30 muertes de Cine
El cine está preñado de escenas de muerte memorables. Las hay trágicas, sangrientas, desagradables, chocantes, épicas, bellas... incluso las hay divertidas. Este es un recopilatorio de espectaculares decesos cinematográficos.
Alien. El octavo pasajero (1979)
La criatura creada por el artista H.R. Giger tuvo su sangrienta carta de presentación saliendo de la panza de John Hurt. Fue la primera de toda una cadena de muertes que abarca varias películas, y que continuará cuando Ridley Scott estrene la nueva Prometheus.
Titanic (1996)
El bueno de Jack Dawson (Leonardo DiCaprio) daba su vida por su amada, provocando una hemorragia de lágrimas en la platea de los cines. Aún nos preguntamos si Jack no cabía en aquel puñetero cabecero.
La historia interminable (1984)
La del caballo Artax es probablemente una de las muertes de cine que más marcaron a una generación. Injusta, poética y lenta, muy lenta, el animal se hundía en el cieno ante la impotente mirada del héroe Atreyu.
Bambi (1942)
Quienes acusan de cursi a Walt Disney probablemente ignoran éste, uno de sus clásicos más valorados.
Bonnie y Clyde (1967)
Arthur Penn conmocionó a las plateas inaugurando un nuevo tipo de cine inconformista que poco tenía que ver con los espectáculos hollywoodienses clásicos. En la muerte de los antihéroes interpretados por Warren Beatty y Faye Dunaway sólo había brutalidad, violencia y rabia.
Braveheart (1995)
Braveheart apuntaba el camino que más tarde seguiría el propio Mel Gibson con La Pasión. Su héroe escocés moría decapitado de forma efectista y dramática con la visión de su fallecida amada Murron en la retina, y la música de James Horner en los oídos.
La Profecía (1976)
La sangrienta muerte del periodista que interpretaba David Warner, decapitado por un cristal desprendido de un camión sin frenos, anticipa los caminos que transitaría el terror de los ochenta. Aquí, el mal hacía de las suyas para impedir que Gregory Peck descubriera el verdadero origen de su pequeño Damien. Los coros satánicos de Jerry Goldsmith y la espectacular cámara lenta le daban al plano un aire operístico.
El terror no tiene forma (1988)
Hilarante, sangriento e movidísimo remake de The Blob, que en esta versión -escrita por Frank Darabont- se convirtió en un salvaje homenaje a la serie B sesentera en la que no quedaba ni el apuntador. A destacar las escenas dentro de un cine y ésta, en la que finiquitan al falso protagonista a los diez minutos.
Gladiator (2000)
Gladiator reverdeció el género histórico y la carrera de Ridley Scott, y lanzó al estrellato a Russell Crowe gracias a la odisea de un general hispano contra el emperador Comodo, responsable del cruento asesinato de su familia. Su muerte en la arena, tras cumplir su misión y restaurar el honor de Roma, le permitió reencontrarse con ellos.
El Retorno del Rey (2006)
Con El Retorno del Rey el anillo y el que fue uno de sus portadores, Smeagol, llegaron a su fin al término de una trilogía que su director, Peter Jackson, está retomando ahora mismo con el díptico sobre El Hobbit.
Gremlins (1984)
Stripe, el reverso tenebroso y reptiliano del achuchable Gizmo, se pasó de temerario: olvidó lo mal que le sienta la luz del sol, y lo pagó caro. La orda de revoltosas criaturillas dio lugar a una secuela y multitud de imitaciones.
300 (2006)
El Rey Leónidas que interpretaba Gerard Butler encontraba su fin al final de la batalla de las Termópilas, y sus últimos pensamientos no eran de muerte y destrucción, sino para su amada princesa. El resultado fue una de las adaptaciones de cómic más exitosas de la década.
Viernes 13 parte 3 (1983)
Una de las muertes más hilarantes de la saga arroja un ojo de pega al espectador por obra y gracia del rudimentario 3D de los ochenta. El desafortunado novio de la protagonista no aguantó la presión del letal Jason Vorhees.
La Pasión (2004)
Mel Gibson dividió a los críticos con el que fue un atronador éxito económico. La Pasión hacía pasar canutas al espectador con el espectacular y violento calvario de su protagonista en una producción épica y dramática.
El Rey León (1994)
Si no tuvieron suficiente con la muerte de la madre de Bambi, la del Rey Mufasa, padre del protagonista de El Rey León, a manos de su propio hermano, es más épica e igual de trágica, y demuestra que los de Disney a veces no se andan con chiquitas.
