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Vestidos de Cine

Los vestidos más famosos de películas de Hollywood.

Una boina inimitable
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Una boina inimitable

Nadie ha llevado la boina en la gran pantalla como Lauren Bacall. En esta escena, Vivian Rutledge acude al despacho de Phillip Marlowe a pedirle ayuda con este espectacular traje sastre. Se sienta en la mesa, enciende un cigarro y juega con su boina. No nos extraña que el detective no escatimase esfuerzos en sacarla de todos los líos en los que se metió. (El sueño eterno, 1946).

Rojo Escarlata
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Rojo Escarlata

El personaje femenino más famoso de la historia del cine llevó también alguno de los vestidos más recordados del séptimo arte. Escarlata O'Hara sedujo a Rhett Butler de verde, blanco, negro, amarillo... Prácticamente no hubo color que no utilizase. Pero en pocas escenas estuvo más guapa Vivien Leigh que con esta espectacular bata roja. (Lo que el viento se llevó, 1939). (Textos: Domingo Soriano).

Los alemanes iban de gris...
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Los alemanes iban de gris...

Ingrid Bergman es una refugiada europea que huye con su marido y aparece en Casablanca en busca de un pasaje para Lisboa. En teoría, debería llegar con lo puesto y una muda de recambio. Sin embargo, la magia del cine la viste con algunos de los vestidos más encantadores de su carrera. Éste, rallado y con sombrero imposible, es uno de los más recordados. Parafraseando él mítico comentario de Rick Blaine a Ilsa Lund, podríamos asegurar que nunca olvidaremos ninguno de sus modelos: "Los alemanes iban de gris... y tú ibas maravillosa". (Casablanca, 1942).

Y eso que sólo se quitó un guante
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Y eso que sólo se quitó un guante

Es el striptease más memorable de la historia del cine. La melena pelirroja de Rita Hayworth llameaba incluso en blanco y negro y el vestido de satén negro no ayudaba a contener a los moralistas de la época, que quisieron censurar la escena. Cuenta la leyenda que cuando Hayworth se enteró dijo: "Y eso que sólo me quité un guante". (Gilda, 1946)

El mejor amigo de una mujer
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El mejor amigo de una mujer

¿Los caballeros las prefieren rubias? No siempre, aunque si son como Marilyn Monroe es más fácil la elección. Eso sí, la californiana no quiere engañar a nadie y deja claro que para ella, "los diamantes son el mejor amigo de una mujer". Con ese vestido rosa, a nadie que se los pueda comprar le iba a importar. (Los caballeros las prefieren rubias, 1953).

El animal más bello del mundo
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El animal más bello del mundo

Nunca estuvo más arrebatador el que durante muchos años fue conocido como "el animal más bello del mundo". En la pantalla, Ava Gardner era española y se llamaba María Vargas. Humphrey Bogart venía a Madrid a buscarla y la encontraba: estaba espectacular, con trajes como este azul que hace su mirada aún más intensa. (La condesa descalza, 1954).

Atrapa a esa princesa
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Atrapa a esa princesa

Un año antes de convertirse en princesa, Grace Kelly recorría las calles de Mónaco en busca de Cary Grant. Durante el rodaje, conoció a Raniero. El príncipe monegasco encontró a su esposa y los amantes del cine nos quedamos sin un mito. Nunca agradeceremos lo suficiente a Alfred Hitchcock que la retratase tan guapa. (Atrapa a un ladrón, 1955).

La tentación se llamaba Marilyn
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La tentación se llamaba Marilyn

Pocas veces un hombre ha estado tan perdido como Tom Ewell en este maravilloso film del maestro Billy Wilder. La imagen de Marilyn bailando con un vestido blanco con mucho vuelo sobre la salida de aire del metro de Nueva York es quizás la escena más icónica de la historia del cine. Pocos habrían resistido a la tentación... y menos si vivía a 20 escalones de distancia. (La Tentación Vive Arriba, 1956).

Un camisón para una gata
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Un camisón para una gata

Liz Taylor se pasa toda la película en camisón, rondando a su marido, inquieta, como una gata que estuviera sobre un tejado de zinc caliente. Sorprendentemente, Paul Newman muestra la misma perseverancia en escapar de ella y refugiarse en el alcohol. Los espectadores, mientras tanto, sólo son capaces de preguntarse cómo es capaz de resistir. (La gata sobre el tejado de zinc, 1958).

