El Gobierno de Pedro Sánchez negocia ya con Marruecos entregar a la monarquía alauita la gestión del espacio aéreo del Sáhara Occidental, el territorio que fue parte de España hasta hace sólo unas décadas y sobre el cuál el jefe del Ejecutivo ha realizado un sorprendente e inexplicado cambio de la posición histórica española.
Esta nueva cesión, que adelantó LD, se ha confirmado en una respuesta parlamentaria por escrito a unas preguntas del senador canario Fernando Clavijo: "Las conversaciones con Marruecos en este ámbito se han iniciado" dice el comunicado.
Unas conversaciones que según el mismo texto "se circunscriben a la gestión de los espacios aéreos y la coordinación entre ambas partes en aras de conseguir mayor seguridad en las conexiones y cooperación técnica", afirma el Gobierno.
El espacio aéreo del Sáhara está gestionado hasta este momento y desde hace décadas desde las Islas Canarias, tal y como establece la Organización de Aviación Civil Internacional, enclavada en la ONU.
Parte de la "hoja de ruta"
El propio comunicado reconoce que la citada negociación es "en cumplimiento del punto 7 de la Declaración Conjunta del 7 de abril", conocida como la "hoja de ruta" de la nueva relación entre España y Marruecos acordada en 2022 tras el mencionado giro político de Pedro Sánchez.
Dicha hoja de ruta se estableció tras la reunión que mantuvieron en Rabat Pedro Sánchez y el rey de Marruecos, Mohamed VI, en abril de 2022 en las que el Gobierno español pretendía iniciar una nueva etapa en las relaciones entre ambos países. En aquel encuentro se firmó una polémica declaración conjunta que contenía varias cesiones de España sin ninguna compensación desde el parte marroquí. Por ejemplo, en el mencionado punto siete se recogía que se "se iniciarán conversaciones sobre la gestión de los espacios aéreo", algo cuya importancia ya denunció Libertad Digital a principios de febrero.
Por su parte, en una entrevista concedida a Europa Press, el delegado del Frente Polisario en España, Abdulah Arabi, ya mostró su preocupación por posibles negociaciones relativas a los espacios aéreos y marítimo, una preocupación que ahora se ha convertido en una realidad.