
Varias decenas de los civiles que fueron secuestrados por Hamás el pasado 7 de octubre han sido liberados en los últimos días en virtud del acuerdo entre la banda terrorista e Israel, que ha supuesto también cuatro días de parada en la ofensiva israelí en la Franja de Gaza y la salida de la cárcel de casi 200 palestinos –la proporción es tres por uno– que habían sido condenados por actos terroristas.
Los propios secuestrados o, en la mayor parte de los casos sus familiares, han contado detalles de su cautiverio, que como cabía esperar ha sido un infierno en el que han cabido las torturas psicológicas, la falta de atención médica, la mala alimentación, mantenerlos en completa oscuridad todo el tiempo y, por supuesto, la falta absoluta de higiene.
Obligado a ver cómo asesinaron a sus vecinos
Es el caso, por ejemplo, de Eitan Yahalomi, de 12 años, que fue secuestrado junto a su padre en el kibutz de Najal Oz y que ha contado a su familia que los terroristas que lo vigilaban a su cautiverio le obligaron a ver los vídeos de la matanza del 7 de octubre que ellos mismos habían grabado, con muchas imágenes tomadas en su propio kibutz, que tenía menos de 500 habitantes. Es decir, Eitan fue obligado a ver como se masacró a sus vecinos y amigos.
Eitan estuvo durante 16 días solo y después lo trasladaron a otro lugar en el que compartió cautiverio con otros niños. En ningún momento le tuvieron con su padre, aunque al parecer sí lo vio una vez, pues le ha contado a su madre que estaba herido.
El chico también ha contado que la comida era escasa y que sus guardianes les apuntaban con sus armas cuando alguno de los chicos con los que estaba encerrado lloraba o gritaba.
"Nadie quería que volviésemos"
Las amenazas eran moneda común, como por otra parte cabía esperar, pero algunos casos son especialmente repugnantes, por ejemplo las que sufrieron Dafna y Ella, dos hermanas de 15 y 8 años, a las que dijeron que si les contaban cosas a alguien irían a Israel a matarlas.
Y probablemente eso no fue lo peor, las chicas han contado que sus captores les decían que no las esperaban en Israel, que "nadie quería que volviésemos". Imaginen el efecto que esas palabras podrían tener en unas niñas que antes de eso habían visto cómo su padre era asesinado, igual que la compañera de este y su hermano. Afortunadamente, ahora están con su madre y el abrazo de las tres ha sido una de las imágenes que ha transcendido en los últimos días.
"Ha pasado 51 días en el infierno"
La hija de Aviva Sigal, una mujer de 62 años que también ha sido liberada estos días, contaba en una televisión israelí que su madre "me ha pedido que os diga que ha pasado 51 días en el infierno".
Como ocurre en otros muchos casos el marido de Aviva sigue estando secuestrado en Gaza, lo que obviamente es para todos un motivo de extraordinaria preocupación, y su hija pedía que "se haga todo lo posible" para que los más de 170 secuestrados retornen pronto, porque "cada día que pasa podemos perder a alguno".
De hecho, aunque la información no ha sido por el momento confirmada por el ejército de Israel, este mismo miércoles Hamás ha dicho que el más joven de los secuestrados, un niño de 10 meses, ha muerto junto con su madre y su hermano, de sólo cuatro años.
En completa oscuridad y aislados del mundo
Medios israelíes están haciéndose eco de los relatos de los que han vuelto estos días con sus familias, a pesar de que muchos de ellos están teniendo problemas para asimilar la experiencia y comunicarse.
Una de las cosas que muchos comentan es la falta de comida y, de hecho, según los hospitales en los que han sido examinados a su vuelta todos han perdido peso. Lo explica perfectamente Yaffa Adar, una mujer de 85 años que también sobrevivió al Holocausto y que todavía tiene a uno de sus nietos aún secuestrado en Gaza, contaba que "nos daban arroz y mini panes de pita, que teníamos que partir en pequeños trozos para que hubiese para todos".
"No sabíamos si al día siguiente habría comida" sigue su relato Yaffa, que explicó también que no les permitían darse una ducha y que durante todo el periodo del cautiverio les han mantenido en la misma ropa en la que fueron secuestrados, "sólo el día antes de soltarnos nos dieron una ropa distinta".
Según los relatos que los familiares han hecho a la prensa la mayoría eran mantenidos bajo tierra y algunos incluso en túneles, siendo desplazados por terroristas de Hamás de un lugar a otro durante su cautiverio.
Ni medicinas ni tratamiento médico
Durante estos casi dos meses los secuestrados, muchos de ellos personas de avanzada edad, no han recibido las medicinas que necesitan tomar habitualmente y aquellos que lo necesitaban no han tenido ni siquiera el tratamiento médico mínimo que habrían requerido las heridas que les hicieron sus captores.
Es el caso, por ejemplo, de Maya Regev, una joven de 21 años que fue secuestrada en el festival de música que los terroristas de Hamás asaltaron durante el 7 de octubre. Maya fue herida de bala y durante estos 50 días no ha recibido la atención médica imprescindible, de hecho todavía tenía la bala en su interior y ha tenido que ser tratada de urgencia en un hospital israelí.
El hermano de Maya sigue secuestrado en Gaza y, por si todo lo anterior no fuese suficiente, ella y su familia han tenido que soportar cómo un gesto que podría interpretarse como mirada de cariño a uno de los terroristas era vendido en redes sociales como una prueba de que los secuestradores habían tratado muy bien a los secuestrados.
"Keep waving" - the instructions Hamas terrorists gave to the Israeli hostages are exposed... They tried to present themselves as humane and as if they were taking care of the hostages who love them - but these are cruel terrorists who make propaganda about the lives of our… pic.twitter.com/6jeWxympRR
— יוסף חדאד - Yoseph Haddad (@YosephHaddad) November 26, 2023
Y es que Hamás se ha preocupado de que la escenografía de la devolución de los rehenes tratase de reflejar una realidad que no ha existido: como ya hemos comentado los secuestrados recibían ropas limpias el día antes de ser liberados y en el propio proceso de entrega eran obligados por sus captores a mantener una actitud amistosa, como han demostrado imágenes en las que se oye a los terroristas decirles que siguiesen despidiéndose de ellos.