Suleiman emitió el decreto presidencial tras recibir el apoyo de 86 de los 128 diputados que conforman el Parlamento libanés. Hariri es el hijo del asesinado ex primer ministro Rafik Hariri, cuya muerte en 2005 desencadenó una ola de violencia que sumió al país en la peor crisis política desde el fin de la guerra civil (1975-1990).
Su hijo Saad cuenta con el apoyo de Estados Unidos y Arabia Saudí, y con el respaldo popular tras su victoria contra la coalición encabezada por los terroristas chií de Hezbolá en las elecciones del mes pasado. Su nominación no ha recibido ni el apoyo de los aliados cristianos ni de los diputados de Hezbolá, que exige derecho de veto en el nuevo Gobierno de unidad.
Los objetivos inmediatos de Hariri pasan por minimizar la influencia de Siria sobre la política libanesa y garantizar el apoyo de los rivales chiíes.
Con todo, su nominación supone un extraordinario paso adelante para la estabilidad del país, que hace sólo dos años se encontraba inmerso en un conflicto abierto entre los terroristas de Hezbolá e Israel, que se cobró la vida de más de 1.200 libaneses y 160 israelíes.
El acuerdo obtenido en 2008 gracias a la mediación de Qatar abría las puertas al desarrollo de elecciones, que han culminado en su victoria electoral a través, en parte de la mejora de las relaciones entre Arabia Saudí y Siria, lo que ha beneficiado enormemente la estabilidad en la zona.
Tiende la mano a la oposición
Hariri tendió la mano a la oposición para la formación de un Gobierno de unidad nacional. En un discurso conciliatorio, pronunciado poco después del nombramiento, Hariri prometió que obrará por el bien del país respetando la Constitución.
Hariri insistió en que la mayoría parlamentaria "respeta la constitución, desea el refuerzo de la paz civil, la estabilidad y el desarrollo económico" del país. "Nuestra primera decisión es tender la mano a todos en el país, alejarlo de los conflictos para poder hacer frente a los grandes desafíos y amenazas y aprovechar las oportunidades que son aún mayores", aseguró.
Hariri, de 39 años, hizo hincapié en que obrará para la formación de un gobierno de "unidad nacional armonioso para que pueda hacer frente a los desafíos" y subrayó la necesidad de "pasar a una nueva etapa". "Es necesario unirse para promover la economía, los servicios del Estado y hacer frente a las amenazas israelíes", agregó, antes de señalar que no escatimaría "esfuerzo alguno para sacar al país de los peligros y abrir nuevos horizontes".
También dijo que hará todo los que esté a su alcance para conseguir la estabilidad del Líbano, consolidar la democracia y respetar el acuerdo de Taif, que en 1989 puso fin a tres lustros de guerra civil.
"Atravesamos los momentos más peligrosos de nuestra historia, es necesario que cooperamos todos para proteger al Líbano de las tempestades exteriores. No será fácil ya que los obstáculos son grandes", agregó.
El presidente del país encargó a Hariri la formación del nuevo ejecutivo después de consultar con todas las fuerzas políticas libanesas.