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"Mientras Fidel viva cualquier concesión que Obama haga a la dictadura es contraproducente"

En la última edición de papeles FAES, el escritor cubano, Carlos Alberto Montaner analiza los objetivos del nuevo presidente de EEUU, Barack Obama, en su política respecto a la dictadura que sojuzga al pueblo cubano desde hace medio siglo.

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En la última edición de papeles FAES, el escritor cubano, Carlos Alberto Montaner analiza los objetivos del nuevo presidente de EEUU, Barack Obama, en su política respecto a la dictadura que sojuzga al pueblo cubano desde hace medio siglo.

(Libertad Digital) La relación de Barack Obama con el régimen criminal de los hermanos Castro centra el análisis que realiza el escritor y periodista cubano exiliado, Carlos Alberto Montaner en la última edición de los papeles FAES, publicación periódica de la Fundación FAES.

Con un titular que es en sí mismo una declaración de principios, Obama y Cuba. Por un cambio pacífico a una democracia libre –ese debe ser el objetivo del presidente de EEUU–, Montaner dedica la primera parte de su análisis a recordar los problemas que ha generado la política en relación con Cuba a los últimos diez presidentes de EEUU, sin excepción. De ahí que sostenga que "tampoco debe hacerse ilusiones con relación a Cuba", aunque, por otro lado, es probable que Fidel Castro muera durante el mandato de Obama y que "las cosas comiencen a modificarse dentro de la isla".

Montaner explica que "se sabe que la mayor parte de la estructura de poder quisiera una reforma profunda, pero el viejo comandante, tercamente estalinista, lo impide". Por eso considera muy  importante subrayar que "mientras Fidel Castro viva, cualquier concesión significativa que el Gobierno de Obama le haga a La Habana es contraproducente. Será interpretada como: Fidel Castro tiene razón y no hay que hacer ningún cambio sustancial a nuestro modelo totalitario".

"Sin embargo –continúa Montaner– en el momento en que desaparezca (y tal vez no le quede mucho tiempo) Washington debe hacer un gesto de buena voluntad, incluso a Raúl Castro, como una señal de aliento a las fuerzas reformistas, con el mensaje explícito de que Estados Unidos está dispuesto a ayudar generosamente a los cubanos para transformar el país en una democracia pacífica y razonablemente próspera".

Entre las medidas que podría tomar Obama para estimular los cambios en la isla-cárcel, una vez muerto el dictador, Montaner propone "reducir gradualmente las sanciones económicas si la dictadura excarcela presos políticos o alivia la presión sobre los disidentes, elevar el rango de la representación diplomática a la categoría de embajada, facilitar los intercambios deportivos y académicos".

Pero Montaner advierte que la clave debe estar en que Washington se plantee siempre esta pregunta: "¿Impulsa a los cubanos hacia la democracia y hacia la apertura económica o contribuye a consolidar en el poder a una oligarquía autoritaria que se reparte abusivamente las rentas del país? Ése es el litmus test. Si es lo segundo, no vale la pena intentarlo".

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