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Hotel Spa Convento las Claras: la Ribera del Duero con el máximo confort

Una opción para conocer la zona de Peñafiel en un hotel cómodo, con el encanto de estar en un antiguo convento y relajándonos en su spa.

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El Hotel Spa Convento las Claras es una excelente opción para pasar unos días en una de las localidades más interesantes de la Ribera del Duero: Peñafiel y, sobre todo, desde la que conocer una de las regiones vitivinícolas más destacadas de España.

Y lo es, sobre todo, porque supone una equilibrada mezcla de confort, encanto, servicios y buena mesa, en un entorno tranquilo y relajante en el que descansar y disfrutar, tanto de las cosas que podemos visitar en los alrededores como del propio hotel.

Un Convento del siglo XVII

El hotel ha recuperado un convento del s. XVII cuya estructura y muchos detalles se han respetado. De hecho, buena parte se articula alrededor del antiguo e impresionante claustro, que ahora se ha convertido en un atractivo patio interior cubierto que se llena de luz y es un espacio idóneo en el que descansar o tener una tertulia.

Las habitaciones sí se han cambiado, y no teman las estrecheces propias de la celda conventual porque son amplias, tanto como incluso para meter en ellas una cama supletoria, lo que hace el hotel muy interesante para las familias con uno o dos niños.

Y lo que no tiene mucho que ver con el recogimiento monacal es el spa ubicado en la parte baja del edificio. Pequeño pero acogedor, muy tranquilo y con las instalaciones necesarias para este tipo de espacios: piscina con potentes chorros de agua, distintos tipos de ducha, sauna, baño turco...

El hotel ofrece también diferentes tipos de masajes y tratamientos, con una curiosa selección de terapias exóticas que le dan un toque bastante original. En definitiva, un complemento perfecto para esos días de relax.

Una mesa poderosa

Otra de las razones para pasar por el Convento las Claras es su restaurante, el Conde Lucanor, que nos ofrece una excelente experiencia gastronómica en la que no tenemos por qué renunciar al típico lechazo, que en pocas partes es tan bueno como en Peñafiel, pero en la que además podemos probar muchas otras cosas.

Y es que el chef del Conde Lucanor, Gonzalo Díez del Campo, propone una cocina muy creativa, moderna pero en la que no dejamos de reconocer el producto original, típico de la tierra, natural y desde luego delicioso.

Lo mejor, aunar las presentaciones extremadamente cuidadas con cantidades que, si bien no tienen una contundencia pantagruélica, están muy lejos de la cocina del mordisco con la que tantos cocineros con ínfulas de artista disfrutan de dejarnos a media comida.

En definitiva, si quieren conocer una de las más interesantes zonas para hacer turismo enológico y si quieren hacerlo desde un hotel confortable, con encanto e ideal para el relax y el descanso, Peñafiel y el Convento las Claras son una elección.

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