Miguel Henrique Otero es director del periódico venezolano El Nacional, perseguido por el régimen de Nicolás Maduro, antes de Hugo Chávez. Se cumplen ahora dos años desde que el 14 de mayo de 2021 el Ejército irrumpió en las instalaciones del rotativo y se hizo con el control absoluto por informar de manera independiente sobre el gobierno. Desde Madrid sigue editándose en su versión online. Otero, exiliado desde 2015, atiende a Libertad Digital en su casa, la nueva sede del periódico, para hablar de la situación de su país, de los paralelismos con España y de Podemos.
¿Qué es el periódico El Nacional de Venezuela?
El Nacional es el periódico más importante de Venezuela, fue fundado en 1943 por mi abuelo, al que siguió mi padre, y ha sido el gran periódico de la democracia. En Venezuela había tres periódicos grandes: El Nacional, El Universal y Última Noticia. A los dos últimos los compró el Gobierno de Chávez-Maduro en una operación poco transparente. Nosotros somos los únicos que resistimos, y seguimos resistiendo. El Nacional ha acompañado a Venezuela durante los 40 años de democracia, y le sigue acompañado en la resistencia.
¿Cómo fue el proceso para acabar con la prensa libre en el país?
Chávez fue por fases: empezó con la radio y la televisión, aprobando la Ley Resorte, muy punitiva y discrecional, por la que cerraron Radio Caracas Televisión, y crearon un mecanismo de censura y cierre de medios permanente en radio y televisión. Después fueron contra los periódicos, quitándoles el acceso al papel y bloqueando luego las webs. Venezuela es un país apagado para la libertad de expresión. En paralelo hay una línea represiva a través de la administración, los tributos, la publicidad, agresiones contra los periodistas…por eso estoy en el exilio.
¿Qué ocurrió con El Nacional?
Impusieron una demanda de difamación contra el periódico cuando nos hicimos eco de una noticia del ABC español sobre Diosdado Cabello, investigado por narcotráfico por un fiscal del Estado de Nueva York, contra el que pesa una orden de captura de la DEA. Pero la Corte Suprema venezolana sentenció que debíamos pagarle 13 millones de dólares para resarcir su honor. Ese día el Ejército tomó las instalaciones y ahora operamos con periodistas perseguidos que trabajan dentro y fuera del país; el equipo técnico está en Miami, los servidores en Texas, logrando un gran tráfico de lectores en América e, incluso, Venezuela cuando podemos superar el bloqueo.
¿Cómo logró huir del país?
Cuando tomaron las instalaciones yo estaba en Israel y, gracias a eso, no pudieron detenerme. Cuando el Ejército tomó las instalaciones, desalojó a todo el personal, aunque la mayor parte de los archivos ya los habíamos sacado porque preveíamos lo que iba a ocurrir. El edificio sigue tomado a pesar de que está vacío y en él sólo crece la hierba. Antes, los comunistas expropiaban algo pero lo mantenían funcionando de forma ineficiente, pero éstos dejan que se destruya.
¿Cree que podrá volver alguna vez a Venezuela?
Mientras se mantenga la orden de detención contra mí, no. En cuanto ocurra algo y se suspendan las medidas, volveré a mí país. Mientras, sigo dirigiendo el periódico desde aquí, desde Madrid.
¿Quién es para usted Hugo Chávez, ya fallecido?
Era una persona muy carismática en las clases populares, producto también del deterioro del sistema político que había, que llegó a tener una popularidad del 85%. Pero estos líderes mesiánicos populistas sienten que encarnan el pueblo y cuando alguien les critica, critica al pueblo. Eso justifica cualquier atropello. A medida que iba perdiendo popularidad, crecía la represión. Tuvo la suerte de que el precio del petróleo subió muchísimo, cuando llegó se producían 3,3 millones de barriles diarios, a un precio de 8 dólares el barril, que subió a 150 dólares, una montaña de dinero que dilapidó. Ahora se producen sólo 600.000 barriles porque dilapidaron la industria.
