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Ómicron desbarata la estrategia de cero covid de la tiranía china mientras Xi Jinping pide "firmeza"

Xi sigue enrocado en su política contra la pandemia y sin ninguna intención de cambiar de rumbo a escasos meses del XX Congreso Nacional del PCCh.

Xi sigue enrocado en su política contra la pandemia y sin ninguna intención de cambiar de rumbo a escasos meses del XX Congreso Nacional del PCCh.
El dictador comunista chino, Xi Jinping. | Cordon Press

Durante dos años, una vez controlado el brote original de Wuhan mediante estrictos confinamientos y test masivos, Xi Jinping pudo legitimar su sistema autoritario de lucha contra el virus como un modelo de éxito frente a Occidente y presumir de sus sistemas de rastreo y de las cuarentenas preventivas que permitieron al gigante asiático vivir en una burbuja libre de coronavirus.

Pero la irrupción de la muy contagiosa variante ómicron ha desbaratado sus planes. El enorme coste económico y el impacto social que en grandes urbes chinas está provocando la política del cero covid pone de manifiesto que China carece de una estrategia para salir de la pandemia.

En un editorial del 30 de marzo en la agencia oficial de noticias de China, Xinhua, se señalaba que Xi lideró la lucha contra el virus y elaboró personalmente la estrategia del cero covid. En el mismo editorial se descartaba la posibilidad de aceptar las sugerencias de que el país debería aprender a vivir con el virus. De hecho, los expertos que así lo han insinuado han sido criticados y censurados.

Censura a expertos

Así ha ocurrido con Zhong Nanshan, el máximo experto chino en la covid-19, una eminencia en el SARS de 2002-2004 y en el H5N1, condecorado en 2020 con la Orden de la República por el presidente Xi Jinping. En la revista china en inglés National Science Review, este epidemiólogo y neumólogo opinó que es imposible mantener en el tiempo la dinámica del cero covid. "Con el fin de mantener una prevención y un control eficaces de la enfermedad, se ha adoptado la política de reducción dinámica a cero. A largo plazo, esta no se puede mantener. Se han formulado varias recomendaciones sobre el modo en que Pekín podría reabrirse de forma ordenada y eficaz", escribió Zhong. Sus cautelas y el hecho de que matizase que era inviable abrir el país de un día para otro –pese a las vacunas y la inmunidad de rebaño que han sido los fundamentos de la apertura en otros países, no está justificada "necesariamente una apertura rápida y total en la China continental", dijo— no impidieron que el experto fuese censurado por la prensa oficial y la versión china de la revista fue bloqueada en el continente.

Antes que Zhong, a finales de 2021 el epidemiólogo Zhan Wenhong sugirió la necesidad de coexistir con el virus y fue tachado directamente de traidor.

Razones políticas más que sanitarias

Detrás del mantenimiento de esta política y la censura a los que insinúan la necesidad de intentar algo distinto está, según la mayoría de analistas, que Xi Jinping busca un tercer quinquenio en el poder en el Congreso Nacional de PCCh que se celebrará en el último trimestre del año. Por ello Xi y el Politburó se han reafirmado en la necesidad de seguir con la estrategia.

El PCCh elogia acríticamente esta política, la consideran una muestra virtuosa de abnegación y destacan las bajas cifras de muertes —aunque todas las cifras chinas hay que ponerlas en cuarentena por la tradicional opacidad del régimen— al tiempo que acusan a EEUU y otros países de rendirse en su lucha contra la pandemia.

Xi cuenta, además, con un ejército de funcionarios y trabajadores comunitarios dispuestos a hacer todo lo que esté en su mano para garantizar que no se produzcan infecciones por covid, es decir, que se cumpla la voluntad de su máximo dirigente. El control del virus es lo primero, por encima de cualquier otra consideración, como el bienestar y la salud mental de los ciudadanos. Y, por supuesto, de los derechos de esos ciudadanos, que son pisoteados de forma inmisericorde.

