El traje de chulapa es, junto al chotis y las rosquillas, uno de los grandes protagonistas de las fiestas de San Isidro. Cada 15 de mayo, Madrid recupera el espíritu más castizo de la mano de esta vestimenta tradicional que, lejos de caer en el olvido, vive un resurgir entre las nuevas generaciones. En Maty, fundada en 1943, se han dedicado durante más de 80 años a la confección y venta de trajes típicos, así como de danza, y aseguran que "de toda la vida" han tenido trajes de chulapa. A cuarenta y ocho horas del día grande del patrón de la capital, quedan en sus perchas no más de veinte disponibles.
Aunque popularmente se le asocia con la vestimenta de las madrileñas del siglo XIX, su origen parece estar más relacionado con el teatro y la Zarzuela. El traje de madrileña es sencillo: un vestido o una combinación de dos piezas —ambas opciones son válidas— con falda ceñida a la cintura con corte de sirena y blusa de manga abullonada; un pañuelo blanco para enmarcar el rostro; los característicos claveles en el centro de la cabeza; y, como pieza estrella, el mantón, tradicionalmente de Manila, prendido sobre los hombros. "Es el complemento más importante y más caro que lleva la madrileña", asegura Maty, gerente de la histórica tienda que lleva su nombre, sobre este último. En cuanto a los zapatos, Concha Piquer cantaba aquello de los "zapatitos de charol que repican en la acera", pero hoy en día las chulapas optan por un calzado más cómodo, aunque en su mayoría mantienen "el tacón alto".
Con el paso de los años, el traje de chulapa ha evolucionado en colores, estampados y escotes, aunque, como asegura Maty, "la esencia es siempre la misma". Lo que sí perdura es la simbología en la elección de claveles: "Los rojos son las casadas, los blancos son las solteras y el blanco y el rojo las prometidas", detalla.
Aunque no es comparable al fervor que despierta, por ejemplo, la Feria de Sevilla, Maty percibe un resurgir de la tradición en Madrid que empieza a pasar de abuelos a nietos "gatos". "Madrid es una ciudad que no pregunta ni de dónde eres ni a dónde vas, pero ahora ya hay muchísimos abuelos, hijos y nietos nacidos aquí. Ahora ya sí se sienten madrileños de verdad" comenta con ilusión, explicando que estas nuevas generaciones, a diferencia de las anteriores que celebraban las fiestas de sus lugares de origen, viven las tradiciones de aquí. La gerente de Maty subraya también el papel fundamental de las asociaciones de castizos, que han promovido el uso del traje y la recuperación de los bailes típicos de las verbenas. "Han hecho mucho hincapié, pero necesitamos un relevo generacional, necesitamos que la gente joven se implique, le guste, lo fomente y lo practique", insiste, animando a las generaciones de hoy a vestirse, aunque sea con un pañuelo y una flor, porque "lo importante es empezar" y a partir de ahí el resto "vendrá rodado".
Y es que Maty, en pleno centro de Madrid, sigue siendo testigo de ese ir y venir de chulapas y chulapos, de abuelos comprando para sus nietos y de jóvenes que, poco a poco, empiezan a recuperar el sabor de una tradición que parecía olvidada. "Lo hemos fabricado toda la vida pero sí hemos notado que la evolución ha ido en vender más de infantil a notar un incremento en los adultos. Empieza a ser nuestra fiesta y empezamos a participar todos", confiesa.
Además del traje de madrileña, el de chulapo —tradicionalmente para el hombre— también cobra protagonismo en estas fechas y cada vez son más las mujeres que optan por esta vestimenta para celebrar San Isidro, algo que Maty celebra y apoya porque, como ella misma comenta, "si imponemos la gente se tira para atrás". Está compuesto por varios elementos característicos: la parpusa (nada de boina, aclara Maty, siempre parpusa), el Gabriel (el chaleco), la chupa o babosa (la chaqueta), los alares (pantalones), el safo (pañuelo), los calcos (zapatos) y, de nuevo, un clavel.
Desde la histórica tienda, cuentan cómo algunos clientes han regresado contando que, de vestirse cinco amigos el año pasado, este año ya son veinte. "Van recuperando a los amigos y van haciendo que esos también se ilusionen", comenta la dueña, convencida de que "si la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento ayudan, cada día será mejor y se fomentará más".
Aunque aún no se conocen las cifras exactas de ventas de este año, Maty asegura que el interés entre los madrileños sigue creciendo, especialmente en los días previos al propio 15 de mayo. "Todo es a última hora", dice, entre risas. Sin embargo, la tendencia sí la tiene clara: cada vez más adultos se animan a vestirse durante nuestra celebración.