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Cuando el comunismo hace del periodismo una profesión de riesgo

El asalto a la PBO peruana y el asesinato de Lourdes Maldonado en México nos recuerdan la falta de libertad de prensa en los regímenes comunistas.

El asalto a la PBO peruana y el asesinato de Lourdes Maldonado en México nos recuerdan la falta de libertad de prensa en los regímenes comunistas.
Protesta frente al Palacio Nacional de México tras el asesinato de Lourdes Maldonado. | EFE

"Vengo a pedirle ayuda y justicia laboral porque hasta temo por mi vida". Este fue el grito desesperado de Lourdes Maldonado a López Obrador durante una rueda de prensa del presidente en 2019. Intuía que pasaría a engrosar la letal estadística que cercena la libertad de prensa en México. Su asesinato es el segundo esta semana en Tijuana y el tercero en lo que va de año en todo el país; el peor del mundo para ejercer la profesión, pero no el único.

También esta semana, policías del régimen de Castillo sin identificar irrumpían en la torre de emisión de PBO en Perú para secuestrar la emisora opositora. Por la fuerza y sin previo aviso; el mismo proceder con el que Maduro cerraba el 11 de enero, la cadena VPITV. Con ella, ya son 86 los medios amordazados por el régimen chavista.

Al periodista Waldo Fernández comenzaron a hostigarle, a detenerle y a perseguirle por sus artículos críticos con el régimen en el Diario de Cuba. Él ha participado junto a otros tres compañeros en el programa de acogida a periodistas que Reporteros Sin Fronteras pone en marcha cada año junto al Ayuntamiento de Madrid.

Su estancia en la capital ya ha terminado pero él ha pedido asilo en España porque en Cuba, teme por su vida. "Allí nadie quiere ejercer – explica- porque ser periodista es una profesión de alto riesgo, que te puede llevar a la cárcel". De hecho, "el acceso a fuentes gubernamentales es imposible y muchos compañeros trabajan con pseudónimos porque tiene miedo a dar la cara"

Ser la única mujer periodista

Es el caso de Ariel Rodríguez. Su nombre se le ocurrió cuando llegó a España para participar en el mismo programa de acogida. Ella es la única periodista mujer en su ciudad, en Nicaragua. Un país donde el régimen encarceló a toda la oposición a Daniel Ortega para unas presidenciales que fueron calificadas de pantomima a nivel internacional. "Allí impera la llamada Ley 1055 que considera traición a la patria cualquier información crítica con el régimen publicada tanto dentro como fuera del país".

Es por esto que Ariel tiene que actuar con sumo cuidado. Desde su regreso a Nicaragua "las amenazas se han recrudecido hasta el punto de que no puedo ir a cubrir un accidente de tráfico. Las autoridades, e incluso la Cruz Roja, no me permiten acceder".

Su familia le ha pedido en varias ocasiones que abandone la profesión pero para ella, "es un compromiso, una forma de intentar un cambio. No es romanticismo pero cuando te casas con el periodismo, es difícil que las circunstancias te divorcien porque uno se identifica mucho con la lucha social estando en esta trinchera. Si todos nos vamos al exilio, propiciamos el apagón informativo que quiere el gobierno".

Su objetivo al participar en este programa es dar a conocer la situación en Nicaragua. Porque, aunque "Cuba es el laboratorio del comunismo", el régimen de Ortega no se queda atrás: "Hay desapariciones forzadas y funcionarios comprados. Los cercanos a Ortega tienen aún más miedo porque corren más peligro de huir. De hecho, no deja salir del país ni a sus propios militantes".

Marruecos y Rusia

Allí donde el comunismo avanza, lo hace la mordaza a la prensa libre. Por eso no se limita sólo a América Latina. Desde Reporteros Sin Fronteras, su vicepresidenta, Edith R. Carchera, denuncia que Marruecos, "utiliza a los periodistas españoles como medida de presión en todas las crisis bilaterales con España".

En Rusia la lista de periodistas asesinados es larga. Para silenciar a los medios críticos, Putin utiliza la misma treta con la que consiguió el cierre de la ONG Memorial, la única que documentaba las atrocidades del régimen de Lenin: la etiqueta de "agente extranjero". Para Edith "es una obsesión heredada del KGB para calificar a los espías" y que todavía hoy funciona en la forma de percibir de la sociedad. "Allí los periodistas están obligados a marcar con esa etiqueta cada publicación e incluso cada tuit, lo que espanta a los inversores y propicia el cierre de los medios".

España, alto riesgo en libertad de información

Y luego está el caso de España. Reporteros Sin Fronteras ha denunciado públicamente y en comunicación directa con el Gobierno, la falta de transparencia del Ejecutivo y el veto a los medios de comunicación; el último, en el briefing sobre el reparto de fondos europeos.

También han denunciado la opacidad en la información sobre la pandemia y los obstáculos a la hora de permitir la toma de imágenes en la morgue del Palacio de Hielo.

Sólo en 2020, el Instituto Universitario Europeo, detectó 66 ataques y presiones a periodistas por informar sobre el procés. En su informe, sitúa a España en riesgo medio en lo relativo a la libertad de expresión y en riesgo alto en lo referente a la libertad de información.

En cuanto a la transparencia, a pesar de que la palabra aparece más de 30 veces en su programa electoral, el Gobierno de Sánchez ostenta el récord de ser 20 veces menos transparente que el de todos sus predecesores.

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