Xi avisa a navegantes

En sus primeras declaraciones públicas sobre la situación epidemiológica, realizadas el pasado 5 de mayo en la reunión del Comité Permanente del Politburó del PCCh que él mismo preside, Xi Jingping se refirió al duro confinamiento de Shanghái, del que dijo que resistirá a "la prueba del tiempo", al tiempo que advertía a la dirigencia del país a oponerse a cualquier intento de "distorsionar, cuestionar o retar" la estrategia del cero covid. En un claro aviso a navegantes, Xi pidió a los miembros del Partido que se mantuvieran firmes, consciente del creciente malestar de los residentes de la capital financiera del país, donde 25 millones de personas llevan casi dos meses confinados.

"Debemos ser firmes en la superación de los pensamientos de indiferencia y de fariseísmo, y de subestimar la epidemia", señala un comunicado difundido después de la reunión. "Sin duda, la relajación conducirá a un número masivo de infecciones, casos críticos y muertes, lo que afectará gravemente el desarrollo económico y social y la vida y la salud de las personas", advirtió el gobernante.

La dureza de las medidas para acabar con la contagiosa ómicron —especialmente en Shanghái— ha provocado una insólita, para la mentalidad del país, reacción crítica en la población. Pese a los intentos de censura, las quejas y vídeos de denuncia se han viralizado a través de redes sociales, de lo que nos hicimos eco en Libertad Digital.

Utilización política del covid: Xi, Illa…

Junto con Shanghái, ahora es Pekín la ciudad que ha comenzado a cerrarse y a aplicar severas medidas de contención ante los rebrotes, aunque no a la escala del gran centro financiero del país. En la capital el bloqueo es menos estricto, los residentes no están encerrados en sus casas… aunque fuera de ellas tampoco pueden hacer gran cosa al estar casi todo cerrado.

No obstante, existe entre los residentes shanghaineses cierta sensación de agravio comparativo y el convencimiento, por parte de expertos y analistas, de que todas estas medidas tan duras y con tanto impacto tienen como objetivo garantizar la reelección de Xi en el XX Congreso del PCCh del próximo otoño. De hecho, la mera insinuación de que Shanghái quería probar unos confinamientos menos estrictos provocó que Pekín enviase a una auténtica comisaria política, Sun Chulan, a gestionar la pandemia. Con ella al frente rodaron cabezas en casi todos los departamentos de salud de los distritos, dejando claro que, bajo ningún concepto, se relajarían las medidas.

La utilización política de la lucha contra la pandemia no es, sin embargo, exclusiva de la autoritaria China y muchos dirigentes han caído en esa tentación desde 2020. Así, en España tuvimos un claro ejemplo cuando el entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa, intentó utilizar la pandemia como plataforma de lanzamiento para su candidatura a las elecciones catalanas del 14 de febrero a costa de Madrid. Además de no permitir una desescalada más rápida tras el primer confinamiento, decretó un insólito estado de alarma ad hoc en octubre de 2020, no justificado por la situación epidemiológica. Una auténtica cacicada más propia de un estado autoritario como China, aunque posiblemente Illa pensó que castigar a Madrid sería del agrado de los votantes catalanes.

El dilema de Xi: economía o cero covid

En realidad, como ha ocurrido en todo el mundo, Xi Jinping se enfrenta a un dilema de difícil solución, pero sorprende que a estas alturas mantenga una estrategia suicida desde el punto de vista económico. Porque tiene que elegir entre relajar las medidas sanitarias y permitir que la actividad económica no se frene completamente, o seguir con su política cero covid a costa de provocar una gravísima crisis económica y social.

El puerto de Shanghai, el principal puerto del mundo, tiene bloqueados desde hace semanas centenares de embarcaciones a la espera de poder cargar y descargar, tensionando todavía más las cadenas de suministros y la inflación.

