En una entrevista en El Mundo, Kurt Westergaard rememora el asalto sufrido este sábado. Se salvó gracias a que se introdujo en una habitación acorazada acondicionada por los servicios secretos daneses y provista de una alarma. Su nieta de cinco años presenció la escena. "Vi a un tipo en el pasillo con un hacha", cuenta el dibujante, que lamenta que nunca más será libre porque tendrá que "moverse con protección" hasta su muerte.
Pese a ello, no se arrepiente de sus dibujos ni se plantea abandonar su país: "Hay una lucha pendiente que es la de la libertad de expresión y la tenemos que librar con ferocidad". Para el caricaturista, un suceso como el que él ha vivido, "puede servir para que la gente se dé cuenta del peligro que supone la intolerancia". "No se trata de un soldado muerto en el lejano Afganistán, la amenaza está entre nosotros y esta es la prueba", advierte.
Westergaard recuerda que cuando "esta gente vino a Europa no tenían de nada y se lo dimos todo". "Únicamente les pedimos que se comporten conforme a nuestras tradiciones democráticas, como respetando la libertad de expresión". Para el autor, lo ocurrido ha sido una especie de "catarsis" aunque puntualiza que "la mayoría de de los musulmanes que viven aquí son gente pacífica".
El dibujante también lamenta la falta de apoyos recibidos tras lo ocurrido con las viñetas y los intentos de agresión. "Los intelectuales y creadores no nos han apoyado y hay quien ha llegado a decir que si algo me pasa yo me lo he buscado", apunta el danés, que cree, además, que no es buena "esta victimización generalizada" con los musulmanes. "Hay mucha gente musulmana que acepta nuestras normas pero los dibujos dejaron claro dónde está cada uno", sentencia.