aceptar un tríplex de lujo como pago a los favores políticos que hizo a la constructora OAS. Posteriormente, la pena se cambio, primero a doce años y un mes y finalmente a ocho años y diez meses.

El pasado mes de febrero, el antiguo dirigente sindical recibió una segunda condena por corrupción. Esta vez, a doce años y once meses de cárcel por las reformas que las constructoras OAS y Odebrecht hicieron en una propiedad rural atribuida a Lula en Atibaia, Sao Paulo, también como pago a sus favores políticos.

Lula ha combatido por todos los medios ambos fallos. En el caso del tríplex de lujo, lo ha elevado a la máxima instancia judicial de Brasil reclamando la nulidad de todo el proceso por la supuesta parcialidad del juez a cargo del mismo, el ahora ministro de Justicia, Sergio Moro. El otro caso está en segunda instancia.

Desde el pasado mes de septiembre está en régimen semiabierto porque ha cumplido ya una sexta parte de la primera condena, pero se ha negado a disfrutarlo por considerar que es tan solo una limosna frente a lo que reclama, su libertad.

El ex inquilino del Palacio de Planalto se ha convertido en el preso de mayor rango de la Operación Lava Jato, en la que se investiga el cobro de sobornos a cambio de beneficios políticos. El escándalo de corrupción ha salpicado a todos los partidos, así como a empresarios.

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