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Las maniobras de Perú Libre por controlarlo todo se extienden al organismo que dirige la inteligencia peruana

Vladimir Cerrón y Perú Libre desembarcan en los servicios e inteligencia peruanos con una serie de polémicos nombramientos y ceses masivos.

Vladimir Cerrón y Perú Libre desembarcan en los servicios e inteligencia peruanos con una serie de polémicos nombramientos y ceses masivos.
El líder de Perú Libre, Vladimir Cerrón, en una imagen de archivo. | Wikimedia

La Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) es el organismo peruano que centraliza la información y el espionaje del país andino, algo así como el CNI español. Es, por tanto, de una entidad clave y más aún en un país que tiene que enfrentarse a retos como un narcotráfico en crecimiento y, no lo olvidemos, la amenaza terrorista aún presente de Sendero Luminoso.

Pero en las últimas semanas la DINI ha estado en el centro de la polémica política: la sustitución de su responsable superior y la purga de un buen número de los cargos intermedios han vuelto a poner sobre la mesa la falta de una gestión profesional del órgano, que con la llegada de Perú Libre al poder estaría empeorando.

Las principales críticas se han centrado en el nombramiento de José Luis Fernández Latorre como responsable principal del organismo. Para empezar, muchos medios peruanos han destacado que es un completo lego -ni tiene experiencia, ni conocimientos, ni preparación- en materia de inteligencia, pero además se ha revelado que en su etapa como Policía fue sancionado hasta en 30 ocasiones.

En general los medios peruanos han destacado que la única razón por la que Fernández ha sido nombrado es ser amigo de Richard Rojas, la mano derecha de Vladimir Cerrón, el hombre fuerte del país.

Un organismo demasiado cerca de la política

En realidad, la gestión de la DINI siempre ha estrado más vinculada al control político que a una gestión más profesionalizada. En conversación con Libertad Digital Andrés Gómez de la Torre, abogado, experto en defensa e inteligencia y exdirector de la Escuela Nacional de Inteligencia de Perú, explicaba que "el cargo de Director Nacional de Inteligencia es de estricta confianza del Presidente de la Republica" y que en los últimos 21 años "hubo 17 jefes de inteligencia".

Una inestabilidad que para él se debe a que "los gobiernos nunca estuvieron decididos a hacer una reforma a fondo de la inteligencia", un servicio que viene de la época fujimorista, por "temor y desconocimiento" y esto hace que no sólo Fernández sino "esa lógica también seria aplicable a varios de los 17 que lo antecedieron".

No sólo el máximo responsable

La polémica se ha acrecentado porque Fernández no ha sido el único cambio en la DINI, prácticamente toda la dirección del organismo ha cambiado, con hasta nueve directores sustituidos en lo que se ha denominado una "poda general" para la que ha necesitado menos de tres semanas.

Según la información del diario La República en este corto espacio de tiempo han sido sustituidos los directores de Inteligencia u de Contrainteligencia, el jefe de Seguridad Digital, diversos asesores y el jefe de Enlace.

Gómez de la Torre, no obstante, también señala que en el Perú no solo en los cambios de gobierno, sino que incluso "en un mismo gobierno cada salida y entrada de un Jefe de inteligencia supone cambios en los cargos mas importantes. En el país -añade- se mira a los servicios de inteligencia como un órgano mas del aparato publico y no, como debe ser, un organismo de muy especiales características".

No obstante, quizá en esta ocasión sea diferente, dados los vínculos Perú Libre: "Es un peligro lo que puedan hacer estas personas con la información relacionada al narcoterrorismo" ya que como todo el mundo sabe "varios miembros del Ejecutivo y el Congreso son investigados por esos delitos", aseguraba en el periódico peruano Trome una fuente de dentro de la propia DINI.

El personaje más polémico

A todo esto hay que sumarle que Fernández Latorre ha nombrado como jefe de gabinete a un hombre muy polémico: Gustavo Bobbio Rosas, general retirado del ejército, vinculado en su día con el que fuese todopoderoso Vladimir Montesinos, que fue precisamente jefe del organismo antecesor de la DINI en la época -entonces llamado Servicio de Inteligencia Nacional de Perú (SIN)- de Alberto Fujimori y que todavía está en la cárcel tras ser condenado por docenas de delitos, desde la corrupción al asesinato.

Y es que Bobbio fue asesor de Nicolás Hermoza, comandante general del ejército durante el fujimorismo, considerado entonces el tercer hombre fuerte del régimen -tras Fujimori y Montesinos- y también en la cárcel actualmente.

Además, Bobbio -que sí es un experto en inteligencia y que según algunos será el verdadero director de la DINI- está relacionado con un siniestro personaje, Antauro Humala. Hermano del que después fuera presidente, Ollanta Humala, Antauro fue máximo responsable del Andahuaylazo, una asonada en la que murieron varias personas, entre ellos cuatro policías.

Antauro Humala sigue también sigue en prisión por estos hechos y Gustavo Bobbio ha reconocido que "es un amigo al que le doy consejos cuando me los pide", si bien ha querido restarle importancia a esta relación asegurando que "son consejos de vida, hasta filosóficos".

El SIN de Montesinos, en el recuerdo

Además de la lógica preocupación por un organismo de estas características, la situación en la DINI despierta preocupación en Perú por el recuerdo de la época en el que Vladimiro Montesinos utilizó el SIN para afianzar la dictadura fujimorista, chantajeando o sobornando a cientos de políticos y personalidades del país.

El descubrimiento de una de las muchas grabaciones que guardaba -tenía por costumbre grabar todas sus reuniones- precipitó su huida del Perú y en su propia caída acabó arrastrando al régimen.

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