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El nuevo Plan Nacional de la Alianza de Civilizaciones amenaza a los medios

En estos tiempos de tribulaciones económicas muchos respirarán con alivio al saber que la Alianza de Civilizaciones sigue en pie: el mismo Consejo de Ministros del plan de recorte del déficit tuvo tiempo para aprobar el II Plan Nacional sobre la iniciativa, que incluye amenazas a los medios.

El proyecto de política internacional más querido por Zapatero se ha quedado en un documento de doce páginas publicado este pasado sábado en el BOE con el pomposo título de II Plan Nacional para la Alianza de Civilizaciones (II PNAC), un "ambicioso" conjunto de buenas intenciones y soflamas ideológicas que incluye amenazas a los medios de comunicación y en el que se ven implicados hasta trece ministerios que, quizá poco ocupados hasta el momento, tendrán ahora que desarrollar sus propios planes de actuación en un área tan importante como esta.

Y no sólo a casi todo el plantel ministerial (sólo cuatro departamentos se quedan fuera de la fiesta) sino que el propio documento advierte que "el Gobierno impulsará la adopción de estrategias o planes autonómicos y locales para la Alianza de Civilizaciones" e insiste más adelante en que "es especialmente relevante desarrollar la dimensión autonómica y local de la Alianza de Civilizaciones para que sus objetivos lleguen directamente a los ciudadanos" y también en la versión local del asunto: "La Federación Española de Municipios y Provincias está llamada a desarrollar en el II PNAC un papel de primer orden".

En una comparecencia este mismo miércoles el propio Pedro Castro, presidente de la FEMP, se ha felicitado de que dicho organismo "se pondrá al frente" de este esfuerzo.

Prosa no precisamente cervantina

Lo peor (o lo mejor, según se mire) del documento es la prosa vacua y grandilocuente con la que está redactado, tratando de llenar con frases ampulosas la ausencia de contenido real más allá de una difusa declaración de intenciones en diversos campos. Uno de los mejores ejemplos de este estilo es este párrafo de la tercera página:

"El Plan traslada los objetivos de la Alianza a la política exterior y de cooperación española, a las políticas de las Administraciones Públicas para enmarcarlas en una visión estratégica con el fin de potenciar las existentes, diseñar otras nuevas políticas y colmar las posibles lagunas dotando a todas de mayor visibilidad".

Otro momento glorioso del Decreto es una de las frases pensadas para dogmatizar que podemos encontrar en el apartado de Objetivos del II PNAC: "No existe una jerarquía de las culturas; todas ellas han contribuido a la evolución de la humanidad".

Poco después se incide en una de las tesis que más críticas ha reportado a Zapatero fuera de nuestro país, la del origen económico del extremismo y el terrorismo: "La pobreza conduce a la desesperanza, a la sensación de injusticia y a la alienación, lo que, combinado con reivindicaciones políticas, puede avivar el extremismo". No obstante, más adelante nos recuerda, como si fuese necesario, que "el terrorismo nunca tiene justificación".

Preocupante toque de atención a los medios

Probablemente, dentro del panorama grandilocuente y vacuo que impregna todo el documento hay dos elementos que resultan más preocupantes: una poco velada amenaza a los medios de comunicación y el empeño, en la peor línea de la Educación para la Ciudadanía, de intervenir en los contenidos de la educación.

Respecto a lo primero, se empieza por advertir que "se prestará especial atención a los medios de comunicación", dicho lo cual se nos dice que "es necesario promover el uso responsable de los medios de comunicación y combatir las emisiones y publicaciones que alimentan percepciones y estereotipos hostiles, violentos o discriminatorios".

En este punto hay que advertir que, si bien la violencia, la discriminación o el racismo son obviamente negativos, resulta cuanto menos preocupante que sea el Gobierno el que decida qué contenidos tienen esas características o, más difuso todavía, "alimenten percepciones y estereotipos hostiles", y es que, para un tribunal de censura, prácticamente cualquier contenido puede alimentar una "percepción".

