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La farsa del gueto de Varsovia, el retrato final de la maldad nazi

La proyección del documental Gueto es parte de la serie de actividades por la memoria del Holocausto organizados por Sefarad Israel.

En la recordada película La Lista de Schindler (1993), el sereno contable de la fábrica del empresario alemán, Itzhak Stern, interpretado por Ben Kingsley, decía a propósito de la redentora relación de nombres aquello tan célebre de que "más allá de sus márgenes se extiende el abismo". Algo parecido ocurre con Gueto, la película prohibida de la propaganda nazi (A film unfinished, 2010), proyectada el martes en los cines Doré de la Academia Española, en Madrid, dentro del ciclo de actividades en torno a la memoria del Holocausto de la organización Sefarad Israel, dependiente del ministerio de Exteriores.

El documental dirigido por la israelí Yael Hersonski nos presenta la película que el régimen nazi planificó y rodó en el gueto de Varsovia en 1942. El objetivo de los alemanes en él era demostrar que la vida de los judíos en su forzado aislamiento era, cuando menos, de lo más llevadera. La puesta en escena que prepararon al respecto no tenía desperdicio: tiendas y restaurantes llenos, sesiones de teatro, incluso fantasmagóricos bailes de salón protagonizados por judíos desfilan ante nuestros ojos, con los cautivos del gueto convertidos en improvisados actores forzados a punta de pistola a desempeñar un espejismo de seguridad.

Una vez acabada la Segunda Guerra Mundial, la forzada paradoja filmada por los alemanes fue catalogada bajo la palabra "Guetto" y archivada en Alemania del Este. La mentira orquestada en aquella película fue utilizada como el testimonio visual definitivo sobre la vida de los judíos en los guetos nazis hasta el año 1998, fecha en la que aparecieron unos rollos inéditos de la misma en una base norteamericana. El inesperado hallazgo confirmó la trastienda de aquel rodaje y sirvió a Hersonski de detonante para su documental.

Gueto, la película que contrasta una filmación con otra, desfigura el concepto de making off con un grotesco baile de máscaras digno de un filme de horror. Hersonski se aleja del ejercicio de estilo narrativo, de ejercicios metafílmicos e intertextuales –hablamos, al fin y al cabo, de un documental sobre la confección de otro, por mucho que el primero fuera falso-, y deja que las caras que desfilan mirando a la cámara, tratando de proyectar una falsa impresión de cotidianidad, hablen por sí mismas. Si en los márgenes de la lista de Schindler estaba el abismo, en el de Gueto habita el puro horror del exterminio: la mayoría de sus protagonistas, forzados a interpretar un "aquí no pasa nada", estaban sentenciados, sin saberlo, al exterminio.

La película de Hersonski viene a corregir el flujo de información visual acerca de los guetos, en su mayoría proveniente de fuentes de la Alemania Nazi. Gueto se desglosa en torno a las declaraciones de un puñado de supervivientes de Varsovia, que reaccionan aterrados ante la proyección de los rollos nazis. Los fragmentos de los nueve diarios escritos por Adam Czerniakov, el administrador judío del gueto, nos guían a través de los hechos. Tampoco tarda en entrar en escena Willy Wist, uno de los cámaras contratados por los nazis para rodar en el gueto de Varsovia, cuyas declaraciones nos conducen directamente hacia la demoledora conclusión en una fosa común.

En su evidente finalidad propagandística, aquellos rollos nazis trataban también de demostrar la mezquindad natural que el Tercer Reich atribuía a los judíos de una forma más depravada, nos recuerda Hersonski. Los habitantes forzados del gueto de Varsovia eran obligados a pasar por encima de los muertos de hambre que yacían en las aceras con una sonrisa de indiferencia en la cara, a modo de testimonio de la mezquindad natural de aquella etnia. La fascinación nazi por la mendicidad, por cierto, resulta patológica.

Tras la proyección del martes por la noche, y con el patio de butacas del cine Doré lleno hasta la bandera, el presidente de la comunidad judía de Madrid, David Hatchwell, tomó la palabra para reivindicar la necesidad de la memoria del Holocausto, antes del turno de preguntas.

Las actividades en torno a la memoria del Holocausto siguen el 26 de enero en el Senado, con el acto institucional con motivo del Día de la Memoria del Holocausto y de la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad, fecha escogida en recuerdo de la liberación del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. En Jaén, las actividades se continúan celebrando hasta el 31 de enero. En la página oficial de Sefarad Israel encontrarán el programa completo.

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