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Afganistán, la lucha feminista que Irene Montero desprecia

La ministra de Igualdad no ha tenido muchas palabras de apoyo para las mujeres afganas y compara su situación con la de las españolas.

La ministra de Igualdad no ha tenido muchas palabras de apoyo para las mujeres afganas y compara su situación con la de las españolas.
La ministra de Igualdad, Irene Montero. | EFE

Afganistán ha retrocedido veinte años en los cuatro meses que los talibanes llevan en el poder. El régimen fundamentalista ha cometido durante este tiempo todo tipo de ataques a los derechos humanos en nombre del islam, pero sin duda una de sus mayores obsesiones es "proteger a la mujer de la mirada corrompida del hombre", lo que justifica todo tipo de discriminaciones contra las afganas.

La ministra de Igualdad, Irene Montero, no ha tenido muchas palabras de apoyo para la lucha feminista de las mujeres afganas. De hecho, ha llegado a comparar su situación con la de las españolas porque "todas las culturas y religiones" tienen formas, "de oprimir a las mujeres" y de "disciplinar su cuerpo" con "diferentes niveles de dureza". Sin embargo, la realidad contradice a Montero.

Los talibanes han prohibido la educación secundaria y superior femenina. El régimen ha afirmado recientemente que permitirán retomar los estudios a las mujeres cuando puedan proporcionar "el ambiente ideal" para que puedan volver a las clases conforme a la sharía o ley islámica. Según el Ministerio de Educación fundamentalista, las escuelas y universidades para chicas abrirán tras el invierno, aunque no se ha detallado si se han modificado las asignaturas y los planes de estudios.

Tampoco se les permite trabajar. Las mujeres continúan en general sin regresar a sus puestos, con algunas excepciones como en los aeropuertos o en el sector sanitario. Según los altos cargos del régimen talibán, "todavía no se ha facilitado el ambiente de trabajo ideal para que se nombren y contraten a mujeres". El problema es que no les gusta que su esposa o su hermana "compartan oficina con otros hombres" porque, afirman, "su cultura y reglas son diferentes a las de otros países", a pesar de que Montero se empeñe en equiparlas.

Además de dejarlas sin estudios y sin trabajo, el régimen islamista ha procedido a invisibilizarlas. Hace apenas un mes, los talibanes ordenaron la cancelación de los telefilms y telenovelas afganos protagonizados por actrices femeninas. Recientemente el Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio también ha ordenado eliminar las imágenes de mujeres que suelen decorar los escaparates de los salones de belleza de Kabul al considerarlas contrarias al islam.

Todos recuerdan cómo durante el primer emirato islámico de los talibanes las mujeres fueron relegadas al interior del hogar y se prohibió la educación femenina. La única diferencia con lo que sucedió entonces es que ahora las mujeres no se callan y reclaman sus derechos al grito de "¿No somos humanas?", a pesar de las represalias.

Antes protestaban en la calle, pero las tropas de Badree (las fuerzas especiales de los talibanes) las rodeaban, arrestaban a algunas de ellas y destrozaban sus teléfonos móviles. Cambiaron su estrategia y ahora gritan para recuperar su libertad en los espacios interiores y con el rostro oculto ante las cámaras por miedo a las repercusiones. Nada que ver con las manifestaciones que frecuenta la ministra Montero cada 8 de marzo.

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