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La dictadura cubana condena a 23 años de cárcel a un discapacitado por el 11J: "Todo es una vil mentira"

Walnier Aguilar, de 21 años, es padre de dos niñas pequeñas. Su familia está "destrozada" y denuncia que el juicio fue una farsa.

Walnier Aguilar, de 21 años, es padre de dos niñas pequeñas. Su familia está "destrozada" y denuncia que el juicio fue una farsa.
Walnier Aguilar, condenado a 23 años de cárcel por el 11J, junto a sus hijas. | LUIS WILVER AGUILAR

"Cuídame a las niñas y a mi mamá", así se despidió Walnier Aguilar de su padre tras conocer que pasará 23 años en la cárcel por haber participado en las manifestaciones del 11J en Cuba. El joven, de 21 años y con una discapacidad intelectual, ha sido condenado por un delito de sedición. El Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) ha denunciado su caso -este lunes- ante el Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria de la ONU.

Su familia está "destrozada", "en depresión total", desde que conoció la condena "injusta" y "abusiva" de Walnier, explica Luis Wilber Aguilar en declaraciones a LD. "Mi esposa nunca se pensó que este Gobierno iba a sancionar así, injustamente, a un muchacho de 21 años, con dos niñas y sin antecedentes penales," añade. "Las niñas tienen uno y dos añitos", lamenta Rosario Rivera, abuela de las pequeñas, que apenas puede pronunciar unas palabras.

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Walnier Aguilar junto a su familia, en Cuba.

El propio Walnier no creía que el régimen comunista podía llegar tan lejos. "Nunca tuve un problema, nunca había ido a la estación de policía y me juzgan como si fuera un criminal", dijo a su padre. "El muchacho solo se manifestó porque lo que quiere es paz, libertad, que es lo que no hay en este país. Eso fue lo que pasó", sentencia Luis Wilber. "Usted puede hacer cualquier delito, pero que no sea político, cuando usted se mete en política las cosas se toman en mayor rigor".

Llevan siete meses separados. El joven fue arrestado el 20 de julio de 2021, unos días después del estallido social del 11J en Cuba. Los agentes se presentaron en su casa y su propio padre le entregó, a sabiendas de que "no había hecho nada malo". Pasó una semana hasta que volvieron a tener noticias suyas. Ese fue el inicio de un calvario que aún hoy continúa.

El juicio fue una farsa

"EEUU conoce bien que los actuales procesos judiciales en Cuba se desarrollan con pleno apego a la ley y dentro de estándares internacionalmente aceptados. Miente para empañar la labor ejemplar de Cuba en la protección a su niñez y justificar medidas coercitivas criminales", escribió este lunes el Ministro de Exteriores cubano Bruno Rodríguez en su perfil de Twitter.

A Luis Wilber le hierve la sangre cuando lee o escucha a representantes gubernamentales defendiendo los procedimientos judiciales a los detenidos por el 11J. La demostración de que "todo es una vil mentira, una mentira abierta al mundo" es el juicio de su propio hijo. "Eso fue la mentira más grande que he visto en mi vida", insiste. "Inclusive, le digo, la jueza empezó a llorar" cuando se dio a conocer la condena.

Según asegura, no les permitieron presentar las pruebas que certifican la discapacidad de su hijo, que estudió en un colegio de educación especial desde niño. "Tiene todos sus papeles en regla", señala, "tiene una lesión en la parte frontal del cerebro izquierda". "Mi juicio fue una mentira. Totalmente mentira. Enjuiciaron a un testigo", explica. "Pusieron de testigo al Presidente del Gobierno, al presidente del partido... ¿Dónde se ha visto eso?", se pregunta.

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La policía del régimen comunista reprimió las protestas del 11J a golpes.

"Ellos no hicieron nada del otro mundo, al contrario", dice Luis Wilber en alusión a lo que sucedió el 11 de julio. "El muerto lo pusieron ellos. El pueblo no tenía pistola. Y hay un muerto, pero lo mataron ellos y se sabe... El asesino está en la calle", asevera. Para él, el 11J "el pueblo demostró que estaba cansado del abuso". "Es mucha la necesidad que hay en este país". Su hijo ni siquiera puede recibir su medicación. "Aquí en Cuba no hay medicina", advierte, "ni para un catarro".

De ahí que la gente se levantara. "Ahí están las imágenes. Era el pueblo entero, no fueron 700 ni 900. Fue un pueblo entero". Algo que no había ocurrido "nunca", destaca. Lo peor es que "los más inocentes son los que están presos, porque no pueden coger al pueblo entero". Muchos de los familiares de los detenidos "están sufriendo en silencio porque tienen miedo". Pero él advierte que seguirá luchando por recuperar a su hijo: "No me voy a callar ante tanta injusticia. Yo no tengo miedo. Padre guardián dice que no se va a caer".

Caceroladas por la libertad

Luis Wilber y su familia están dispuestos a hacer todo el ruido que sea necesario para lograr que el régimen comunista cubano recule y deje en libertad tanto a su hijo como al resto de detenidos por manifestarse contra la dictadura. De ahí que hayan puesto en marcha su particular protesta a modo de caceroladas diarias, a las que cada vez se suman más cubanos.

"El silencio es malo. No hay libertad con miedo", sentencia el padre de Walnier Aguilar. Por ese motivo, "todos los días nos reunimos y hacemos un cacerolazo por la liberación de los presos políticos". La cita es a las 8 de la tarde y, después, todos los que se han sumado a la iniciativa suben sus videos. .

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