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El discurso leninista de Vladimir Cerrón, el líder real del partido comunista que se ha hecho con el poder en Perú

Perú Libre es el partido del nuevo presidente de Perú, Pedro Castillo, pero su líder real es Vladimir Cerrón, pese a estar condenado por corrupción.

Perú Libre es el partido del nuevo presidente de Perú, Pedro Castillo, pero su líder real es Vladimir Cerrón, pese a estar condenado por corrupción.
Vladimir Cerrón, en un acto electoral de Perú Libre. | Wikipedia/Roy Cerrón Rojas

A sólo unos días de la toma de posesión de Pedro Castillo como presidente de Perú, el líder real de su partido, Vladimir Cerrón Rojas, expuso en un discurso ante sus militantes la política completamente leninista que piensa aplicar en Perú.

La intervención tuvo lugar en el Congreso Nacional 2021 de Perú Libre, celebrado el día 23 de este mes de julio y en Lima y en ella se refleja el carácter claramente leninista de la formación y del programa político que pretenden aplicar en el país andino.

Para empezar Cerrón utiliza una retórica claramente militarista muy propia del leninismo, desde hablar de "batallones juveniles" para referirse a los equipos del partido que distribuyen su propaganda en las redes sociales o cuando se refiere a un "factor que permitió aplanar el piso del campo de batalla".

El marxismo-leninismo por delante

Como siempre ha ocurrido con este tipo de líderes totalitarios, Cerrón no esconde la naturaleza de su partido y recuerda cómo se define de forma "clara" como "una izquierda socialista, marxista-leninista-mariateguista". De hecho, presume de que es ese posicionamiento lo que "permitió a la vanguardia del pueblo —otro término claramente bolchevique— discernir y deslindar de la centroizquierda y de la izquierda liberal, empujar al centro izquierda más al centro y —para que quede claro— radicalizar al Partido más a la izquierda", lo que define como "la táctica principal" en los últimos años y especialmente en la reciente campaña electoral. Una campaña de la que presume que "fue dirigida dialécticamente, con sus leyes, principios y categorías".

Además, reconoce lo relevante que ha sido la pandemia de coronavirus en su llegada al poder, "un factor coyuntural, pero decisivo" ya que fue una situación que "le hizo ver al pueblo (…) los antagonismos irreconciliables" en la sociedad peruana y, "en resumen, experimentaron la lucha de clases en carne propia, lucha que libra la humanidad desde su existencia".

No son "quimeras o utopía"

Cerrón advierte con claridad de que su programa político "no se trata de simples aspiraciones, quimeras o utopías", sino que se basa en su "experiencia en la conducción del Estado regional en Junín" y pasa por puntos clave como "la convocatoria a una Asamblea Constituyente, la renegociación de los contratos del Estado peruano con las transnacionales y el control soberano de nuestros recursos naturales", cuya nacionalización, amenaza, "no debe descartarse".

Entre estos planes económicos, que sólo se tratan en un par de párrafos de un discurso de cuatro folios, cabe destacar su apuesta por lo que denomina Economía Popular con Mercados que parte de algunos puntos doctrinales "dentro de los límites que permite el cambio" y que pasan por respetar la propiedad privada pero sólo si está "bien concebida", así como la empresa pero "sobre todo la nacional" y el propio mercado pero solo porque "es innegable su existencia".

Un partido bolchevizado

El secretario general de Perú Libre también explica con claridad el papel que tendrá el partido a partir de ahora: "El Gobierno hará las obras, mientras el Partido creará la conciencia popular para sostenerlo", dice, para explicar a continuación que si "el Gobierno lanzara la necesidad de un referéndum, el Partido se desplazará para lograr las firmas" o que "si el Gobierno es amenazado por las fuerzas opuestas al cambio" será el partido el que, en la mejor tradición bolchevique, "organizará la defensa".

Un partido en el que, por supuesto, no se admite la disidencia: "En una fortaleza sitiada, como Perú Libre, toda disidencia es una traición, como dijera un revolucionario latinoamericano". Finalmente, en lo que podría leerse como una advertencia al propio Pedro Castillo, apunta que "el Gobierno pasa" pero "el Partido queda".

El último párrafo del discurso está también dedicado a esta visión absolutamente bolchevique del partido que "es el que acopia las demandas del pueblo, analiza las ideas, procesa la información, plantea y expone una solución razonada dentro de los límites de la objetividad y, finalmente, invita al pueblo a materializarla, conduciéndolo a la victoria".

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