
Ramón Gustavo Castillo Gaete -de 35 años- fue hallado muerto el 1 de mayo de 2013 en una cabaña abandonada de la localidad peruana de Cuzco, donde se escondió tras fugarse de Chile. La policía de ambos países le buscaba por el asesinato de su propio hijo. Cuando sintió que le pisaban los talones, se ató una soga al cuello y se suicidó.
El chileno, músico de profesión, era el líder de una secta y ordenó que el bebé fuese sacrificado. El pequeño tenía apenas dos días de vida cuando fue arrojado a una hoguera. Por extraño que parezca, el gurú lo hizo pensando que con ello ayudaba a los demás. Era la manera de "salvar al mundo", librándolo de todo pecado antes del "día juicio final" (que creía próximo).
Así lo aseguran al menos algunas de las personas que conocieron al gurú en el documental de Netflix que la plataforma estrenará el próximo 25 de abril. Ramón Castillo, que en la última etapa de su vida se hacía llamar Antares de la luz, creía ser "la reencarnación de Dios" y que en su forma humana sólo podía engendrar al "anticristo".
El pequeño nació el 21 de noviembre de 2012 fruto de las relaciones sexuales que el gurú mantuvo con una de sus seguidoras, Natalia Guerra. Antares y sus fieles creían que el mundo llegaría a su fin el 21 de diciembre de 2012, como predijeron los mayas. En su delirio colectivo, interpretaron el nacimiento del bebé como una señal y procedieron a su "sacrificio".
Un sacrificio humano
En ese contexto se produjo el asesinato del recién nacido. Cuando se confirmó el embarazo de Natalia, la mandó a una casa aislada de Los Andes. Allí permaneció -ella sola- hasta que llegó el momento del parto. Una vez dio a luz, trasladaron a ambos a Los Culenes de Quilpué (uno de los centros de operaciones de la secta) y procedieron al sacrificio del bebé.
"Le pusieron cinta adhesiva alrededor de la boca para evitar que gritara" y "le ataron a una tabla" antes de arrojarlo al fuego que habían preparado en un agujero excavado en el suelo, según explicó Miguel Ampuero, subjefe de la Policía de Investigaciones (PDI) de Chile. El Juzgado de Garantía de Quilpué declaró culpables de su muerte a todos los que participaron en el ritual.

Entre ellos estaban la madre del menor, Natalia Guerra, y la mano derecha de Antares, Pablo Undurraga, que fueron condenados a 5 años de cárcel (por parricidio y homicidio calificado, respectivamente). Al resto -María del Pilar Álvarez, David Pastén, Carolina Vargas, Josefina López y Karla Franchy-, les impusieron 3 años de prisión (en calidad de encubridores).
La madre del pequeño -que entonces tenía 25 años y era diseñadora gráfica de profesión- declaró durante el juicio: "Toda la comunidad sabía que mi hijo tenía que ser asesinado después de nacer y que había que obedecer a Antares de la luz, porque él era Dios". Por eso le debían "obediencia y humildad".
Inicialmente ella no quería tener relaciones sexuales con Ramón Castillo, según relató. Natalia estaba enamorada de otra persona: Pablo, con quien llegó al grupo siendo pareja. Buscaban respuestas y el gurú parecía tenerlas. Con el tiempo, la relación con su novio se terminó. Fueron llegando nuevos adeptos y él se convirtió convirtió en el lugarteniente de Antares.
El proceso de transformación
Ramón Castillo nació el 20 de diciembre de 1977 en Santiago de Chile. Era el menor de tres hermanos de una familia de clase media. Su padre -Ramón Arquímedes Castillo- tenía una tienda de artículos electrónicos y su madre -María de la Luz Gaete- era secretaria. El matrimonio se separó tras casi 30 años de convivencia. Él se quedó a vivir con la mujer, pero el hombre le visitaba con frecuencia. Aparentemente, no lo vivió como algo traumático.
El chico, eso sí, siempre tuvo latente su faceta mística. Era vegetariano, creía en los extraterrestres y se hacía preguntas trascendentales desde una edad muy temprana. No obstante, sus amigos de entonces le definen como "niño normal" y "feliz". Iba al colegio, le gustaba jugar al balón y era ‘boy scout’ (explorador). Estudió Pedagogía en música en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, fue profesor de la materia y formó parte del grupo de música andina Amaru durante 3 años. Tocaba distintos instrumentos de viento.
Los componentes de la formación le consideraban un tipo singular, porque hablaba constantemente de su conexión con la naturaleza y aseguraba que tenía contacto con "seres de luz". Con el tiempo, su misticismo fue en aumento y terminó teniendo problemas con ellos. Finalmente, decidieron que la gira que realizaron por China en 2006 sería la última que compartirían. Ahí arranca su proceso de transformación hacia Antares. Toma el nombre de la estrella más brillante de la constelación de Escorpio, especial por su color (rojizo), su tamaño (gigante) y su posición (en el centro).
Tras su salida de Amaru, se radicalizó. Abandonó la docencia y las clases de música por los seminarios de autoconocimiento y sanación que impartía para ganarse la vida. Así fue sumando adeptos y formó un grupo del que nació en 2009 la conocida como secta de Colliguay, en la que consumían ayahuasca y todas las mujeres debían mantener relaciones sexuales con él. Las que lo rechazaban eran duramente castigadas -a golpes-, según la investigación realizada por la policía y la justicia chilenas.
El fin de la secta
Así es como Natalia Guerra se quedó embarazada de Antares, su "Dios". La mujer dio a luz un mes antes de que llegara el supuesto "fin del mundo" y entregó el bebé a su líder para que se hiciese lo que él había dispuesto. El gurú decidió que el niño debía llamarse Jesús y morir en la hoguera, por tratarse del anticristo. Dicho y hecho.
El pequeño fue arrojado al fuego dos días después nacer en un macabro ritual en el que participaron todos los miembros del grupo. Después acamparon en la zona donde se había realizado el sacrificio (ya lo habían hecho antes con animales) y consumieron ayahuasca durante los siguientes 30 días, a la espera del "día del juicio final".
Pero el 21 de diciembre de 2012 llegó y el mundo continuó como hasta entonces. Fue el principio del fin de la secta de Colliguay. Esto empezó a generar dudas entre los adeptos de Antares, que finalmente acudieron a su líder para intentar resolverlas. Sus respuestas no convencieron al grupo y el pacto de silencio sobre el sacrificio empezó a tambalearse.
Ramón Castillo les aseguró que había recibido una revelación: el fin del mundo se había retrasado hasta la misma fecha de 2017. El gurú intentó convencerles en marzo de que debían trasladarse a Ecuador para prepararse para ese momento, pero para entonces su liderazgo había caído y el grupo se desintegró.
Se suponía que ninguno de ellos debía contar lo que habían hecho con el hijo de Natalia y Ramón. Pero, una vez comprobaron que las teorías de Antares no eran más que patrañas, la mayoría terminó compartiendo la terrible experiencia con alguna persona de su entorno. Finalmente, la hermana de uno de ellos acudió a la policía y Ramón Castillo huyó a Perú.
Cuando los agentes hayan su cadáver, el fugitivo llevaba puesto un pantalón vaquero y una chaqueta. Se había rapado la cabeza y afeitado la cara. Se cree que cambió su aspecto para pasar desapercibido y evitar que le capturaran. Dejó atrás la túnica blanca y la larga barba que le permitieron vivir como ‘el Dios Antares’ para morir como ‘Ramón, el músico’ que mató a su hijo.
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