¿Y Nicolás Maduro?
Maduro no tiene tanta popularidad como tuvo Chávez, no ganó unas elecciones, lo pusieron los cubanos. Entra ya con un deterioro muy grande del régimen, lo que provoca que crezca más la represión hasta ser una dictadura. El nivel de destrucción de Maduro es inconcebible, el PIB se redujo un 85%, ha destruido el país sin guerra una cuarta parte de la población, 7 millones han salido. Es algo nunca visto antes en la Historia sin que haya un conflicto armado o una catástrofe natural. El 75% de venezolanos están en niveles de pobreza crítica, en niveles de Haití.
¿Cómo ha sido ese proceso de destrucción?
El modelo posmoderno de dictadura comunista es siempre poner primero la mano al Tribunal Constitucional para dinamitar los pilares de la democracia. Cuando Chávez plantea una Asamblea Constituyente no es para aprobar una Constitución comunista, sino para controlar el TC, como ocurre en España. La dictadura del proletariado ahora es llegar al poder con unas elecciones y reventar el Estado a través del TC.
¿Corre España el mismo riesgo?
Sí, claro, por su puesto. Yo digo que los venezolanos venimos del futuro, aunque no es tan sencillo. Chávez lo pudo hacer porque tenía muchísima popularidad y dinero que manejaba discrecionalmente.
¿Cree que en España la oposición y las instituciones tienen suficiente fuerza para impedir llegar a esa situación?
En las próximas elecciones lo más probable es que gane la derecha, pero tiene que ser consciente de que existe ese peligro porque, si la derecha no revierte las reformas que se han hecho, mañana puede cambiar, otra vez, como ocurrió con Zapatero. Sánchez lo que hace es seguir su estela. Si gana la derecha y no hace nada, cuando vuelva la izquierda, al final, se quedan sin país.
¿Qué influencia tuvo Podemos en Venezuela?
Hay una influencia política pagada con dinero público, a través de la fundación de Podemos, de lo que sí hay registro en documentos públicos. Pero no hay trazos del dinero pagado en efectivo, como con las maletas de Delcy. Aunque lo más importante es la influencia ideológica, a través de la presidenta del Tribunal Supremo venezolano, (Gladys María Gutiérrez) que monta la estructura para dilapidar los pilares de la democracia y que estudió en la Universidad de Zaragoza, donde elaboró una tesis dirigida por los de Podemos.
¿Hay esperanza para Venezuela?
Ha habido varios momentos en los que la oposición ha estado a las puertas de revertir el proceso, y vendrán otros. Pero hay un problema de foco, de organización. Un país con las condiciones que he descrito, donde el antimadurismo ahora es del 90%, tiene que tener un objetivo claro de salir del régimen, que sea compartido.
¿Cómo una población hambrienta, controlada por el gobierno, puede hacer frente a la dictadura?
Esta no es una dictadura tradicional, con una estructura piramidal, esto es una corporación criminal que tiene secuestrado al país. Hay varios poderes que han establecido una alianza delincuencial. El poder en Venezuela está marcado por el narcotráfico, con alianzas con todas las fuerzas del mal: Cuba, Hezbolá, las FARC, el ELN. A pesar de ello, en lo que va de año se han registrado 5.000 manifestaciones populares, lo que es una barbaridad.
¿Cómo pueden rebelarse los poderes públicos que quedan?
El Ejército ha vivido unas 8 rebeliones, aplacadas por el gobierno con 200 oficiales presos. Las Fuerzas Armadas están en permanente ebullición. Hay una oposición política, dividida, pero que está allí, no como en Cuba que no existe o vive fuera. Estos elementos pueden provocar una quiebra porque la base del régimen es inestable. El problema es que los demócratas creen que la salida siempre debe ser a través de unas elecciones transparentes, pero hablamos de criminales. Ortega, en Nicaragua, apresó a todos los opositores cuando vio que iba a perder o si no cambian el resultado electoral. La salida tiene que ser con una confrontación distinta.