Muertes de cine (II)
La primera entrega se presentó a sabiendas de que nos dejábamos cosas. Para resacir (parte) de ese error, aquí va nuestra entrega final de decesos dramáticos, épicos, merecidos, o sorprendentes del arte cinematográfico.
La chaqueta metálica (1987)
El recluta patoso (Vincent D'Onofrio) se suicidaba ante sus compañeros tras acabar con el sargento Hartman (R. Lee Ermey).
Blade Runner (1982)
"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhauser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como... lagrimas... en la lluvia. Es hora de morir."
Al rojo vivo (1949)
James Cagney protagoniza una historia que ha inspirado a múltiples cineastas como De Palma o Scorsese en su visión de la delincuencia. En su momento, la película de Raoul Walsh fue considerada como muy violenta.
Máximo Riesgo (1993)
Un Stallone en la cúspide de su carrera no lograba salvar a la chica al principio de Máximo Riesgo. La enfática y hábil dirección de Renny Harlin destacaba cada músculo en tensión, cada rostro desencajado... y cada hebilla defectuosa.
Deep Blue Sea (1999)
Samuel L. Jackson, como estrella de la función, daba su clásico speech de supervivencia en medio de la pesadilla de tiburones furiosos. La sorpresa venía cuando uno de ellos le interrumpía en pleno momento épico...
Duelo al sol (1946)
Producción de David O. Selznick, dirección de King Vidor... este melodrama desarrollado en el Oeste, repleto de amoríos imposibles, con Jennifer Jones tratando de decidir entre la noche y el día, y Gregory Peck interpretando a un personaje sin escrúpulos. Su final en las rocas es el que vemos arriba.
Jungla de Cristal (1988)
El malvado Hans Gruber (Alan Rickman) encontraba su final en lo alto del rascacielos Nakatomi, que secuestraba junto a su equipo de terroristas... ¿o era de ladrones?. Daba igual, Bruce Willis estaba ahí para dejarle sin asideros...
Moby Dick (1956)
Gregory Peck, esta vez como el vengativo capitán Ahab, llegaba al final de sus días atado a la ballena que le obsesionó. La película de John Huston, con guión de Ray Bradbury, se rodó en Canarias, donde se montó la gigantesca maqueta de la ballena blanca.
La Cosa (1982)
El organismo que imitaba a los cientificos de esta base en la Antártida no se andaba con chiquitas. La galería de grotescas deformaciones físicas que ideaba tras finiquitar a los protagonistas, tampoco. La labor de maquillajes artesanales de un joven Rob Bottin en este clásico de John Carpenter es de una imaginación sin igual.
Muerte entre las flores (1990)
Amor y rivalidad mafiosa en una de las grandes joyas de los hermanos Coen. Con fotografía del después director Barry Sonnenfeld (Men in Black), y música de su colaborador habitual Carter Burwell, los hermanos consiguieron insuflar nuevo aire al cine negro.
El Padrino III (1990)
Michael Corleone acababa sus días solo y muriendo en silencio. El Padrino III era la más irregular de todas las cintas sobre la familia mafiosa, pero Francis Ford Coppola se reservaba secuencias ejemplares.
Suspiria (1977)
La mejor película del italiano Dario Argento fue un giallo de ribetes definitivamente fantásticos, y con varias muertes para el recuerdo. Una de ellas era la de la pobre compañera de la protagonista, atrapada en una habitación llena de alambres de espino. Atención a la música de Goblin.
El Resplandor (1980)
Nicholson daba su particular festival de muecas en El Resplandor de Kubrick, una adaptación de Stephen King que no agradó demasiado al escritor. Jack Torrance acababa sus días un tanto congelado, después de acosar a su mujer e hijo, después de haber acabado con el señor Halloran...
Alien 3 (1989)
David Fincher debutó en el largometraje con una cinta aquejada de innumerables problemas de producción y desarrollo, pero que al menos intentaba distanciarse de sus dos precedentes. Al final, la mítica heroína Ripley se sacrificaba una vez descubría que el monstruo estaba definitivamente dentro de ella.