Una fuente mágica
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Una fuente mágica

Nada ha sido igual en la Fontana de Trevi desde que Anita Ekberg se bañase en ella en 1960. Un precioso monumento que podía pasar desapercibido en una ciudad lleno de rincones perfectos se convirtió en visita obligada para todos los turistas de Roma. El vestido negro de la sueca sirvió para hacer aún más mágico el momento. (La Dolce Vita, 1960)

El vestido
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El vestido

Si hubiera que escoger un vestido de la historia del cine, posiblemente el ganador sería este Givenchy negro que Audrey Hepburn llevaba en Desayuno con diamantes. No sabemos cómo Holly podía permitírselo, porque en la película parece pasar algunas penurias, pero no vamos a preguntar. Su silueta, sonriendo y con un larguísimo cigarrillo en la boca, forma una de esas imágenes que nunca querríamos olvidar (incluso en tiempos de la Ley Antifumadores). (Desayuno con diamantes, 1961).

Una Cleopatra de ojos violeta
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Una Cleopatra de ojos violeta

Dice la leyenda que la Cleopatra histórica (la que vivió hace dos mil años) era tirando a feucha. Afortunadamente para ella, la imagen que la humanidad retendrá a partir de ahora será la de Liz Taylor, vestida para la ocasión en dorado, con un tocado imposible y una perturbadora mirada violeta. (Cleopatra, 1963).

Una creación extraordinaria
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Una creación extraordinaria

Rex Harrison es un lingüista que, como Pigmalión, decide moldear a su mujer perfecta. Afortunadamente para él y para los espectadores, se encontró con Audrey Hepburn en los bajos fondos londinenses. Hay que reconocerle al actor inglés que realizó una creación extraordinaria. Este vestido blanco sólo le podía quedar bien a ella. (My Fair Lady, 1964).

Un bombín legendario
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Un bombín legendario

Desde que vimos a Liza Minelli ponérselo y quitárselo mientras bailaba, el bombín no volvió nunca a ser lo mismo (tampoco las sillas de madera). Sally Bowles ve pasar la Alemania de los años 30 por delante del Kit Kat Club enfundada en un top negro y medias con liguero. No es el modelo más elegante de la historia del cine, pero pocos son más recordados. (Cabaret, 1972).

Una corbata sorprendente
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Una corbata sorprendente

Nunca hubo una mujer más encantadora vestida de hombre que Diane Keaton. Lo que en cualquier otra hubiera resultado ridículo, en ella parecía natural. La corbata más peculiar, sorprendente y divertida del cine, merecía un hueco en la galería de nuestros vestidos preferidos. (Annie Hall, 1977).

Sandy se suelta el pelo
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Sandy se suelta el pelo

Es la transformación más recordada del séptimo arte. Sandy Olsson decide dejar su imagen recatada, de niña bien recién llegada de Australia, y aparece en la fiesta de fin de curso totalmente vestida de negro, sobre unas plataformas rojas y con el pelo desatado. A algunos nos gustaba más la Sandy mojigata, pero John Travolta no aguanta ni dos segundos sin caer, literalmente, rendido a sus pies. (Grease, 1978).

Una Marilyn morena
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Una Marilyn morena

Kelly LeBrock no era Marilyn pero durante unos meses fue la reencarnación morena de la mítica actriz. Su baile y los movimientos de su falta volvían a Gene Wilder casi tan loco como los de la californiana a Tom Ewell treinta años antes. LeBrock prácticamente desapareció de la escena tras la película, pero su vestido rojo sigue siendo uno de los iconos más recordados de los ochenta. (La mujer de rojo, 1984).

De compras por Rodeo Drive
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De compras por Rodeo Drive

Vivian era prostituta en Sunset Boulevard, pero alguien le había inoculado el veneno del buen gusto. Sólo así se explica que se quedase una mañana a solas en Rodeo Drive, con la tarjeta de crédito de Richard Gere, y volviera al hotel con el conjunto de modelos más espectacular de las últimas dos décadas. Este rojo es el más recordado, perfecto para ir a la ópera, pero el resto de los que compró Julia Roberts no se quedan atrás. (Pretty woman, 1990).

El reto de Catherine
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El reto de Catherine

Es curioso, pero el vestido más famoso del cine de los años noventa es uno que todo el mundo recuerda no porque lo lleva puesto Sharon Stone, sino por lo que oculta debajo. Eso sí, en algún lugar del, por otro lado, muy bonito abrigo blanco, Catherine Tramell lleva una pitillera, de la que saca un cigarrillo con el que reta a Nick Curran: "¿Me van a detener por fumar en comisaría?". (Instinto Basico, 1992).

Verde esperanza
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Verde esperanza

Keira Knightley es una niña bien, hija de la aristocracia británica, que vive en una fabulosa mansión en la Inglaterra de comienzos de siglo y se enamora de un chico normal y corriente, que trabaja para su padre. El tipo se pasa toda la película con cara de no creerse que eso le esté pasando a él; mientras, los espectadores fabulan, con la esperanza de que quizás un día les ocurra a ellos algo parecido. La película se merece más atención de la que recibió en su estreno y este vestido verde de Keira, nominado en todas las votaciones como uno de los más elegantes de la historia del cine, podría ayudar a su recuperación. (Expiación, 2007).

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