Pero no es sólo Shanghai. La economía china se está enfrentando ya a un crecimiento mucho más lento del esperado y muchos analistas empiezan a tener una visión cada vez más pesimista sobre la situación del gigante asiático. Sin hablar abiertamente de recesión, los datos sobre confianza empresarial, importaciones, desempleo, contracción del PMI… dibujan un escenario más que preocupante, porque cualquier mínima desaceleración de la economía china va a tener un impacto a nivel mundial. Xi Jinping ha prometido encarrilar la economía sin abandonar la estrategia covid cero, algo que se antoja incompatible, salvo recurriendo al endeudamiento para acometer grandes inversiones en infraestructuras.

La OMS critica, por primera vez, la estrategia china

Que la estrategia diseñada por Xi está muy lejos de ser un éxito es tan evidente que hasta la OMS ha pasado a criticarla abiertamente. Mientras en enero de 2020, con Wuhan confinado, desde la Organización Mundial de la Salud se elogió públicamente la rápida respuesta de Pekín y su política de transparencia —pese a que ya se sospechaba que las autoridades del país asiático no habían puesto a su disposición toda la información necesaria para evaluar el riesgo de un virus que, dos años después, ha matado a más de seis millones de personas en todo el mundo—, ahora se ha producido un giro radical.

La complacencia de la OMS hacia China, denunciada desde Occidente, choca con la reprimenda que el pasado 12 de mayo lanzó el director general del organismo, Tedros Adhanon Ghebreyesus, contra la estrategia de Xi, al decir que no cree que su política sea "sostenible teniendo en cuenta el comportamiento del virus. Creo que un cambio sería muy importante". Por primera vez la OMS se posiciona públicamente —en una rueda de prensa en Ginebra junto a Mike Ryan, director de emergencias de la OMS— contra el covid cero que tanto había alabado estos años. Ryan agregó que el impacto del covid cero en los derechos humanos y los efectos económicos deben tenerse en cuenta en la lucha contra la pandemia.

El coste económico y social, además de sanitario —en tanto y cuanto se dejan de atender otras patologías al primar por encima de todo que no haya muertos por covid—, por no hablar de los efectos psicológicos que provocan los confinamientos, es inasumible dos años y medio después de detectarse los primeros casos. Quizás la mala conciencia, por ser el país origen de la pandemia, esté detrás del empecinamiento de Xi en llegar al Congreso Nacional de otoño con unas cifras de contagiados y muertos muy por debajo de las que presentaron la mayoría de los países occidentales, siempre y cuando nos creamos las cifras dadas por las autoridades chinas.

A la larga, países como Suecia, que optaron por evitar los duros confinamientos, han tenido cifras sanitarias y económicas mejores que la inmensa mayoría de países. La estrategia del país escandinavo se basó en evitar restricciones generalizadas, pocas limitaciones en la vida socioeconómica y protección específica de los grupos de riesgo. Y las cifras finales, con un exceso de mortalidad un 60% inferior al caso español, donde sufrimos uno de los confinamientos más duros de Occidente, parecen dar la razón a Suecia, según datos de The Lancet del pasado mes de abril.

Corea del Norte empieza, también, a tener problemas

Por si no estaba claro que un virus respiratorio altamente contagioso es imposible de erradicar con confinamientos estrictos y cierres de fronteras, el 12 de mayo el coronavirus se coló en Corea del Norte, otro país aparentemente inexpugnable al mismo.

El dictador norcoreano Kim Jong-un se enfrenta en estos momentos a una ola de contagios por ómicron con casi 300.000 positivos en 24 horas contabilizados el domingo 15 de mayo. Igual que Xi, el norcoreano ha establecido medidas "máximas" de respuesta contra la covid-19. "Gracias a la alta conciencia política del pueblo seguramente el país supere la emergencia", ha dicho Kim Jong-un.

China y Corea del Norte, dos modelos autoritarios de gestión de la pandemia, son hoy el ejemplo de lo que no se debe hacer en la lucha contra un virus respiratorio.

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