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Así es Good News International Ministries, la secta que pide a sus fieles que asfixien a sus hijos y mueran de hambre

Se han identificado más de 50 cadáveres, pero el líder del grupo asegura que serían mil las personas que se han reunido "con Jesús" de esta manera.

Se han identificado más de 50 cadáveres, pero el líder del grupo asegura que serían mil las personas que se han reunido "con Jesús" de esta manera.
Paul Mackenzie, líder de la secta de la 'masacre de Shakahola'. | FACEBOOK

La policía ha encontrado una fosa común con alrededor de 50 cadáveres en el bosque de Shakahola, en Kenia. Se trata de seguidores de la secta Good News International Ministries. Al parecer, su líder -Paul Mackenzie Nthenge- les convenció de que debían morir de hambre para encontrarse con Jesucristo en el reino de los cielos. El presidente del país, William Ruto, ha calificado los hechos como un acto de "terrorismo".

De momento las autoridades locales han identificado medio centenar de tumbas. Pero el pastor evangelista ha asegurado que encontrarán más de mil. Este sería el número de personas que -según él- se fueron para "encontrarse con Jesús". En estos momentos continúa la exhumación de los cuerpos sin vida de decenas de fieles que siguieron las directrices del telepredicador, que les llevó directos hasta la muerte.

La delegación de Cruz Roja en la zona ha recibido la denuncia de al menos 112 personas que habrían desaparecido y serían susceptibles de ser víctimas de Mackenzie. A mediados de abril, la policía logró rescatar a quince personas que habían ejecutado esta orden de ayuno mortal por parte del peligroso pastor. De hecho, cuatro de ellas no soportaron el trayecto y murieron de camino al hospital.

Según ha comunicado la Dirección de Investigación Criminal (DCI), el líder de la secta había dicho a sus seguidores que si morían de hambre llegarían al cielo "como héroes". "Les dijo que su misión en la tierra había llegado a su fin", añadió. La redada se realizó gracias al chivatazo de un grupo de antiguos fieles de esta iglesia ‘de las buenas nuevas’ que no ha traído más que muerte y dolor a las familias en las que ha logrado algún adepto.

Niños muertos, asfixiados o no tratados

Paul Mackenzie Nthenge estaba en el punto de mira de las autoridades locales desde hace algún tiempo. El pasado mes de marzo fue detenido en relación con el asesinato de dos niños. Los menores fueron encontrados muertos, tras haber sido privados de comida y asfixiados por sus propios padres. Acusaron al pastor de incitar a los progenitores de los pequeños a hacerlo. Pero fue puesto en libertad bajo fianza.

El hombre volvió a ser arrestado el 15 de abril, cuando murieron cuatro de los seguidores que liberaron durante la mencionada redada. Según las pesquisas policiales, Mackenzie llevaba años inculcando a sus fieles estas rocambolescas ideas sobre cómo llegar al paraíso. Fundó -en 2003, según señala en un blog- su iglesia en la ciudad keniana de Malindi, pero tuvo que marcharse. Él y su esposa fueron detenidos varias veces.

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Exhumación de los cadáveres hallados en la fosa común de Shakahola.

Escuelas y hospitales, prohibidos

El pastor, que -según algunos testigos- se autodenominaba obispo, lavaba el cerebro a niños y mayores. Les decía que las escuelas y los hospitales eran demoníacos, que sólo debían leer la Biblia, y que tenían que ayunar de día y de noche. Así lograrían estar junto a Jesucristo (morir por inanición). En 2019, cuando se sintió acorralado por la policía, trasladó su iglesia a la remota zona de Shakahola, donde ha sido hallada la fosa común.

Previamente tanto él como su esposa había sido acusados de la muerte de varios menores que estaban enfermos y no acudieron al hospital, siguiendo sus instrucciones. Tras el traslado de su iglesia, sus seguidores se instalaban ‘voluntariamente’ en su comuna para ayunar hasta morir, en muchas ocasiones acompañados de niños o bebés (que también debían fallecer).

Los cadáveres eran enterrados por un grupo de personas que trabajarían para el pastor y que son considerados "cómplices". Lo hacían a cambio de dinero. Un pago que las propias víctimas adelantaban antes de fallecer, en busca del descanso eterno. Mackenzie les hizo creer que tenía la capacidad (el don) de hablar con Dios y éste le había hecho saber que había llegado el momento de partir.

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