El precio del poder (1983)
El Scarface de Brian De Palma escrito por Oliver Stone hoy es una cinta de culto, pero en su época fue considerada un enorme desastre. Al Pacino hizo una de sus mejores interpretaciones como Tony Montana, en una fiesta de excesos de todo tipo por parte de su equipo creador.
Destino Final 2 (2002)
De todas las muertes de la saga de terror juvenil Destino Final, destacamos esta por su irónico salvajismo. El pobre desafortunado salía de la consulta del dentista, pero en vez de acabar allí sus días la muerte le acorralaba justo a la salida... El efecto especial ideado por el director David Ellis no se andaba con remilgos.
Teléfono Rojo, ¿volamos hacia Moscú? (1964)
La tremenda sátira sobre la Guerra Fría de Stanley Kubrick tenía la escena de rodeo más apocalíptica de la historia del cine, con Sterling Hayden montando nada menos que una bomba nuclear.
En busca del arca Perdida (1981)
Una de las muertes de nazi más satisfactorias de la historia del cine es la que acontece al final de En busca del arca perdida. El villano Toht (Ronald Lacey) acababa licuado junto al usurpador Belloq y otros tantos alemanes, por la gracia de Dios y Steven Spielberg.
Indiana Jones y el Templo Maldito (1984)
De nuevo Indiana Jones. Esta vez el malvado sacerdote Mola Ram arrancaba el corazón de un desdichado en la segunda parte de las aventuras del doctor Jones. La secuela era mucho más oscura, rápida y violenta, y secuencias como ésta luego desagradaron a su director. A nosotros nos siguen gustando...
Infiltrados (2006)
El pobre Martin Sheen era la víctima del topo policial en Infiltrados, la película de Martin Scorsese galardonada con multitud de Oscars. El cuerpo por poco caía sobre un agobiado Leonardo DiCaprio, en una escena coreografiada con el mimo habitual de su director.
Batman (1989)
El primero de los batmans de Tim Burton tuvo de villano a Jack Nicholson como el Joker, que llegaba a su final cayendo desde lo alto de la catedral de Gotham. No obstante, se reservaba una última broma con un saco de la risa en su chaqueta.
La Comunidad del Anillo (2001)
El antipático Boromir (Sean Bean) llegaba al final de sus días luchando de forma noble y épica. La Comunidad del Anillo es la mejor de las tres películas sobre la obra de Tolkien.
Rocky III (1982)
La saga Rocky comenzó su declive definitivo con Rocky III, dirigida, escrita, producida y protagonizada por Sylvester Stallone. El amigo y antiguo rival de Rocky Balboa, Apollo Creed, era aplastado por la máquina rusa Ivan Drago (Dolph Lundgren). Eso daba pie a una necesaria odisea de venganza en plena era Reagan, filmada con estética de incipiente MTV.
Commando (1985)
Schwarzenegger juraba matar el último al pequeño y gracioso Sully. Y ni que decir tiene que traicionaba su promesa. Commando es una divertida sucesión de barbaridades al servicio del culturista. El guión de su secuela, nunca realizada, acabó convirtiéndose en Jungla de Cristal.
Goldfinger (1964)
La muerte de la secretaria del villano Goldfinger (Gert Fröbe) es mítica. La joven no se resistió a pasar por la cama del 007 Sean Connery, aunque con ello -como tantas otras- selló su sentencia de muerte. El personaje fallecía por asfixia cutánea, cubierta toda ella de oro.
Kill Bill Vol. 2 (2004)
La muerte de Bill era inesperadamente íntima, con su corazón roto en pedazos -literalmente- por la mujer que amó. Ella era la Novia, Beatrix Kiddo, y con él finalizaba la sangrienta odisea de venganza, que es la de ella y la de Tarantino. La muerte de su intérprete, David Carradine, en Thailandia, fue con mucho más escandalosa que la del desdichado asesino que intepretó en la película.
007: Licencia para matar (1989)
La última de las dos interpretaciones de Timothy Dalton como James Bond es, probablemente, el filme más violento de toda la serie aún hoy. Quizá no recuerden al principal secuaz del villano, que en esta ocasión interpretaba un joven Benicio del Toro, y que literalmente acababa hecho añicos...