Menú

China reconoce el fracaso de su estrategia de lucha contra el coronavirus

Con cifras récord de contagio, en vez de seguir con la política de covid cero, como hasta ahora, las autoridades chinas relajan las restricciones.

Con cifras récord de contagio, en vez de seguir con la política de covid cero, como hasta ahora, las autoridades chinas relajan las restricciones.
Una ciudadana china se somete a test covid en plena calle en Shanghai | EFE

En Occidente observamos lo que ha ocurrido en China desde que se declaró la pandemia de coronavirus con mucha expectación, no sólo por ser el país origen de la misma sino porque, antes de que el virus nos golpease con dureza, veíamos con asombro las medidas que a finales de 2019 y principios de 2020 empezaban a implantarse en el país, convencidos de que eso no lo veríamos por aquí. En los meses posteriores, con Occidente cerrado a cal y canto, además de con expectación se veía con cierta envidia cómo una dictadura había sido capaz de doblegar en pocas semanas al virus mediante una política basada en confinamientos estrictos, test masivos, rastreo de casos y cierre de fronteras.

Porque, como ya contamos en Libertad Digital, desde que se abrió Wuhan en 2020 la situación en China fue paradisiaca gracias al cierre total de las fronteras, y la población —tanto local como extrajera— apoyaba mayoritariamente la política cero covid del Gobierno. Es cierto que no podían salir o entrar en el país salvo que cumpliesen con estrictas cuarentenas y presentasen test de anticuerpos, pero dentro del país los residentes hacían una vida prácticamente normal, mientras en todo Occidente vivíamos meses de pesadilla y restricciones, sin conseguir doblegar en ningún caso la curva de contagios, encadenando pequeñas aperturas seguidas de nuevas restricciones... a la espera de que las vacunas y la inmunidad natural empezasen a hacer el efecto esperado. Por otra parte, el virus seguía mutando hacia variantes mucho más contagiosas pero menos letales, en parte porque la inmunidad natural adquirida por la población y la vacunas iban haciendo poco a poco su trabajo.

Razones políticas del cero covid

En definitiva, durante dos años Xi Jinping pudo legitimar su sistema autoritario de lucha contra el virus como un modelo de éxito frente a Occidente y presumir de sus sistemas de rastreo y de las cuarentenas preventivas que permitieron al gigante asiático vivir en una burbuja libre de coronavirus durante 2020 y 2021. Su modelo de lucha contra la covid se contraponía al que manteníamos en Occidente, y los chinos hacían gala de la superioridad del suyo.

Con un régimen tan poco transparente como el chino, los analistas especulaban con las motivaciones políticas, más que sanitarias —que también las había, como un sistema sanitario muy deficitario— por las que Xi mantenía esa estrategia de cero covid.

En definitiva, se decía, Xi Jinping buscaba un tercer quinquenio en el poder en el Congreso Nacional de PCCh —cosa que ya ha logrado— y el PCCh, por su parte, elogiaba acríticamente esa forma de luchar contra la pandemia, que consideraban incluso una muestra virtuosa de abnegación, destacando las bajas cifras de muertes al tiempo que acusaban a EEUU y otros países de rendirse en su lucha contra la pandemia. Acusaciones que, por comparación con el supuesto éxito chino, también se hacían desde algunos sectores en Occidente, que pedían no bajar la guardia y mantener mayores restricciones. No era ya la política del cero covid lo que se pedía, sino la política de cero muertes, algo que, como se ha visto, es inviable con un virus respiratorio de las características del covid-19.

Año 2022: la transición a la gripalización

Mientras tanto, en el año tres de la pandemia la situación en Occidente había empezado a cambiar. Tras unos meses de debate sobre si íbamos a una fase de gripalización, que es lo que finalmente ha ocurrido, en Europa, EEUU y otros países hemos empezado a disfrutar de una vida casi sin restricciones.

Por contra, en China la situación se ha ido haciendo insostenible este 2022, pues la entrada de la muy contagiosa ómicron ha devuelto al país a la casilla de salida, con una población que prácticamente no ha estado en contacto con el virus y con unas tasas de vacunación mucho más bajas que en otros países. Además, la efectividad de las vacunas chinas parece ser mucho menor que las que hemos utilizado en Europa, EEUU etc.

En 2022 se ha puesto de manifiesto que ómicron ha desbaratado los planes de Xi y que China no tiene una estrategia para salir de la pandemia.

El incendio de Urumqi

Hasta hace dos días, China era el único país importante del mundo que todavía intentaba frenar la transmisión de las múltiples variantes de ómicron mediante estrictas medidas de confinamiento y test masivos. Pero el agotamiento de la población, cada vez mayor, y las protestas y la resistencia a esas medidas aumentaban al tiempo que lo hacían los rebrotes de covid.

Un incendio la semana pasada en un bloque de vecinos en Urumqi, capital de la región de Xinjiang, al norte de China, ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de los chinos. La impotencia de los vecinos al ver que los bomberos no podían acceder por culpa de las vallas que garantizaban el confinamiento del edificio, obstaculizando el control del incendio, ha sido la chispa que ha encendido las protestas por todo el país. El edificio, en el que murieron calcinadas diez personas, llevaba prácticamente tres meses sometido a un estricto confinamiento, con los vecinos encerrados sin poder salir para nada a la calle, como anteriormente había ocurrido en otras urbes chinas.

China reconoce su fracaso

Con cifras récord de casos diarios en torno a los 40.000 de media en la última semana —algo no visto hasta ahora en este país—, lo esperable habría sido que la tiranía china hubiese endurecido sus medidas de lucha contra el virus. Sin embargo, está ocurriendo justo lo contrario: durante las últimas horas las autoridades chinas han continuado con la relajación de las restricciones en la principales ciudades del país.

Por ejemplo, en la capital, Pekín, ya no hay que presentar permisos para acceder al transporte público, donde todos los centros comerciales abrirán de nuevo sus puertas este sábado, aunque todavía no servirán comidas y seguirán exigiendo test negativo para entrar en comercios. En otras ciudades, como Chengdu o Cantón, no exigen la prueba negativa de coronavirus para acceder en la mayoría de lugares públicos.

Antes, se desataron protestas inusualmente violentas en un país como China, donde no es habitual que los trabajadores se levanten contra sus jefes, como ocurrió en la mayor fábrica de Apple.

Pero más interesante es lo que está ocurriendo con la agencia oficial de noticias Xinhua, que ha roto con la línea editorial mantenida hasta ahora. El pasado viernes publicó un editorial en el que pedía el levantamiento inmediato de las medidas restantes tras avisar del gran impacto que ha representado la política de cero covid declarada por las autoridades sobre la población. Un reconocimiento explícito del fracaso de la estrategia de Xi.

Qué diferente a lo ocurrido el pasado 30 de marzo, cuando en un editorial de la misma agencia oficial de noticias se señalaba que Xi había liderado la lucha contra el virus y elaborado personalmente la estrategia del cero covid. En el mismo editorial, además, se descartaba la posibilidad de aceptar las sugerencias de que el país debería aprender a vivir con el virus. De hecho, los expertos que así lo insinuaron fueron duramente criticados e incluso censurados.

Las acusaciones que hace apenas unos meses hacían las autoridades chinas a EEUU de rendirse en su lucha contra la pandemia se han vuelto contra Xi y su régimen, que no tiene más remedio que buscar una estrategia de salida a casi tres años de pandemia una vez constatado el fracaso del modelo autoritario que ha seguido el país durante estos tres años. El riesgo a que se extiendan las protestas por el colapso económico y social y por el cansancio de la población es cada vez mayor.

Temas

En Internacional

    0
    comentarios