Menú

Así fue el terrible ataque a la embajada en Kabul: "Si no entráis ya, vamos nosotros"

El diario El País ha accedido a informes de Interior y Defensa que reconstruyen el asalto a la embajada de España en Kabul.

El diario El País ha accedido a informes de Interior y Defensa que reconstruyen el asalto a la embajada de España en Kabul.
EFE

El testimonio del brigada David Enrique Gilarranz Pérez, ayudante del agregado de Defensa español en Kabul, ha sido clave para reconstruir las 12 angustiosas horas que duró el ataque a la embajada de España en Afganistán el pasado 11 de diciembre. Según los informes de Interior y Defensa, a los que ha tenido acceso El País, Gabi, uno de los dos policías asesinados, llamó con su móvil a su compañero Juanlu -Juan Luis García Morán, un policía que había ido al aeropuerto a buscar a la canciller- "para decirle que le habían disparado y que estaba en el suelo desangrándose".

El ataque comenzó a las 17.45 (hora local) cuando un vehículo cargado de explosivos, conducido por un suicida, se empotró en la parte trasera del recinto, que alberga tres edificios la Cancillería y dos destinados a viviendas del personal. Medio minuto después de la explosión, al menos tres terroristas, armados con fusiles de asalto y granadas de mano, entran al recinto, mientras algún cómplice queda fuera, para avisar de la llegada de las fuerzas de seguridad.

El subinspector Jorge García Tudela hace fuego contra los atacantes y resulta alcanzado mortalmente. Varios policías se parapetan con un diplomático y un administrativo en casa del primero. Otros se hacen fuertes en una especie de búnker en el semisótano del otro inmueble, cuya puerta queda dañada por la explosión.

Tras echar en falta al subinspector García Tudela, los policías Néstor Fernández Riquelme y Gabi salen a buscarlo. Hostigados por los talibanes, que disparan desde las terrazas, se dirigen primero a la Cancillería, parapetándose tras el coche del embajador, y regresan luego al edificio del que habían salido, rodeando otro vehículo envuelto en llamas. Es entonces cuando Gabi resulta alcanzado. Néstor intenta arrastrarlo a un lugar seguro, pero los disparos le obligan a refugiarse en el búnker. Cuando entra por la puerta trasera, siente la explosión de una granada.

La impaciencia de los españoles ante la desesperante parsimonia con que se prepara la operación de rescate es creciente. "Juanlu me recuerda que Gabi sigue herido en el patio y se está desangrando. Así se lo hago saber al coronel americano. Parece que no me ha entendido. O no le ha dado demasiada importancia", señala el brigada Gilarranz.

"Nos dirigimos al coronel americano que sigue planeando y coordinando el rescate", recuerda el brigada Gilarranz. "Si no entran ustedes, entramos nosotros’, le ordagueo a la desesperada. ‘You can´t do that’ [ustedes no pueden hacer eso] me contesta."

Casi tres horas después del inicio del ataque, está listo al fin el equipo de rescate con 12 soldados de operaciones especiales, incluidos francotiradores noruegos. "Juanlu me dice que quiere entrar con ellos y el coronel americano accede". El policía español se sitúa delante y avanza mientras le cubren desde la puerta, disparando contra las terrazas. Un talibán lanza una granada que no le alcanza, pero le tira de espaldas. Juanlu le quita el chaleco a su compañero y se lo carga a cuestas, cubriendo los 30 metros que le separan de la entrada.

"Sale el equipo de rescate y oigo a Juanlu gritar: ‘¡Está vivo!", relata el brigada Gilarranz. "Salgo corriendo para ayudar a transportar a Gabi. Tiene los pantalones empapados en sangre. Lo ponemos a cubierto y los médicos intentan estabilizarlo. Empiezan a meterle vendas para cortar la hemorragia. No sé cuántas entraron en la herida, pero fueron muchas. Mientras lo estabilizan, sufre un amago de parada cardiaca. Lo metemos rápidamente en la ambulancia, a la que se sube Juanlu. Minutos después me llama para decirme que Gabi no ha resistido más y nos ha dejado".

Temas

En Internacional

    0
    comentarios