Psicosis (1960)
Alfred Hitchcock se atrevió a finiquitar a la que hasta ese momento era la aparente protagonista de la intriga, la rubia Janet Leigh. Y la forma de hacerlo fue mediante una escena icónica, atrevida y ejemplar a todos los niveles. Psicosis es uno de los gérmenes del cine de psicópatas.
Robocop (1987)
La perversa imaginación que el holandés Paul Verhoeven se llevó a Hollywood se materializó en hiperviolentas fantasías como Robocop o Desafío total. Lo que le pasaba al desafortunado de la imagen daba pie a imaginar qué pensaba el director europeo de los encorbatados yuppies de Wall Street.
¿Quién engañó a Roger Rabbit= (1988)
Otra muerte que marcó a toda una generación de infantes fue la que Zemeckis, alumno aventajado de Spielberg, le reservaba a un inocente y encantador zapatito dibu de la mano del perverso juez que interpretó Christopher Lloyd, que dicho sea de paso, ocultaba algunos secretos bajo la toga.
Salvar al soldado Ryan (1999)
Spielberg logró engañarnos en su odisea bélica en busca del soldado que interpretó Matt Damon. Al final, el protagonista Tom Hanks daba su vida por el joven Ryan, y el manipulador cambio de punto de vista y personaje -a través de un ojo que contempla- cumplía su cometido: nos dejaba congelados en la butaca.
Scanners (1981)
Una de las primeras cartas de presentación de David Cronenberg fue este thriller de terror canadiense en la que unos psíquicos se dedicaban a darse caza utilizando sus poderes. El destino del acompañante de Michael Ironside en la foto, estallando como una calabaza, es una imagen icónica del cine de terror.
Seven (1995)
Siete eran los pecados capitales, y siete fueron las vidas que se llevó por delante John Doe (Kevin Spacey) incluyendo la suya propia. Mediante el envío de una caja cuyo contenido nunca vemos, el malvado conseguía cumplir sus objetivos.
El Padrino (1972)
La violenta muerte de Sonny Corleone (James Caan) en El Padrino, ametrallado por los hombres de Barzini, detonaba la cadena de acontecimientos que llevarían a su hermano Michael (Pacino) al poder.
Terminator 2. El día del Juicio (1992)
El T-1000, reconvertido en Terminator 2 en un protector y no un asesino, tenía que acabar sus días una vez neutralizada la amenaza para no alterar el futuro. Como máquina que era, cumplía con las órdenes sin pestañear, dejando al pobre John Connor sin figura paterna.
Thelma y Louise (1991)
La pareja de amigas que intepretaban Susan Sarandon y Geena Davis decidía acabar sus días juntas, una vez el acoso policial se hacía insoportabl Un desenlace entre dramático y trascendente que, sin embargo, nunca veíamos: el coche queda congelado en el centro de la pantalla, y sus dos protagonistas elevadas a iconos feministas... y cinematográficos.
Tiburón (1975)
El veterano pescador Quint acababa sus días dentro del escualo al que tenía dar caza, dejando solo al inexperto sheriff de ciudad. El grito de Robert Shaw al verse devorado aún impresiona.
Top Gun (1986)
Acabar con el secundario cómico es una figura melodramática que siempre viene bien. La muerte de Goose (Anthony Edwards), poco después de que conozcamos a su encantadora esposa (Meg Ryan) es el episodio dramático de una exitosísima película que ahora es recordada por su simpático despliegue de testosterona.
El Retorno del Jedi (1981)
Una lista de muertes épicas no es nada sin la de Darth Vader, el villano definitivo redimido en el último momento gracias a la compasión hacia sus hijos. En ese instante, descubrimos perplejos que bajo el ser mecánico hay un hombre anciano y vulnerable, perseguido tragedia de su vida.
Zombi 2 (1979)
El personaje de la actriz Olga Karlatos moría con una gigantesca astilla de madera clavada en el ojo mientras uno de los muertos vivientes tira de ella, en una de las secuencias más recordadas por los fans del gore. Zombi 2, cinta hiperviolenta y censurada en numerosos países, es recordada también por una escena de combate entre un zombi y un escualo, rodado con un tiburón real y un especialista maquillado.
Pesadilla en Elm Street 3 (1987)
La saga Pesadilla en Elm Street contiene algunas de las escenas de asesinatos más imaginativas del género slasher. En la tercera entrega, que inauguró cierta tendencia paródica en la serie, Freddy Krueger ya ahondaba en métodos cada vez más rebuscados: utilizando los tendones de un joven durmiente a modo de hilos de una marioneta, conseguía lanzarle por la ventana.
Campeón
La de Zeffirelli era una tragedia en toda regla. Al final, el campeón no lograba regresar a su casa entre los llantos de su hijo Ricky Schroeder.