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La desesperada y desgarradora carta de Asia Bibi, condenada a la horca, al papa Francisco

La cristiana paquistaní lleva cuatro años esperando a ser ahorcada acusada de "blasfemar" contra Mahoma. "Todavía me aferro con fuerza a mi fe".

La cristiana paquistaní lleva cuatro años esperando a ser ahorcada acusada de "blasfemar" contra Mahoma. "Todavía me aferro con fuerza a mi fe".
Asia Bibi | Archivo

La persecución a los cristianos en el mundo tiene una cara visible desde hace tiempo: la de la paquistaní Asia Bibi, condenada a muerte desde 2010 acusada de "blasfemar" contra Mahoma y cuyo drama ha dado la vuelta al mundo en estos años.

Las numerosas presiones internacionales no han servido para conseguir liberarla mientras que algunos de los escasos dirigentes políticos que han salido en su defensa en Pakistán han sido asesinados como el ministro para las minorías, el también cristiano Shahbaz Bhatti, y el gobernador de Punjab, Salman Taseer.

Tras años de lucha y apelaciones desmontando las acusaciones infundadas contra esta cristiana madre de cinco hijos su liberación parecía cercana. Distintos grupos occidentales se han implicado directamente en el proceso para demostrar su inocencia. Sin embargo, hace escasos días Asia Bibi y su familia recibían un duro varapalo después de que el Tribunal Supremo de Lahore haya desestimado su recurso y confirmase la pena de muerte en la horca.

Asia Bibi encarna de manera muy gráfica la situación de persecución religiosa en el mundo y cuyo foco principal está ahora en Siria e Irak con la brutalidad del Estado Islámico. Entre los miles de rostros anónimos en muchos puntos del mundo esta joven cristiana ejemplifica lo que sigue ocurriendo en pleno siglo XXI donde ser de otra religión puede llevar a una persona a la horca.

Una carta al Papa

Aunque muy tocada en su ánimo mantiene una fe inquebrantable pues de haber renunciado a ella ya estaría en libertad junto a su familia. Pero no renunciará a la cruz y por ello ha seguido pidiendo oraciones para mantener esta fortaleza.

Y para ello se ha dirigido al propio Papa en una emotiva carta tras conocer que se confirma la pena de muerte tras varios más de cuatro años esperando ese momento. "Papa Francisco, soy tu hija, Asia Bibi. Te ruego: reza por mí, por mi salvación y por mi libertad. En este momento solo puedo encomendarme a Dios, que es el Omnipotente, aquel que todo lo puede".

La carta, a la que ha tenido acceso Vatican Insider, muestra de manera dramática la situación que vive esta joven cristiana, que le cuenta al Papa que "todavía me aferro con fuerza a mi fe cristiana y me nutro de la confianza en Dios, mi Padre, que me defenderá y me devolverá la libertad. También confío en ti, Santo Padre Francisco, y en tus oraciones".

Del mismo modo, añade que "sé que estás rezando por mí con todo el corazón. Sé que, gracias a tu oración, mi libertad podría ser posible. En el nombre de Dios Omnipotente y de su gloria, te expreso todo mi agradecimiento por tu cercanía, en este momento de sufrimiento y desilusión".

Abriendo su corazón a Francisco y mostrándole sus sentimientos añade que "mi única esperanza es poder ve un día a mi familia reunida feliz. Yo creo que Dios no me abandona y que tiene un proyecto de bien y de felicidad para mí, que comenzará dentro de poco. Agradezco a todas las personas que en las comunidades cristianas de todo el mundo rezan por mí y hacen lo posible para ayudarme".

Un caso que se remonta a 2009

Los hechos ocurrieron en junio de 2009 cuando Bibi, trabajadora agrícola, fue enviada a buscar agua mientras trabajaba en un campo. El resto de mujeres, seguidoras del islam, se opusieron a que ella fuera porque, al no ser musulmana, contaminaría el recipiente y lo haría impuro. Por ello, le exigieron que abandonara el cristianismo y que se hiciera musulmana, a lo que ella se opuso.

En su justificación, la fiel cristiana dijo a sus compañeras que "Jesús murió en la cruz por los pecados de la humanidad" y preguntó a las mujeres musulmanas qué había hecho Mahoma por ellas. En cuanto oyeron estas palabras acudieron al imán local, esposo de una de ellas, que a su vez presentó una denuncia ante la Policía por el delito de blasfemia. Y es que el artículo 295 del Código Penal de Pakistán pena con la muerte blasfemar contra el profeta del islam.

El juez, Naveed Iqbal, la condenó a muerte tras haber sido previamente detenida. El magistrado descartó totalmente que hubiese sido falsamente acusada o que existieran "circunstancias atenuantes". Desde entonces y pasando por varias instancias judiciales sigue presa en una celda minúscula con la incertidumbre de si llegará la muerte o la libertad. Y aunque ha perdido casi todo, ha afianzado aún más su fe, que es la que la mantiene presa pero la que le ha dado la vida.

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