La intervención en los medios tendrá también un aspecto más "positivo", lo que podríamos considerar la zanahoria del palo: se promoverán encartes, acuerdos, campañas publicitarias o el intercambio con periodistas de otros países, suponemos que subvencionados. Incluso se convoca un Premio de Medios de Comunicación para prensa, radio, televisión, Internet y publicidad e incluso una Biblioteca de la Alianza de Civilizaciones, ambas con patrocinio privado.

El mundo de "la cultura" tampoco queda olvidado y se abre la posibilidad a lo que en otras circunstancias (y aun en estas) podría llegar a convertirse en una suculenta fuente de subvenciones: "Contribuirán a estos fines la organización de exposiciones y espectáculos, celebración de eventos y concesión de becas y ayudas, participación en proyectos internacionales, viajes de autores, ferias, envío de libros...".

Por lo que respecta a la educación la intención del Gobierno es "promover la difusión de los valores de la Alianza de Civilizaciones a través del sistema educativo", por si no teníamos suficiente con la EpC.

¿A qué huelen las religiones?

Otro apartado que puede causar preocupación es el dedicado a las religiones, una de las partes importantes del proyecto, que se inicia con un párrafo absolutamente lírico que mueve como pocos a la sorpresa y la hilaridad:

"Las religiones representan una dimensión significativa de muchas sociedades y una fuente importante de valores personales y colectivos. En ellas se encuentran algunas de las preguntas que el ser humano se ha planteado desde los orígenes de la humanidad, y otros tantos intentos de respuesta, que han contribuido al desarrollo del pensamiento. Las religiones contienen principios éticos fundamentales a favor de la paz, de la justicia, de la igualdad de los seres humanos y de la defensa de la Naturaleza".

Pero como decimos, al que conozca la ejecutoria de los gobiernos de Zapatero al respecto probablemente no hará sino preocuparle que sea precisamente el II PNAC el que "persigue garantizar el ejercicio de la libertad la libertad religiosa o de creencia, y la convivencia pacífica de las diferentes confesiones religiosas".

En este sentido, junto a la grotesca propuesta de incorporar "el pluralismo religioso a los programas de televisión", uno de los apartados concretos del documento incluye el "impulso de sistemas de formación de personal religioso de origen extranjero y fomento de un grado universitario para la formación de personal religioso de confesiones minoritarias". Esto parece, al menos a falta de una explicación más detallada, crear una universidad de imanes.

¿Y el dinero?

Pese a toda la ampulosidad del texto aprobado, el II PNAC no incluye ninguna dotación presupuestaria. En su lugar conmina a los 12 ministerios que tendrán que desarrollar los programas (el de Presidencia se limita a la coordinación) a "incluir una memoria en la que se haga constar la incidencia económica de las actuaciones concretas a desarrollar", advirtiendo eso sí que para el presente ejercicio "no podrán suponer aumento de gasto".

Así las cosas y dadas las circunstancias presupuestarias se podría apostar a que, o bien se van a desarrollar muy pocos de los programas anunciados o sugeridos, o bien se van a meter en este paquete algunas actuaciones que poco o nada tengan que ver en el tema.

Un ejemplo de esto viene reflejado en el mismo plan que en su apartado dedicado a la inmigración hace referencia explícita al apoyo que se ha de prestar a la conocida operación Paso del Estrecho, atención, "dada su función de puente entre dos continentes, su gente y su cultura, gestionada desde la diversidad y conforme a los principios de la Alianza". No me negarán el matiz humorístico de considerar el traslado de trabajadores a África por vacaciones es un "puente entre continentes".

Pero volviendo al punto presupuestario, esto nos da una idea de cómo se utilizarán partidas ya existentes y acontecimientos cuya relación con la Alianza de Civilizaciones es más que discutible para seguir dotando de contenido aparente un proyecto que nunca lo ha tenido y que, encima, nos ha costado ya bastante dinero a los contribuyentes.

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